La SEP, la filosofía y la Cuarta Transformación

Por Gabriel Vargas Lozano (*)

—El 15 de mayo pasado, por primera vez en la historia del país, se incluyeron a la filosofía y las humanidades en el artículo tercero de la Constitución. Este fue un acontecimiento extraordinario que no ha sido considerado en su verdadera dimensión. Como se sabe, el tipo de educación que adopte el Estado define el tipo de ciudadano y de nación que se quiere constituir.

Así, en 1857 se aprobó que la educación fuera laica y gratuita; en 1867, se incorporó la educación positivista para hacer avanzar al país; en 1934, se aprobó la educación socialista para que ésta se basara en el principio de justicia social; en 1946, se cambió por la educación democrática inspirada en John Dewey y desde 1982, los gobiernos neoliberales, en los hechos, orientaron a la educación en forma tecnocrática y mercantilista, de acuerdo con la indicaciones de la OCDE.

La educación ( paideiahumanitasbildung, yecnemilice) se convirtió en una mera instrucción y al gobierno de Felipe Calderón se le hizo fácil eliminar todas las disciplinas filosóficas de la educación media superior. Afortunadamente gran parte de las comunidades científica, cultural y filosófica, del ámbito nacional e internacional, se opusieron a dicha medida y el gobierno tuvo que dar marcha atrás a su bárbara disposición.

Ahora bien, frente a los cambios constitucionales, la SEP, basándose en la separación de poderes, puede obviar la disposición constitucional y convertirla en letra muerta; dejar las reformas en manos de los influyentes grupos conservadores nacionales e internacionales o convertir a la educación en un pilar de la transformación de nuestra nación.

Ha sido por ello que el Observatorio Filosófico de México con el respaldo de la Asociación Filosófica de México y la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, hemos entregado a las máximas autoridades de la SEP un primer documento que, en resumen, propone lo siguiente: 1. Establecimiento de un programa de filosofía para niños mexicanos con el propósito de darles fuerzas intelectuales y morales frente al enorme tsunami de violencia, enajenación, desvalores y distopías con que se está formando nuestra niñez y juventud. 2. Cursos de ética, pero que no sean ni históricos, ni doctrinarios, ni basados en una posición del deber ser de los catecismos religiosos y cartillas morales, sino examen de los grandes problemas actuales desde el punto de vista laico y científico. 3. Una preparación intensiva y urgente de los docentes en la didáctica de la filosofía. 4. Establecimiento de laboratorios para la producción intensiva de materiales didácticos de carácter filosófico. 5. Apertura de los medios masivos de comunicación dependientes del gobierno a la filosofía, ya que en las pantallas de Tv UNAM, Canal 11, Canal 22 y otros, nuestra disciplina brilla por su ausencia y nuestra rica tradición filosófica está completamente olvidada.

Pero hay algo más preocupante: en la reunión que tuvimos con el subsecretario de Educación Básica de la SEP y un grupo de funcionarios, se nos informó que ya estaban trabajando en un texto de educación cívica y ética y en un proyecto educativo; sin embargo, les hicimos notar que las asociaciones e instituciones de filosofía no habían sido informadas ni tomadas en cuenta. Ese hecho me parece muy grave porque muestra el desinterés del gobierno por consultar a los especialistas y decidir, por sí y ante sí, sobre textos básicos que orientarán a todos los mexicanos.

Por último, diría que la educación filosófica es absolutamente esencial para crear una ciudadanía crítica y democrática y llevar a cabo el necesario cambio de mentalidades para que se pueda avanzar hacia una Cuarta Transformación.

Miembro del comité directivo de la FISP y Coordinador del Observatorio Filosófico de México

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