Tump se juega la presidencia y arriesga una Tercera Guerra Mundial

¿La debacle del Domo de Hierro de Israel y el éxito del misil hipersónico Fatah-1 de Irán están obligando a que Trump salga al rescate con el omnipotente complejo militar industrial de Estados Unidos utilizando su panoplia poderosa de B-2 cargados de bombas nucleares y/o de las terribles triple b: bunker buster bombs? [1]

Son horas dramáticas cuando el ideólogo de Trump 1.0, Steve Bannon, dio a entender que el presidente de Estados Unidos –según sus fuentes privilegiadas– había tomado la decisión de iniciar el bombardeo de Irán a las 16 horas (tiempo del este de Estados Unidos, decisión que puede desembocar en una tercera guerra mundial nuclear, por lo que se había alistado a tener un programa especial [2].

The Jerusalem Post –que resultó más bélicoso que The Times of Israel, ambos muy cercanos a Netanyahu– no oculta su rabia, después de una llamada del premier israelí con el vicepresidente estadunidense J.D. Vance: «Israel busca una acción expedita y no puede esperar a Trump para bombardear la planta nuclear de Fordo en Irán» [3].

Resultó un soberano engaño, otro más, el tramposo plazo de dos semanas de Trump para negociar con Irán.

Según el rotativo pugnaz The Jerusalem Post, durante la tensa charla de Netanyahu y J.D. Vance, quien rechazó las fuertes presiones, brotaron las divisiones en la coalición de partidarios que llevaron a Trump al poder, con algunos prominentes miembros de su base, quienes le urgieron no llevar a Estados Unidos a una nueva guerra en Medio Oriente.

¡Otro engaño!: J.D. Vance afirmó que Israel busca implicar a Estados Unidos en un conflicto mayor [4].

Al día siguiente del “descontón” [5] de Israel, que en forma pérfida asestó un primer golpe de decapitación a la cúpula militar y científica de Irán –mientras ese país negociaba con Estados Unidos y que, milagrosamente, 8 horas después se recuperó para pasar al contraataque misilístico–, Karin Kneissl, lúcida y sagaz ex canciller de Austria, aseveró a RT que el premier Netanyahu había lanzado su demoledor ataque, sólo para salvarse de ir a la cárcel debido a sus graves problemas domésticos: contra la fiscalía israelí y el servicio de espionaje doméstico Shin Bet, en medio de la fragilidad de su escatológica coalición talmúdica.

Al octavo día de la guerra que inició Israel contra Irán, el ex presidente Clinton aseveró que «Netanyahu ha querido, durante mucho tiempo, luchar contra Irán porque de esa manera él puede permanecer en el cargo indefinidamente, él ha estado ahí la mayor parte de los últimos 20 años» [6].

Por segunda vez en el lapso de una semana, Trump afirmó que Israel va ganando la guerra, en contraste con la opinión de su ex consejero en el Pentágono, el coronel retirado Douglas MacGregor, quien advirtió a la opinión pública de no dejarse engañar, ya que la situación de Israel es peor de lo que se piensa cuando la tercera parte de Tel Aviv ha sido dañada o destruida, mientras varios aviones de Israel han volado a Chipre para evitar su destrucción: Israel «no estaba preparado a la respuesta de Irán» ( [7].

En medio de la primera guerra global de desinformación, repleta de engaños y mendacidades, perturbó la ominosa declaración del kahanista y talmúdico escatológico Itamar Ben Gvit, ministro de Seguridad Nacional [8], quien advirtió a sus zelotes: «habrán días más difíciles, pero siempre recuerden Hiroshima y Nagasaki», en alusión a la famosa Opción Sansón, cuando Netanyahu podría lanzar su dotación de armas nucleares clandestinas desde su planta de Dimona –un arsenal nuclear que se calcula entre 90 y 500 artefactos.

In extremis, Trump sucumbió a las presiones del Deep State encabezado por el senador Lindsay Graham, gran aliado de Netanyahu [9].

Habrá que evaluar ahora los alcances y efectividad de los bombardeos.

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