Por Jesús Chávez Marín
— [Noviembre, 2018]Es un doble honor para mí tomar la palabra en este hermoso recinto, el Centro Cultural Cuauhtémoc, en esta ciudad tan plena de energía y gracia. Y además, que la pintora Soledad Lechuga me haya invitado para que exprese algunos comentarios en torno a su exposición Arco iris en las hojas que se van.
En la exposición que hoy se presenta hay dos temas principales: uno es el de la exploración visual de dos ambientes de noble antigüedad: la cultura de Paquimé y los dibujos del arte rupestre. El segundo es la realización pictórica de una visión de la naturaleza desde una mirada poética que tiene que ver con un ambiente donde se mezclan un misticismo oriental y un estoicismo espartano.
Los paisajes que esta pintora dibuja en sus lienzos tienen un secreto que aquí voy a tomarme el atrevimiento de revelar: el arte del haikú. Ella es una gran lectora de literatura oriental y tiene extraordinaria habilidad para escribir esos clásicos poemas japoneses. Su capacidad de síntesis es prodigiosa en la composición de los versos y de igual manera aplica esa luz en los elementos de la naturaleza.
Su manejo de los colores tiene una extraña mezcla de alegría y nostalgia. Los personajes de sus cuadros son ríos y montañas, árboles y llanuras; jamás aparecen en ellos ni personas ni criaturas animadas, como si sus ojos y sus manos estuvieran instalados en el tercer día de la creación, en la pureza de los seres minerales y vegetales.
En sus temas de Paquimé y de las pinturas rupestres hallamos también esa mirada germinal, un diálogo de colores y texturas con los albores de un tiempo remoto. Una intensa investigación documental, fotográfica y presencial realizó Soledad Lechuga para conseguir estas líneas de su producción artística. Viajó por el estado en busca de aquellos dibujos que fascinaron su alma y estimularon su imaginación.
Espero que ustedes y muchos otros espectadores de Cuauhtémoc visiten en los próximos días esta exposición de sutil belleza.
Noviembre 2018
Yo tuve la suerte de visitar la exposición de Graciela y la verdad es un deleite a la vista cada uno de sus cuadros. Tiene un estilo muy personal de impregnar mucha pasión en todo lo que pinta. Extraordinaria pintora. La admiro profundamente.
Una vida dedicada a la plástica e investigación; cultura y arte; composición de colores y trazos en sus lienzos hacen que nuestros antepasados cobren vida. Me encanta.
Wow, qué hermoso escribes. Muchas gracias por escribir tan bellas palabras de mi obra. Gracias por haberme acompañado cuando pintaba algunos cuadros de esos cuadros.