Por Lilia Cisneros Luján
Sin lugar a dudas la violencia sexual es quizá la que más lastima, porque tiene que ver con tu intimidad, tu dignidad, tu capacidad de reproducción de la especie. Esta violencia con todas sus variables –tocamientos, abusos a los niños, relatos morbosos, penetración que lastima- es la mas notoria y de pronto ha llegado a una realidad sin límite.
Pero hay otros tipos de violencia: la laboral es una de las relevantes –a las mujeres se les paga menos, no se les da el trabajo solicitado[1] se les bloquea para llegar a puestos directivos[2] y en el ámbito de la política con todo y los avances legislativos cuando menos se difama a las que se niegan a ser cómplices de actos de corrupción o no afines a sus valores.
Luego de cinco décadas de luchas sociales con logros legislativos y programáticos se pensaría que la violencia ha disminuido ¡Falso!, la violencia se ha incrementado sobre todo en el ámbito institucional. Tomo como ejemplo emblemático el que sufren mujeres “adultas en plenitud”, que supondrían tener una tercera edad, sin sobresaltos financieros, disfrutando de la vivienda que lograron como resultado de su trabajo –luego de años de pagar hipoteca y costear mantenimiento permanente en casas que hoy son el objeto de ambición de algunos corruptos funcionarios- aun cuando sus hijos se hayan alejado para formar familia y sus maridos estén ausentes. ¿Quién las defiende de leyes confiscatorias en materia de predial, agua o luz? ¿Ha intentado razonar con la CFE, la imposibilidad de que Usted con su casa grande en Tlalpan, Coyoacán o cualquier colonia catalogada como “de alto consumo” haya aumentado su gasto de watts, solo porque así lo determina su nuevo medidor? ¿Por qué no respetan su libertad de elección para continuar con el uso de su medidor antiguo pero servible?
Cuando tiene más de 65 años, perdió la guapura que en su juventud era la causa mayor de otras violaciones, ahora debe conformarse con dar una batalla solitaria, ante instancias como: PROFECO, la Asamblea Nacional de Usuarios de la Energía, el Instituto Federal de Defensoría Pública –del consejo de la judicatura- la presidencia de la república; la Unidad de responsabilidades de la CFE, el contralor interno de la misma dependencia, que luego de recibir por más de tres años inconformidades acerca del aumento injustificado en los recibos de cobro, concluye su sarta de argumentaciones legaloides, con una amenaza de incorporación al buró de crédito. ¿Sabe que esto ha ocurrido con el servicio que por muerte de mi hija, estaba desconectado y solo prendía dos focos del patio al frente de casa cada noche? La única manera de obligarlos a retirar el medidor -impuesto sin mi autorización- colocado en el poste de la acera de enfrente, fue dejarles de pagar un recibo de $170 pesos. ¿Le parece otra forma de corrupción el haber determinado unilateralmente que el retiro del medidor se debía a falta de pago mismo que por arte de magia de ciento setenta pesos se elevó a casi mil?
Muchas otras mujeres que hemos alcanzado la categoría de abuelas –nos celebran en el discurso pero nos violan institucionalmente en los hechos- enfrentamos otro tipo de violencia, somos “personas en plenitud” pero con una pensión que no alcanza ni los dos salarios mínimos, en tanto la CFE pretende quitarnos esa misma cantidad por consumos que no hemos realizado ¿Cuánto cuesta un foco prendido por dos horas cada día, un refrigerador pequeño las 24 horas, una televisión 3 horas y una computadora tres veces a la semana por 4 horas? ¡Si la casa es grande, tiene muchos focos, pero no se prenden ahora ni los de los patios lo cual pone en riesgo mi seguridad!
Por el supuesto aumento de valor de mi propiedad –tiene casi 100 años de vida- el predial de la misma ha aumentado 800 por ciento, me hacen un descuento de 30% debido a ser vieja, por el pago anticipado ya no aplican una disminución de 10% sino de 8% ¿Debido a que parámetros de universalidad jurídica me cobran más caro que a otros ciudadanos la luz? ¿Estoy calificada como fifí? ¿Es la forma de presionar para que mi punto de vista deje de ser publicado? ¿Es por esto que las instancias de quejas de la CFE, se burlan si acaso uno se presenta a reclamar lo que considera injusto?
A partir de hoy, repetiré el procedimiento que hice con mi otro medidor: bajaré el break; cero consumo, no tendré refrigerador, ni focos, ni posibilidad de trabajar en mi computadora. Es la forma de demostrar mi hartazgo en contra de esta violencia constante que me ha infringido la CFE, durante más de 3 años. Les pagué bajo protesta, un bimestre de $1600, luego lo subieron a $1800, y ahora me ha llegado por casi $3,000. Sigo viviendo sola, sigo teniendo el mismo consumo, he gastado en revisar la instalación ¡Ya basta!, voy a empezar a invitar a otra mujeres de la tercera edad, solas y abusadas de manera violenta por instancias de gobierno, a protestar contra la CFE.
Mientras, me alumbraré con velas –gracias por la que me regalaron con motivo de mi cumpleaños- he aceptado la oferta de una queridísima amiga para ir a su casa dos veces a la semana a trabajar en mi computadora, también agradezco a las amigas solidarias que me invitan a comer con ellas algunos días de la semana y estoy en fase de cotizar un sistema fotovoltaico, lo cual me dará además la satisfacción de contribuir a la disminución de los problemas que ponen en jaque a la humanidad por el cambio climático.
Debo aclarar que para nada considero, un sistema fotovoltaico que se conecte con los medidores de la CFE. ¡No es mi deseo convertirme en accionista sin pago de regalías de esta empresa corrupta! hacerlo sería tanto como admitir que no tengo problema en ser cómplice de ellos.
Espero que el Señor Presidente tome cartas en el asunto, por lo pronto mi defensa es optar por el no uso de la energía eléctrica que nos vende a costo desproporcionado e injustificado la CFE.
[1] En 1975, un maestro me recomendó con algún alto funcionario de Televisa, quien luego de reconocer mis habilidades, señaló “tienes muy buenas calificaciones, además estás muy guapa, pero divorciada y una hija…. Ustedes se casan otra vez y nos dejan el trabajo botado.
[2] Se sorprendería de saber que Universidad privada y costosa, no consideró la promoción de una universitaria a la cual con una nomenclatura inventada le pagaron la mitad del suelo del director a quien suplía por ausencia, para finalmente negarle la promoción cuando, el director ausente dejó la posición en definitiva, solo porque ahí era el club de Toby (1979)