Por Francisco Ortiz Pinchetti
El agua se ha convertido en tema central de la contienda electoral por el gobierno de Ciudad de México. O mejor dicho, el problema de la escasez, la crisis hídrica que amenaza a los habitantes de la capital. Hoy, el debate gira entre la irresponsabilidad con la que se ha manejado el empapado asunto y las propuestas concretas para enfrentarlo desde ya.
El problema no se puede ocultar. Ni minimizar. Es tan evidente –y tan grave– que afecta ya, hoy, a más de 200 colonias en la capital. Y la temporada de estiaje, durante la cual se agudizará la escasez por razones naturales, apenas comienza.
Para empezar, sin embargo, el gobierno capitalino ha recurrido a la negación. Martí Batres Guadarrama, el sustituto de Claudia Sheinbaum Pardo en la jefatura de Gobierno, dice que no hay problema, que no pasa nada. En una entrevista con el diario El País hace unos días, aseguró que el servicio de agua está garantizado en la capital a “corto, mediano y largo plazo”. Así lo dijo. Y así lo explicó: “Las fuentes que tiene la Ciudad de México, son diversas. No es una fuente, son muchas y eso permite asegurar el servicio de agua potable para los habitantes de la Ciudad de México”.
Sí: la culpa no es de los sucesivos gobiernos autodenominados “de izquierda” que han gobernado el antiguo Distrito Federal desde 1997, hace 27 años, cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano ganó en la primera elección de la jefatura de Gobierno. La culpable única, dicen, es la Madre Naturaleza, la sequía que afecta las presas alimentadoras del sistema Cutzamala.
Mentira, claro. La sequía y la afectación de las presas (que en promedio registran menos del 35 por ciento de su capacidad) ha obligado en efecto a reducir severamente el caudal de agua potable que ese sistema aporta al área metropolitana de CDMX. La verdad sin embargo es que ese caudal proveniente de los estados de México y Michoacán representa apenas el 23 por ciento de los requerimientos totales de la metrópoli.
El problema serio radica en otra parte. Fundamentalmente en la sobreexplotación del acuífero. Y en la falta de mantenimiento a una red de distribución de 13 mil kilómetros de largo con más de 50 años de antigüedad en promedio, lo que se traduce en la pérdida infame del 40 por ciento del agua disponible en fugas.
Durante décadas, el gobierno ha recurrido a la irresponsable perforación de pozos de extracción para satisfacer la demanda, sobre todo en las alcaldías del oriente de la ciudad, con las consecuencias que ello provoca, incluido el hundimiento de la ciudad. En cambio, prácticamente no ha invertido recursos en una tarea fundamental: la renovación de las tuberías obsoletas y deterioradas por las que se pierde casi la mitad del caudal disponible. Más aún: el gobierno de Sheinbaum Pardo redujo el presupuesto destinado al mantenimiento de la red, incluida la operación de Sacmex, el organismo encargado de administrar ese recurso vital.
Es obvio que la candidata del oficialismo, Clara Brugada, no puede cuestionar esa realidad. Tiene que recurrir como sus patrones a culpar a nuestra santísima Madre Naturaleza, que seguramente está involucrada en el plan macabro de la derecha para desestabilizar al gobierno de la autollamada Cuarta Transformación.
Eso explica que la ex alcaldesa de Iztapalapa opte por nadar de muertito en la poca agua de que disponemos hoy los capitalinos. “Es un tema que no lo puede resolver solo una alcaldía ni lo puede resolver solo la ciudad; tiene que verse de manera metropolitana y megalopolitana”, dijo al plantear su programa Agua del Bienestar. “Tiene que convertirse en una política de Estado”.
De entrada también ella dice que es “mentira” que la capital del país vaya a quedarse sin agua, como han advertido expertos altamente calificados que pronostican que el “día cero” del suministro podría llegar pronto. Y entonces cae en un galimatías, como lo consignó la agencia EFE: “El agua no se puede ver solo de la ciudad, sino es un programa metropolitano para garantizar tener agua; pero para hablar del futuro y no tengamos problemas con los pozos de agua tenemos que hacer una política de Estado” (sic).
Todavía abundó la morenista: “este programa no debe ser solo cada seis años sino que debe ser estratégico “que infiltre al subsuelo”, donde hay “millones de litros de agua” (sic). También planteó crear una nueva Secretaría, la Secretaría del Agua, “que atienda temas específicos en materia de agua, que monitoree y vigile dichos trabajos” (resic).
En contraste, el candidato a la alianza opositora, Santiago Taboada Cortina, hace un diagnóstico crítico de la situación y propone una serie concreta de acciones. Afirma por lo pronto que es necesario no permitir la apertura de nuevos pozos en la capital, así como revisar las concesiones de agua de las empresas y dotar de autonomía financiera al Sistema de Aguas de Ciudad de México (Sacmex).
El abanderado conjunto del PAN, PRI y PRD ofreció al menos enfrentar el problema de la escasez de agua potable que padece la capital con acciones concretas e inmediatas: arreglo de fugas, tratamiento de aguas residuales y captación de agua de lluvia. “Yo no voy a hacer un gobierno que permita y que promueva más pozos de agua en la ciudad, ya no podemos seguir extrayendo agua. (…) Lo que queremos hacer es una nueva modalidad para tener agua en la ciudad, que tiene que ver con el tratamiento, con la captación y con arreglar las fugas”, dijo.
Es un hecho que esta “guerra del agua” y en general la crisis hídrica que nos afecta marcarán en gran medida la actual contienda electoral capitalina, al lado o tal vez por encima de cuestiones como la movilidad, la contaminación, los servicios públicos y la seguridad. Vivimos sin duda un capítulo más de “Cuando el destino nos alcance”. Válgame.
DE LA LIBRE-TA
NOMÁS TANTITO. La comedida solicitud de Andrés Manuel a los normalistas de Ayotzinapa de que “no abusen” en sus manifestaciones suena un poquito a burla, a escarnio, en tratándose de protestas por el asesinato a mansalva a manos de policías estatales de Guerrero de un compañero suyo, inerme, crimen que viene a sumarse a la tragedia de los 43 desaparecidos hace 10 años y al infame engaño de que serían encontrados. Bájenle, les pide el Presidente.
@fopinchetti