Por Guadalupe Ángeles
I
Tu héroe no ha muerto
consiguió un trabajo
a la orilla del cinismo
fue a tocar su guitarra eléctrica
musicalizando promesas
mohosas
Ha perdido toda lucidez
el traje de héroe
‒lástima‒
cuelga de sus huesos laxos
como horario de burócrata converso
Sí, tal vez
su imagen ha cambiado
pero recuerda todas las canciones
y el viejo truco de posar como gato de angora
Haces bien en olvidarlo
no ha muerto
pero como se pasó de vivo
tranquila tumba es tu silencio
frontera que no cruzará
aunque quisiera
Dios bendiga la invención del silencio
ese planeta donde ahora vives
lejos de la heroicidad que hiciste
como quien arma una obra de teatro
protagonizada por cientos de personajes
interpretados por un solo actor:
tu ex-héroe
No ha muerto
‒lo sé de buena fuente‒
habrá cambiado
pero la sangre aún transita
por su cuerpo maltrecho
Olvidó cómo subir hasta la luna
para encenderla
y quizá los paisajes que te inspiró
sean fácilmente reproducibles por la IA
II
Visiones de ti se rompen como cascarones de huevo en el imaginario que compartimos y ha perdido toda vigencia en mis días, antes ávidos de ti, hoy poblados por historias genuinamente labradas como obras de arte. Que me di toda, no es necesariamente cierto, abrazaría quizá otra vez la representación creada para mí desde tu cálculo financiero, pero sabría ahora cuál es el precio, o negociaría alguna rebaja por ser cliente antiguo. Sin embargo, la lógica advierte la ventaja de invertir en otros bienes, ya que el mal está hecho, mejor será conducir la embarcación hacia otros destinos, ya vientos más serenos llevarán a paisajes inciertos pero nuevos porque nuestro viaje caducó hace muchísimas quincenas. Guardo entonces visiones de ti, empotrado en mi sueño como joya fantástica rota por ser quincalla y en mis cuadernos vivirás como fábula construida día a día, cuerpo de argamasa unido por mi voluntad de dar vida al viejo mito que ya se me cae de los labios, del corazón, inevitablemente
III
Este no es el lugar donde las cosas han ocurrido.
‒Roland Barthes
Tu rostro
tu cuerpo todo
todo fue consumado
y no fue ahí, en tu cuerpo
cuerpo de fragmentos amados
amados y nunca muertos instantes idos
idos pero enquistados en el lago abandonado de mi corazón
este corazón como semilla de un deseo
deseo dormido soñando su plenitud,
plenitud que ahora camina con pasos
ligeros de fantasma en mi sueño
sueño en el que huyo de mí, de ti,
“pesadilla”
ya no encuentro otra palabra para describir esa
luz
ese parpadeo
nosotros: mito