Acabo de recibir por wathsapp un emotivo texto que forma parte de la videoconvivencia que semanalmente disfrutamos “veterebrios” periodistas, mejor bautizados: “Carcamanes” por nuestro querido amigo Carlos Mario Alvarado.
La crónica nos la envió nuestro no menos querido carcamán Raúl Gómez Franco, quien se tomó una sabatina propia de la pandemia para recoger tan agradable aquelarre y que compartimos aquí para los lectores fieles del Oserí. Enjoy it, como dijo el gabacho…
Por Raúl Gómez Franco
— Cuando el joven reportero Francisco Ortiz Pinchetti llegó a la Plaza de las Tres Culturas, aquella tarde del 2 de octubre de 1968, en realidad no llevaba la asignación de cubrir el acto del Consejo Nacional de Huelga (CNH), ni se imaginaba la odisea que viviría. Lo dirigió hasta ahí su curiosidad de reportero, que en aquel entonces hacía trabajos para la revista Jueves de Excélsior. En su caminar hacia el edificio Chihuahua de la Unidad Habitacional Tlatelolco, atravesando por entre los miles de estudiantes que se agolpaban en el lugar, se encontró con Oriana Fallaci –la gran periodista italiana que cubría el movimiento estudiantil y los días previos a la XIX Olimpiada que se celebraría en México–. La marcha hacia el Casco de Santo Tomás se había suspendido y sólo se celebraría el mitin en la Plaza. Ortiz Pinchetti se instaló en una terraza del tercer piso del edificio, desde la cual se dominaba el panorama. Unos minutos antes de las 6 de la tarde, la luz de una bengala fue la señal para que los miembros del Batallón Olimpia, vestidos de civil, comenzaran a disparar hacia la multitud. El primero en accionar su arma, una escuadra, fue un elemento del Olimpia que estaba muy cerca de Paco. Fueron tres los disparos que abrieron la puerta para aquel infierno en que se convertiría la Plaza de las Tres Culturas.
Este es el principio de la experiencia vivida hace 52 años por Paco –uno de los mejores periodistas del país en las últimas cinco décadas– que, pausadamente, nos narró este viernes en nuestra sesión semanal de Los Carcamanes. Minutos en los que los otros 15 participantes ni parpadeamos, atentos a la histórica descripción de Ortiz Pinchetti a través de las pantallas de nuestras computadoras o celulares.
Aquella tarde, en aquella terraza, Paco fue testigo de que los disparos del Escuadrón Olimpia sorprendieron a los soldados, quienes reaccionaron unos minutos después abriendo fuego hacia el edificio Chihuahua para consumar la matanza que todavía a estas alturas no se puede precisar cuántas víctimas dejó. Paco recuerda que sintió un golpe secó en una pierna. Pensó que se trataba de alguna patada en medio del caos que siguió a los primeros disparos. Pero no. Fue un balazo. Al verlo en el suelo, un mayor del Olimpia lo rescató cuando Paco mostró su identificación de periodista. Bajaron los tres pisos, el militar abrazando a Paco para resguardarlo y gritando “blanco, blanco…”. Todos los miembros del batallón usaban guantes blancos para identificarse, y a los periodistas les pedían que gritaran ese color para protegerse, porque cualquiera que bajaba era recibido a golpes.
El relato de Paco continuó con sus riesgosas peripecias (la ciudad estaba prácticamente bajo sitio, los hospitales llenos e intervenidos…) hasta después de que fue operado de su pierna esa misma noche para sacarle las numerosas esquirlas en que se fragmentó la bala, en una clínica que el Ejército no tenía en su radar, por un médico conocido de un periodista amigo (por cierto un trocito de la bala no pudo ser extraído y hasta la fecha Paco lo trae en su pierna). De cómo le pidieron que escribiera una crónica recién operado, una crónica que finalmente no fue publicada en Excélsior, sino que la rescató el sacerdote Manuel Velázquez para la revista del Secretariado Social Mexicano con quien Paco colaboraba, y luego la retomó Proceso en 1988, en su edición por el 20º aniversario de la matanza de Tlatelolco.
Una lección de historia y de periodismo la que nos ofreció Paco en esta sesión carcamana, la cual fue seguida por una detallada explicación sobre cómo fue que nació el Manual de Periodismo que hicieron Vicente Leñero y Carlos Marín, que con el paso de los años se ha convertido en el libro de texto más socorrido en las escuelas y facultades de periodismo en el país y en Latinoamérica. Y sin embargo, esa colaboración entre los dos veteranos periodistas para el Manual también fue causa de su rompimiento posterior, debido a que Marín pretendió modificar el texto pero Leñero se opuso.
Otro de los puntos centrales de nuestra reunión virtual fue la celebración del cumpleaños de nuestra querida carcamana Dora Villalobos, a quien el grupo en pleno le cantó las mañanitas y brindó con ella.
No pudo faltar en nuestra sesión un largo y profundo análisis sobre el tema de la semana: el problema del agua, sobre el cual varios de los presentes coincidimos y concluimos en que el trasfondo es electoral, puesto que prácticamente acaba de arrancar el ciclo que derivará en las elecciones de junio próximo, en el que hay tanto en juego.
Escuchamos en la voz de Leo Zavala un entrañable, sentido y muy bien escrito texto de Paco Ortiz Mendoza, redactado para Leo en ocasión del libro que éste hizo especialmente para su familia, y para el cual nuestro compañero Paco intervino como editor. Desborda el talento en este grupo, sin duda.
Este viernes coincidimos y convivimos los siguientes carcamanes: Dora Villalobos y su compañero Gerardo; Gisela Franco y Alex Salmón; Carlos Mario Alvarado, Leo Zavala, Francisco Xavier Ortiz Mendoza, Paco Ortiz Pinchetti, Oksana Volchanskaya, Perla Gómez Caballero, Eva Trujillo, Martha Eugenia Dávila, Alejandro Gutiérrez, Valentín Ramírez, Servando Pineda, y Raúl Gómez Franco…