Cuento: Las deudas

Por Jesús Chávez Marín

Había una carta con orillas negras de quemaduras. Yo era cobrador de
Gonter y buscaba el nuevo domicilio de un deudor que se fue sin avisar. Soy
un sabueso terco, en cuanto vi la hoja, dije: aquí voy a saber a dónde te fuiste
sin pagar, topillero. En el papel unas letras cuidadosas, bellamente
manuscritas: No sé cómo llegamos a esto, Lucía, si nos queríamos tanto. La
gente platicaba que éramos la pareja perfecta. Sí, cómo no. Cuando te vi con
Ariel, no lo podía creer: llegaron muy abrazaditos al Confort Motel en tu
carro. Yo iba saliendo y también me descubriste después de tres años de
relaciones secretas con Luisa, tu hermana. O a lo mejor desde hace mucho
que lo sabías, según la leyenda de que las mujeres siempre saben todo,
intuyen lo que está sucediéndoles. Qué triste, qué pena, qué sórdido me
parece todo y ahora: mira. Nuestra casa. La que hicimos juntos. Donde
fuimos felices. Mira. Un basurero donde se secaron los sueños, nuestro
pasado.

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