L’Osservatore Romano había acusado al escritor portugués de “pesimismo antropológico” y de ser un provocador, por sus opiniones críticas con la religión
Ahora, valora que el autor “trató de poner de relieve el factor humano” en sus historias, como la de Ensayo sobre la ceguera, la novela que le dio el Premio Nobel
El L’Osservatore de Francisco ha reivindicado la compasión que se desprende del libro, invitando “al lector a la conciencia y la responsabilidad de ver”
Por Lucía López Alonso /Religión Digital
— Con el artículo titulado “Saramago y la miopía del mal”, del periodista de L’Osservatore Romano Sergio Suchodolak, el Vaticano parece pedirle disculpas a José Saramago, una década después de su muerte, cuando acusó al escritor portugués de “pesimismo antropológico” y de ser un provocador, por sus opiniones críticas con la religión.
Dedicado a elogiar su Ensayo sobre la ceguera, la novela de Saramago que le valió el Premio Nobel de Literatura en 1998, el artículo del medio vaticano enmienda las discrepancias del pasado y valora que el autor “trató de poner de relieve el factor humano” en sus historias.
Mordaz con la Iglesia Católica en algunas de sus publicaciones, de Memorial do Convento al Evangelio según Jesucristo, Saramago dijo, al presentar su última novela, Caín, que la “Biblia era un manual de malas costumbres”.
Sin embargo, L’Osservatore Romano, en tiempos del Papado de Francisco, ha aprovechado la coyuntura de la pandemia del coronavirus para recordar Ensayo sobre la ceguera como una novela profundamente lúcida y original en la que tiene lugar una epidemia de pérdida de vista que desata el caos en medio de una sociedad segura de su modernidad.
El autor del artículo advierte que el elemento central del argumento de la novela “es el de la indiferencia y el egoísmo que, con la propagación de la pandemia, se hacen cada vez más evidentes, y que el autor denuncia con vehemencia”.
Valorando positivamente la descripción de Saramago de unas estructuras de poder “profundamente miopes”, L’Osservatore reivindica la compasión que se desprende de Ensayo sobre la ceguera. Invitando “al lector a la conciencia y la responsabilidad de ver” y de trabajar en auxilio de los otros, para que la ciudad no se vuelva “un mundo de bárbaros”.