Por Jesús Chávez Marín
La sacaste nuevecita, en la agencia sirvieron pastel de chocolate y te despidieron con un arco y un ramo de globos. Y luego, a batallar para las mensualidades, pero eso sí, troca muy buena para el trabajo y la familia feliz.
Un año después, terminó el mantenimiento de garantía, fuiste haciendo desidia. Cuando te chocaron el fénder, te dieron buen dinero por los daños y lo gastaste en otra cosa. Ahi después la llevo al taller de Alfredo, pero no, fuiste haciéndote pendejo y nunca la llevaste.
Se cayó la manija de la puerta y le pusiste unas pinzas perras por mientras; todavía es hora que allí están.
Las llantas, de plano ya no admitían el desponchado, comprabas usadas en vez de ponerle nuevas, que a lo mejor más adelante, decías. Y así los muebles se van descuidando.
Un día alguien en la calle les toma una foto y miras lo que queda de troca.