Por Bernardo Barranco
Los comicios en Estados Unidos tienen repercusiones en todo el planeta. El mundo está expectante. Este fue uno de los temas en Davos, Suiza. La elección está muy cerrada, los analistas se esmeran por ofrecer una narrativa lógica en que seguido escuchamos los llamados “estados claves”.
En EU el electorado se mide por segmentos tradicionales, es decir, la identificación con un partido, la raza, la condición socioeconómica, así como la ubicación geográfica, niveles de escolaridad, etcétera. Sin embargo, al análisis del comportamiento de los votantes se ha incorporado un poderoso componente: la identidad religiosa. En el proceso electoral de 2016, el voto casi compacto de protestantes y católicos blancos fue determinante para el triunfo de Donald Trump.
El prestigioso Pew Research Center recién levantó un sondeo en que 82 por ciento de los protestantes evangélicos blancos dijeron que votarían por Trump. Lo mismo ocurre con 61 por ciento de los católicos blancos y 58 por ciento de los protestantes blancos no evangélicos. Harris ha obtenido el respaldo de más de dos tercios de los votantes registrados que son protestantes negros, ateos, agnósticos, católicos hispanos y judíos.
EU es uno de los países más religiosos de Occidente. Unos dos tercios de sus votantes se identifican como cristianos; sin embargo, la cuestión no es tan sencilla ni mecánica. Podríamos pensar que las comunidades religiosas son fuertes, pero la religión está mostrando un creciente descenso. En los 90, casi 90 por ciento de los estadunidenses se identificaban como cristianos. Ahora, más de una cuarta parte dice no tener religión. Esto es relevante hoy, porque 70 por ciento de los electores no religiosos tienen más probabilidades de votar por los demócratas, según la encuesta referida del Pew. La alineación es aún más fuerte entre los agnósticos (78 por ciento) y los ateos (84).
Hay diversas aristas. Muchos fieles se sienten decepcionados por las difusas identidades religiosas de los candidatos, incluyendo los aspirantes a la vicepresidencia. Y es que Trump, J. D. Vance, Harris y Tim Walz tienen antecedentes religiosos más complicados que la mayoría de los aspirantes en anteriores comicios. Trump creció como presbiteriano, pero ahora se identifica como cristiano no denominacional. Vance se convirtió al catolicismo cuando era adulto y su esposa, Usha Vance, es hindú.
Por su parte, Harris pertenece a una iglesia bautista, fue criada en un hogar interreligioso por un padre cristiano y una madre hindú. Luego creó su propio hogar interreligioso al casarse con el judío Douglas Emhoff. Walz creció como católico, pero se convirtió en luterano tras conocer a su esposa, Gwen.
Volviendo al Pew, los adultos estadunidenses quieren un presidente que viva una vida moral y ética coherente con sus creencias religiosas. Por ello Trump, a pesar de llamarse cristiano, en las encuestas recientes muestran que una mayoría piensa que no es tan religioso. Los propios conservadores dudan del tipo de fe de Trump. Su comportamiento ético y su lenguaje soez lo apartan del modelo del creyente prudente. Su reciente condena penal por pagos a una actriz porno para silenciarla, muestra inconsistencias en la calidad de su moralidad.
Por su parte, Harris no la tiene fácil. Ser mujer colisiona con muchos creyentes conservadores o no, que tienen arraigada una visón patriarcal. Así lo reveló el reverendo Al Sharpton, quien dijo que muchos fieles negros podrían ser reacios a votar por una mujer para presidenta.
Frédéric Strack, investigador de la Universidad de Sherbrooke, publicó el estudio Religious America: Democratic and Republican conceptions, en el que sostiene que hay enormes diferencias religiosas entre demócratas y republicanos. Observó las convenciones para elegir sus candidatos. Repara que en la Convención Nacional Demócrata prevaleció la diversidad de religiones representadas. Los 15 ministros representados se distribuyeron así: un sacerdote católico, un arzobispo cristiano ortodoxo, un sacerdote hindú, un ministro interreligioso, dos imanes, tres rabinos y seis pastores. Cuatro de los ministros eran mujeres.
Mientras en la Convención Nacional Republicana fue más monolítico, teniendo a protestantes y evangélicos blancos como protagonistas. Ni una mujer participó. Como era de esperar, no hubo tampoco ningún imán ni dirigente musulmán. Más sorprendente aún, dado el atractivo del Partido Republicano para los votantes judíos, fue la ausencia de ministros judíos.
Según el promedio nacional de encuestas, Harris tiene una ligera ventaja de 2.4 puntos sobre Trump, con 48.5 por ciento de intención de voto frente a 46.1 por ciento del ex mandatario. Pero esto no dice nada, pues en su sistema electoral, el presidente de EU es elegido indirectamente por los ciudadanos, a través de miembros de un colegio electoral. Éstos siempre votan con el voto popular de su estado.
La religión es un factor importante en los comicios de EU. Para muchos analistas, el papel del cristianismo en el panorama político de 2024 será significativo, con el auge de nuevos movimientos como el ultraderechista Nacionalismo Cristiano. Para otros observadores, el declive de lo religioso en la población de jóvenes se hará sentir en la elección.
En todo caso, en unas elecciones tan cerradas, las conductas electorales de los cristianos practicantes pueden tener un impacto aún más pronunciado en los resultados que en ciclos electorales anteriores.