Un escritor en los Arieles

Por Jesús Chávez Marín

— [abril, 2017] Aunque seguramente el currículum del autor ya fue leído por el maestro de ceremonias, quiero iniciar estos comentarios poniendo la ficha de autor que viene en la solapa del libro anterior de Daniel Espartaco, que se titula Memorias de un hombre nuevo, publicado en julio 2015 por la editorial Random House: “Daniel Espartaco Sánchez (Chihuahua, 1977) es autor de varios libros, entre los que destacan Cosmonauta (2011) y Autos usados (2012) seleccionados por la revista Nexos entre los mejores libros de ficción en sus respectivos años. Fue incluido en el número 47 de la revista Picnic como uno de los 100 perfiles representativos del arte y la cultura contemporánea en México. Ha sido galardonado con diferentes premios literarios. Con Autos usados obtuvo el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para obra publicada 2013. Desde 2015 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte”.

Quise poner ese breve texto, en donde faltan los títulos de sus demás libros, aunque es una ficha de la editorial que resalta solo aquellos que publicó la empresa, porque me parece suficiente información para saber que Daniel Espartaco tiene una presencia vigorosa en la tradición literaria mexicana. Sus libros se publican en editoriales con gran capacidad de distribución, son reseñados abundantemente en la precaria prensa de periodismo cultural, tiene un blog en la revista Letras Libres, etcétera.

Paralelo a sus novelas que publica en las grandes editoriales, Daniel Espartaco realiza otra línea de su sistema narrativo que parece disfrutar mucho, el que aparece en ediciones independientes, que son textos menos extensos, sobre todo en el género de la novela breve, como Gasolina, Bisontes y este que ahora presenta, Ceremonia. Esta forma literaria suele tener numerosos lectores entre jóvenes de preparatoria que no quieren leer un libro extenso y sin embargo tienen que terminar para la materia de literatura un libro completo; y a pesar de ello son muy escasas las novelas breves: Aura, de Carlos Fuentes, Las batallas en el desierto, de José Agustín, y otros al no haber más tenían que vérselas con La metamorfosis, de Kafka. Y es que este género pareciera fácil y ligero, pero requiere dos características en las que Daniel Espartaco es notablemente hábil: capacidad de síntesis y agilidad para contar historias.

Ceremonia es la perfecta novela breve. A pesar de que tiene la estructura sencilla de un extenso monólogo, el lector queda atrapado desde el primer momento, entre risa y asombro disfruta cada página, se olvida de toda otra preocupación y se dispone a vivir en el ambiente y el espacio que despliega el discurso narrativo.

Nunca se dice el nombre del protagonista, el de la voz, pero se perfila de inmediato por su lenguaje, su ironía entre cruel y cariñosa consigo mismo y con los demás, los hechos que cuenta y el desarrollo de la trama. Ni siquiera podría asegurarse de que haya una trama, en esto la novela es vanguardista y arriesgada, y a pesar de eso el interés del lector se ve constantemente fascinado. En el sonido mental de la lectura que es la zona donde suceden las aventuras, van apareciendo escenarios, sentimientos, bromas, cuentos completos insertados en la secuencia, y también se siente el flujo del tiempo narrativo, muy ceñido a la norma clásica de las 24 horas: desde que el protagonista recibe la invitación a la entrega de los Arieles a lo mejor del cine nacional, como nominado a mejor guionista, y decide llevar a su novia, hasta que salen de la ceremonia.

En esas 24 horas de monólogo redactado para sus lectores, aparecen también escenas en el presente de numerosos relatos que tienen que ver con la vida literaria de un escritor mexicano de la edad del protagonista, cercano a la edad del autor que según la ficha que puse al principio, este año cumple los 40. Al ir leyendo, en el texto van apareciendo como en cascada un montón de historias ejemplares de la literatura nacional y otras tantas de la vida conyugal y la vida de pareja de nuestra época.

Dos de los personajes más folclóricos que conocemos en esta novela son actores mexicanos que triunfaron en Hollywood y de vez en cuando también producen cine independiente, Ramiro Salas y Pepe Solís, cuyos modelos en la vida real son muy reconocibles en Gael García y Diego Luna, a quienes les gusta jugar a ser librepensadores y críticos pero siempre viven muy pendientes del glamour donde ellos son las grandes estrellas.

La verdad esta novela le hace bulla a todo mundo, nadie queda a salvo de la ironía exacta del discurso, que parece ligera y sencilla y sin embargo es como una flecha muy bien informada y redactada impecablemente. Hay un personaje que se llama El Sátrapa, quien es el ex marido de la novia del escritor, que es el vivo retrato de todos los divorciados mexicanos que existan. Hay un agente literario que entrevista al protagonista en medio de la Feria del Libro de Guadalajara y además de ser otra estampa genial de prototipo, el autor aprovecha para hacer el relato del ambiente, olores, colores, sonidos, un panorama de asombrosa nitidez. Nunca he leído una crónica de tanta vivacidad, excepto en la feria campesina que saca Flauvert en Madame Bovary.

Hay otro pasaje donde el escritor está en medio de la ceremonia de los Arieles, y le habla su mexicana mamá:

Durante la proyección de las escenas volvió a sonar mi teléfono celular: era mi madre.

―Hijo…

―Mamá, no puedo contestarte, estoy en la premiación de los Arieles.

―Lo sé, te estoy viendo en la televisión.

―¿A poco pasan esto en la televisión?

―En el canal 22.

―Ah.

―¿Por qué no te compraste un traje nuevo? ¿Por qué estás usando el de la boda de tu primo Adrián?

―Mamá, no voy a comprar un traje, no para los Arieles.

―¿Quién es la muchacha que está contigo?

―Se llama Nadezhda, mamá.

―¿Y por qué no me la has presentado?

―Oye, mamá, ahorita no puedo hablar contigo, ya nos van a nombrar.

Lo más hermoso de esta prosa tan diáfana, que es parte del estilo de Daniel Espartaco en todos sus libros, es que uno disfruta en una página sí y en la siguiente también del mar de fondo que se vislumbra desde el presente de cada relato, una vasta cantidad de información con la que trabaja este escritor tan ubicado en su tiempo, tan sedimentado en la historia universal, tan lector de varias tradiciones literarias. Un autor a quien nada le es ajeno, y que frecuenta a los clásicos y a los contemporáneos con el mismo desenfado y exactitud. Leer a Daniel Espartaco es una experiencia muy hermosa, a pesar de que habremos de cruzar algunas zonas de pesadumbre, pero siempre de una mirada a la vez burlona y bondadosa.

Sánchez, Daniel Espartaco. Ceremonia. México, 2016.

Abril 2017.

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