Por Lilia Cisneros Luján
— Si durante más de una semana, observas con detenimiento manifestaciones multitudinarias en todo el globo terráqueo, coreando frases reivindicatorias de un ciudadano norteamericano pronunciadas antes de su muerte –no puedo respirar, me duele, mamá ayúdame– no puedes dejar de sorprenderte por el hecho de que el grueso de quienes protestan son justamente personas de tez blanca y no oscura como el fallecido ¿Realmente el racismo en contra de personas de piel morena, es suficiente detonador de manifestaciones como las que hemos visto? Los afroamericanos, latinos, vietnamitas, japoneses, ¿son siempre víctimas de discriminación? ¿Ellos nunca han discriminado a nadie?
Quiero poner tres ejemplos todos ellos de la unión americana 1.- una ciudadana americana, que habiendo dejado su país europeo de nacimiento, 25 años después solicitó su pasaporte para lo cual dejó en la oficina correspondiente toda la documentación que la acredita como hija de un héroe de la segunda guerra; persona de la tercera edad y con ánimo de iniciar actividades como voluntaria posterior a su jubilación. La respuesta de una burócrata de Texas, fue simple “nos parece que sus datos nos son confiables”. Esta ciudadana europea norteamericana, profesional jurídica, reaccionó en defensa de sus derechos además de estar ofendida por haberla tachado de mentirosa. El pasaporte llegó sin mayores datos, no sin antes obligarle a anexar fotografías y toda una historia de su vida y familia.
El segundo es muy similar, para otra ciudadana, con pasaporte y seguro social, en las oficinas de esta última dependencia, solicitando se le inscriba en el padrón de personas de la tercera edad, con derecho a atención minima de salud, y una renta simbólica, que le corresponde como ciudadana con todos sus derechos. La entrevista la hizo una mujer afroamericana, adornada con exceso de aretes, collares y pulseras y le hizo peguntas como: ¿Para qué quiere el dinero? ¿Tiene cuenta de banco? Usted es hija de un combatiente de la guerra y una ciudadana europea con familia en España, ¿en qué idioma prefiere hablar? ¿Quién le pagó su universidad? ¿Por qué nunca ha trabajado en los Estados Unidos? ¿De qué nacionalidad era su esposo e hijo? Bueno parecía realmente interrogatorio judicial y al final envió una carta que en resumen decía que no podían darle ningún apoyo ¡¡¡¡porque ella era rica!!!! El tercer caso, el que quizá muchos de ustedes han sufrido como turistas mexicanos con su visa en regla, acompañados de sus hijos o nietos lo cual no es impedimento para ser mal tratados por gente de la migración al salir de su avión; pero no por alguien de la supremacía blanca sino por burócratas agresivos que a leguas se nota su ascendiente latino. Entonces ¿cuál es lo que en realidad hay en el trasfondo de las protestas? ¿Son los abusos policíacos? No es verdad que cuando necesitamos apoyo en contra de unos mañosos, ¿quien está para ayudarnos es la policía? Los policías que doblan la rodilla ¿lo hacen para reivindicar sus culpas? Los malos policías ¿son mayoría o excepción?
Muchos de nosotros fuimos actores, o cuando menos testigos al inicio de los sesenta, de manifestaciones como las de estudiantes latinoamericanos en 1966 -La Habana- que buscaban solidificar los vínculos con obreros y campesinos para luchar contra el imperialismo. Y contrariamente a lo que suponen los que hablan del 68 sin bases, fue en California –Universidad de Berkeley– donde los estudiantes iniciaron un paro, con la bandera inicial de exigencia de la libertad de expresión. El detonador ¿fue el asesinato de Martín Luther King, la guerra de Vietnam o cual otro? Tiempo después en Francia, siendo presidente Charles de Gaulle, héroe de la segunda guerra quien visitó México y la UNAM, el reclamo estudiantil se centraba en la libertad del ejercicio sexual y las neurosis propiciadas por la limitación de su tarea del desarrollo juvenil, que con todo y esa euforia apoyaba también el cese de la guerra en Vietnam, y la descolonización de países, latinoamericanos y africanos. ¿En estos casos cual era el detonador? ¿Quiénes eran los grupos interesados de hacer crecer los movimientos agregando cuestiones raciales como la sal y pimienta del problema? ¿Por qué el sueño bolivariano –movimiento de Córdoba en 1918– de pronto ha vuelto a la palestra aun cuando está tan enterrado como el comunismo beligerante de la época en que la Unión Soviética era actor de confrontación?
Si aprovechamos el confinamiento para estudiar, veremos que los judíos fueron discriminados por los supremacistas blancos, pero hoy mismo algunos ortodoxos de esa etnia discriminan a los palestinos[1] y también se sorprendería de cuantos gobernantes de color –algunos egipcios o de Libia– estuvieron en el poder durante la expansión del imperio romano que a final del día era multiétnico, sin gran agenda por el color de la piel y en todo caso su desconfianza se centraba en “el extranjero” siendo su mayor preocupación que se perdiera al identidad cultural debido a los muchos esclavos liberados. Aumentaríamos nuestra cultura al analizar la concepción de la iglesia católica del siglo XV acerca de las razas puras, y lo que en el auge del colonialismo fueron las castas y toda la variedad resultado del mestizaje, de modo tal que no podemos ser absolutistas ni señalar que los blancos son victimarios y los negros víctimas, porque más allá del “maestro con cariño” también es cierta la realidad de personajes con poco interés en ser sujetos cooperadores, cultos o preocupados por el otro, sin importar que la piel sea casi transparente o con diversas tonalidades que ofrece la melanina.
Lo más grave de esto es el cúmulo de vidas que se pierden; conviví con jóvenes instaurados en trances heroicos, que jamás asumirán sus errores, que defendieron con la libertad y vida la posibilidad de elegir a sus maestros, sus autoridades y la organización de sus partidos. Sus hijos terminaron siendo parte de la oligarquía que hoy se combate, a la llamada generación sandwich, le sucedieron los juniors, después milenios en buena parte ninis y hoy va detrás de ellos, una juventud –sobre todo la femenina– vacía y asustada, que aún no define si prefiere ser víctima o victimarios.
[1] ¿Sabía que si Usted viaja y llega primero a Líbano, será muy difícil que lo dejen entrar en Israel?