Por Lilia Cisneros Luján
—Este líder provenía de una familia rural y no se había distinguido por ser buen estudiante. Las limitaciones económicas y por ende la marginación social, determinaron sus luchas desde la juventud, pues imaginaba algún día ocupar el lugar primero. Como en la mayoría de los casos, la familia se esforzó para lograr cierta capacitación –la militar era ideal– que le permitiera lograr prestigio y éxito en una sociedad muy desigual, plena de corrupción y dependiente en buena forma de las conexiones que pudieran recomendarlo. Con todo y estos esfuerzos, el joven fue rechazado en diversos exámenes cuando menos cinco veces.
Tales circunstancias, sembraron en su personalidad un espíritu rebelde, crítico de todo e inconforme consuetudinario. Hasta que ciertos líderes protestantes norteamericanos le dieron la base para creer que él mismo era un segundo hijo de Dios, con la misión de instaurar el reino que ni el mismo Jesucristo habría logrado. Con su particular concepción del evangelio, logró su anhelo de poder, luego de varias revueltas, manteniéndose como líder de un buen número de inconformes organizados en diversos colectivos dando lugar, con su movimiento, al reino celestial.
Este análisis, me lleva a recordar otro líder, que desde una lucha feroz para quitar de los círculos influyentes a la minoría blanca de su país buscó el poder en los años 70, quedándose en dicha posición por casi cuatro décadas, formalizando su arribo con el impresionante apoyo del imperio , sin que ello evitara, que por el paso del tiempo, todos los que le amaron por su esfuerzo de lograr la reconciliación entre grupos antagónicos que lo describieron como el modelo a seguir por varios países del continente, se tornaron en verdaderos críticos e inconformes. No solo le desaprobaron sino le odiaron a tal grado, que se vio precisado a renunciar hace dos años. Sin la continuidad del apoyo de Inglaterra las emociones reprimidas de aquellos a los que persiguió –encarcelando y hasta matando– por considerarlos enemigos (corruptos, traidores, mafia del poder) políticos, Robert Mugabe falleció a los 95 años, después de haber sido obligado a renunciar en 2017 dejando tras de si una pobreza y hambruna más grave que la que le motivó a alcanzar el poder en 1980.
¿Qué cambió en el carácter de este presidente de Zimbawe que inicialmente logró cierta estabilidad social y hasta económica? La desconfianza derivada de un muy limitado grado de madurez ¿puede convertirse en crueldad en estos personajes, que eventualmente llegan al poder sin tener las calificaciones suficientes? ¿A sus pueblos les basta con la reiterada crítica a quienes le antecedieron en el puesto? Algo similar fue lo que ocurrió con Hong Xiuquan, líder de los hakka, en el sureste chino[1] , su obsesión por la teocracia se convirtió en otra debilidad de su movimiento que, al arengar a los mas pobres y por ende los menos capaces académica y políticamente hablando, le obligó a moverse hacia otras regiones, lo cual fue aprovechado por el imperio de entonces, cuya guerra del opio estaba en su apogeo. Un pariente de este chino Taiping, se hizo del poder en 1859 en un “reino del cielo” cuyo líder original terminó suicidándose a un costo altísimo en términos de vidas humanas, terminando el sueño de igualdad y reivindicación de los marginados en 1871, debido no solo a la muerte de Xiuquan y la traición de su primo, sino a la complicidad de los poderes del primer mundo en aras del comercio.
Si le parece familiar, puede mirar a la historia de México, no solo desde la independencia, pero si se concreta a estos últimos doscientos años, lo invito a compartirme similitudes con los dos líderes que he tomado como ejemplo de lo inútil que resulta permitir que lleguen al poder individuos más populistas que auténticos políticos. Los anhelos de construir un ferrocarril que pudiera competir con el canal de Panamá o la casi veneración de Porfirio Díaz por lo franceses es algo que nos imbuyeron desde la primaria, pero ¿que cosa puede destacar de Santa Ana además de haber sido muy rijoso y a la hora de la verdad capaz de deshacerse de la mitad de nuestro territorio para salvar la vida y obtener algo de recursos? ¿Qué podemos concluir de un Benito Juárez, quien además de amenazar con el no pago de la deuda externa, escogió a Estados Unidos como su aliado estratégico frente a potencias como Francia o Inglaterra? ¿Que esencia tiene el pedido del pueblo de Hong Kong para que el presidente Trump les ayude a no ser extraditados a la China continental?
Lo cierto es que casi nunca aprendemos, somos proclives a tropezarnos con la misma piedra; de jóvenes despreciamos –a veces hasta peleamos– a los padres y abuelos, de viejos nos cuesta trabajo asimilar la modernidad de los hijos o nietos y pocas veces, acumulamos a la propia experiencia lo que la historia o las generaciones pasadas nos han aportado.
El próximo año, habremos de testificar elecciones en América del norte –ellos y algunos con nosotros– buscarán nuestro voto como una forma de legitimar su arribo a poderes que les permiten hacer cosas, a veces raras, y todo con la jiribilla de servirnos, representarnos y buscar nuestra felicidad. Frente a ello Usted tiene cuando menos las siguientes opciones: Analizar los perfiles de cada uno de los candidatos contendientes y votar racionalmente por el que le parece más idóneo para el puesto. Dejarse encantar por la publicidad costosa –pagada por cierto con lo que Usted ha aportado para el erario– y no hacer caso e ignorar estos procesos tratando de que, al igual que Usted lo hace con sus campañas, ellos le ignoren sobre todo si de medidas confiscatorias o persecutorias se trata.
[1] Esta etnia hoy cuenta con cerca de 60 millones de personas y llegaron , a esta parte del mundo en el siglo III