Por Lilia Cisneros Luján
—No soy bruja, ni médium, ni adivina; pero las cosas que comenté en mi pasada entrega a propósito de la muerte de un famoso cantante, parecen cumplirse tal cual y las retomaré con motivo de nuestra tradición de muertos; por lo pronto, aunque el 68, sin olvidarse, parece pintarse de otro color, es menester, revisar los elementos objetivos que dieron lugar a lo ocurrido en 1968 en la plaza de las Tres culturas.
En las diversas conferencias a las cuales se me ha invitado, suelo insistir en la imposibilidad de explicar el 68, si primero no se analiza: la reelección del Dr. Ignacio Chávez en 1964, el acceso a la presidencia en ese mismo año del Lic. Gustavo Díaz Ordaz, y el movimiento surgido en marzo de 1966, en la facultad de derecho de la UNAM. Del ex presidente Díaz Ordaz, se ha escrito una infinidad de falacias y muy poco de sus aciertos, por lo cual -leí con detenimiento la Crónica completa publicada por Sofía Guadarrama Collado, en Facebook- declaro abiertamente que coincido casi en su totalidad con lo que Sofía reconoce de este mexicano que muy lejos de lo practicado en este siglo XXI, tuvo los arrestos –en buen español local diría los pantalones- para asumir la responsabilidad por todo lo ocurrido durante su mandato. ¿Por qué no se reconoce la poca corrupción en su gestión? ¿Cuántos de los detractores del poblano aun en su muerte son incapaces de analizar los aciertos financieros de su presidencia? ¿Alguien de los que le han sucedido en el ejercicio del poder ha ponderado las consecuencias de ser demasiado transparente en sus emociones?
Para de verdad no olvidar la esencia del 2 de octubre es necesario conocer como eran y porque participaron el mes de marzo de 1966, los directivos de la sociedad de alumnos de la Facultad de derecho en el lanzamiento de un manifiesto, que ponía énfasis en los exámenes de regularización, los cambios de grupo, la exigencia de contar con maestros, la desaparición de la práctica forense como materia obligatoria y la participación del estudiantado en los sistema democráticos de la facultad[1] ¿En que momento estas sencillas peticiones se convirtieron en un movimiento agresivo, irrespetuoso de un universitario reconocido mundialmente, al cual se obligó a suscribir una renuncia grosera? ¿Eran conservadores o fifís los 29 funcionarios, un número mayoritario de maestros apoyados por miles de estudiantes que secundaron la postura universitaria representada por el rector Chávez? ¿De que se percataron los inicialmente firmantes –Sergio Mendivil,,Jesús Águila, Yeudiel Moreno y Rodolfo Flores Urquiza, para renunciar al Comité ejecutivo de la sociedad de alumnos, apoyado por cierto por los presidentes de las generaciones 62,63 y 64, además de grupos y frentes estudiantiles y partidos políticos[2] –el PRI entre ellos- para retirarse unos días después de esta lucha?
Quienes fuimos testigos de cómo la palabra y el raciocinio fue mutado por los jitomatazos, el insulto y toda suerte de manifestaciones indignas de un universitario, sabemos lo que significaba ser esquirol y hemos observado quienes de esos “revolucionarios” aprendieron hacer de la presión populista, su modus operandi ¿Cuantos de los que hoy marchan, ponderan la economía informal, la ausencia de respeto por la ley y sus instituciones son herederos de tales líderes?
Quienes se dedican a la pesca, saben que el desgaste de uno solo de los componentes de la red, es el seguro inicio de la inutilidad total de dicho instrumento de producción. Imaginar que el movimiento de 1968, surgió de manera casi mágica, es desconocer, que mientras esto ocurría en la UNAM – finalmente el rector Chávez era obligado en el primer semestre de 1966 a salir de la rectoría- durante la segunda mitad de ese mismo año en Aguascalientes, Campeche, chihuahua, Durango Guerrero, Michoacán, Jalisco., Nuevo León Puebla, san Luis Potosí, Sonora, Sinaloa, tabasco Tamaulipas , Veracruz y Yucatán, los estudiantes organizaron diversos “movimientos”, protestando contra sus rectores e incluso se apoderaron de escuelas, autobuses, pidiendo autonomía -sin realmente comprender en que consiste- y hasta se pronunciaron contra candidatos a diversos puestos políticos en su entidad[3] ¿Alguno de los eternos declarantes del 68 que aun viven, conocen de la esencia de estos movimientos?
Poco o casi nada se ha dicho de los “apoyos financieros” del Consejo Nacional de Turismo, la Embajada Americana, la propia Secretaría de la Presidencia y otros personajes, que “aceitaron” estos movimientos inicialmente estudiantiles y antecesores de lo que ocurrió en el 68. La Tita y la Nacha, representantes femeniles del primer movimiento estudiantil de la Facultad de derecho, ¿sabían quienes eran esquiroles? ¿Que tanto se ha dicho de la chispa que encendió la lucha en julio de 1968? Demandas sociales como la protagonizada por choferes en contra de permisionarios, de la Línea Coyoacán-20, lograron la participación de estudiantes -en este caso de la preparatoria 8- durante los años 66 y 67[4] ¿Las arañas y los ciudadelos, eran estudiantes o viles pandillas? ¿En que se parecen estos porros subvencionados a los “anarcos” del sigloXXI? El problema de la escuela Isaac Ochoterena ¿fue solo una lamentable coincidencia?
Para que no se olvide la historia, es menester estudiar de manera objetiva lo que entonces ocurría, la trascendencia –para bien o para mal- de quienes a la par de economía, ciencias políticas y derecho, aprendieron la importancia de la presión –a veces no justificada- violenta y sin razón así como el poco valor de políticos que por carecer de la eficiente preparación caen en la cobardía.
[1] El estudiante Inquieto, Tercera edición Maestro Ernesto Flores Zavala 1993
[2] Ibídem Paginas11 y 12
[3] Ibídem Paginas 114 a 120
[4] Ibídem Págs. 122 a 134