La soledad de Haití

Por Hermann Bellinghausen |

Nunca México estuvo tan cerca de Haití, lejana y desdichada media isla en el confín caribe. Aunque vivamos a espaldas de su realidad, ésta nos brinca a los ojos todos los días. Inunda nuestras calles desde Tapachula hasta la otra frontera, y atraviesa la Ciudad de México. Fingimos que no nos incumbe. Familias enteras, haitianos adultos, menores y los recién nacidos en el camino, abruman oficinas migratorias, refugios y parques, deambulan las calles, mendigan o se ofrecen de lo que sea. Uno en miles, el otro día vi uno paseando ocho perros finos.

Víctimas constantes de polleros y criminales, no se trata del único éxodo masivo que nos cruza. Llegan venezolanos, hondureños, cubanos, nicaragüenses. Pero el caso de Haití es tan solitario que no lo podemos ignorar. Cuando topemos con estos hermanos ensayando un frañol que viene desde sus escalas en Centro y Sudamérica, debemos considerar que el exilio no comenzó ayer, es toda una marea, y no tiene para cuándo. Quedaron atrapados sin salida en una pesadilla. Siendo haitianos los que en mayor número solicitan asilo en México según la Agencia para los Refugiados de la Organización de Naciones Unidas (ONU), consideremos los escenarios de su desgracia.

Según Human Rights Watch (HRW), Haití continúa sumido en una crisis política, humanitaria y de seguridad, que ha dejado inoperativas a todas las ramas del gobierno, exacerbando la abrumadora impunidad por las violaciones de derechos humanos. Las pandillas intensificaron su control sobre áreas estratégicas, como la principal terminal de combustible de Puerto Príncipe, afectando severamente comercios, escuelas y hospitales, con escasez de productos, agua y telecomunicaciones.

Estados Unidos y otros países repatriaron a casi 41 mil personas por vías aérea y marítima entre enero de 2021 y septiembre de 2022, y República Dominicana expulsó a casi 60 mil personas por vía terrestre entre febrero y octubre. En agosto del año pasado hubo violentas protestas contra la eliminación de los subsidios que dispuso el gobierno de Ariel Henry.

Sólo en el área metropolitana de Puerto Príncipe operan 92 bandas que luchan por el territorio, informó Fondasyon Je Klere, mientras varios funcionarios manifestaron a HRW que las pandillas tenían vínculos con políticos y policías. Hubo en el país mil 349 homicidios entre enero y agosto de 2022, y 877 secuestros. Desde 2018 se han registrado 20 masacres impunes en Puerto Príncipe, con un saldo de unas mil víctimas. Hasta octubre de 2022, eran 96 mil los desplazados sólo de la capital. Además de un peligroso conflicto fronterizo con Dominicana, existen más de 200 mil desplazados.

En septiembre pasado, Jimmy Barbecue Cherizier, ex policía y líder de la coalición de pandillas G9, que controla zonas de Puerto Príncipe, anunció una lucha con armas contra el gobierno y prometió manifestaciones diarias contra Henry en diversos barrios.

El Fondo de la ONU para la Infancia confirma un alarmante ascenso en los secuestros de mujeres y niños. Durante los primeros seis meses de 2023 hubo cerca de 300 raptos, cifra que iguala al año pasado y casi triplica a 2021. En la mayoría de los casos, el móvil de los grupos armados es utilizar a estas personas con fines económicos o tácticos. Las víctimas que consiguen regresar a casa se enfrentan a profundas cicatrices físicas y sicológicas, posiblemente durante muchos años. La agencia define como catastrófica la situación. Al menos cinco de los casi 12 millones de haitianos precisan ayuda humanitaria, entre ellos casi 3 millones de menores. El sistema sanitario se encuentra al borde del colapso y las escuelas siguen siendo atacadas. 

Cómo estarán las cosas con los saqueos, el bloqueo de carreteras y la generalizada presencia de grupos armados, que el gobierno pidió a la selección nacional de futbol que entrenara en otro país.

Según el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Haití es el país más pobre de América y tiene una de las tasas de desigualdad de ingresos más altas del mundo. En 2020, la pobreza rondó 60 por ciento. Dos tercios de los pobres habitan en zonas rurales. Al menos la mitad de la población sufre inseguridad alimentaria aguda.

El FIDA destaca: La historia de Haití ha estado marcada por la inestabilidad política y las grandes catástrofes naturales. La situación se deterioró aún más en 2021 con el asesinato del presidente Jovenel Moïse. Unas semanas después, un terremoto de magnitud 7.2 causó más de 2 mil 200 muertos y daños mayúsculos en el sur. La agricultura y la pesca representan 20 por ciento del producto interno bruto y emplean a la mitad de la población, pero su contribución a la economía viene descendiendo desde la década de 1980, y en la actualidad Haití importa buena parte de los alimentos que consume.

En julio pasado, la organización Manos Unidas informaba: El control de las grandes ciudades, sobre todo la capital, y de las vías de comunicación entre ésta y las provincias, está en manos de las bandas de gánsteres que prácticamente dominan todo intercambio comercial ante la ausencia del Estado.

Como ya ocurrió antes, y fue desastroso, un ejército internacional mandatado por la ONU buscará pacificar el país. El panorama es incierto por donde se le vea. Según el FIDA, Haití es sumamente vulnerable a los desastres naturales y al cambio climático. La península del sur está particularmente expuesta a tormentas tropicales, huracanes, inundaciones y deslizamientos de tierra. Se espera que en los próximos años las temperaturas aumenten, las precipitaciones disminuyan y los fenómenos climáticos extremos se vuelvan más frecuentes e intensos.

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