Por Francisco Ortiz Pinchetti
Esto es un caos. O un desmadre: los tiempos oficiales de la contienda electoral 2024 han sido hechos añicos. Hoy estamos en plena campaña no campaña presidencial, con tres candidatos no candidatos haciendo proselitismo por todo el país. Y el calendario del Instituto Nacional Electoral (INE) apenas indica que el pasado 20 de noviembre iniciaron las precampañas. Se supone entonces que en esta etapa, que concluye el 18 de enero de 2024, estarían contendiendo por la postulación en cada partido los respectivos precandidatos, debidamente registrados como tales.
Legalmente, apenas estamos en los albores de la disputa. Tendremos luego un periodo de “intercampaña” entre el 19 de enero y el 29 de febrero, durante el cual todo será silencio. Y a partir del 1 de marzo, arrancarán apenas tres meses de campaña formal que termina el 29 de mayo, tres días antes de los comicios del domingo 2 de junio, los más grandes por cierto de la historia de México.
Todo se adelantó, sin embargo.
Y esa fue una estrategia exitosa del Presidente, dicen. Con maña. La puso en marcha en julio de 2021, apenas pasada la elección intermedia, en la que perdió la mayoría calificada en el Congreso. Ahí voló su sueño de la reelección. Y, realista como es el tabasqueño cambió de planes y “destapó” a sus “corcholatas”. Con eso puso en marcha prematuramente el proceso de sucesión, basado en la confrontación política. Y sí, tuvo éxito.
Fue justo 5 de julio cuando el mandatario mencionó a los funcionarios que laboran en su gabinete y que podrían encabezar los esfuerzos de su movimiento en la consolidación de la auto llamada Cuarta Transformación.
“Primero hay que tomar en cuenta que es el pueblo quien va a decidir”, aseguró desde el púlpito de Palacio Nacional. “Ahora del flanco progresista liberal hay muchísimos. Como Claudia (Sheinbaum Pardo), Marcelo (Ebrard Casaubón), Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle; bueno muchísimos, afortunadamente hay relevo generacional”.
Y pum: se desató la competencia, particularmente entre los dos primeros. Los demás eran en realidad puro ornamento. En agosto siguiente, Andrés Manuel sumó a uno más: Adán Augusto López Hernández, su carnal, al que trajo de Tabasco para hacerse cargo de la Secretaría de Gobernación en lugar doña Olga Sánchez Cordero, que se regresó al Senado. Y sí: la presencia del ex gobernador del Edén en la lista provocó expectativas, dudas, especulaciones y hasta apuestas. En cierto momento, hasta pareció que se la creía el buen Adán. Y algunos ilusos.
No pocos reconocen y aplauden a López Obrador el haber promovido con su madrugadora propuesta la politización de los mexicanos. “Despertó el interés ciudadano en las cuestiones públicas”, aseguran muy ufanos sus partidarios.
Lo cierto es que sin ningún respeto a los planes y calendarios del INE, adelantó los tiempos, pasó por encima de las normas, violó las leyes y acabó imponiendo a su favorita luego de equiparar la lealtad de ésta con la muy endeble de Ebrard Casaubón. Y ya vimos que así resultó.
Me parece que hubo en la maniobra electoral del Presidente otra intención mayor: meterse a la contienda y participar en ella, sin estar en la boleta. Valoró seguramente que la sucesión no estaba asegurada para Morena ante un despertar ciudadano como el que se dio en las movilizaciones de la llamada “marea rosa”, cuando intentó debilitar y aun desaparecer al INE.
La irrupción de Xóchitl Gálvez Ruiz como inesperada candidata de la oposición confirmó sus temores y lo llevó a una intromisión abierta –y descarada, diría yo— en la elección. Aunque ha recibido amonestaciones de la autoridad electoral e inclusive sanciones como la de serle prohibido hacer alusiones a la aguerrida ex senadora hidalguense, sus infracciones a la legislación electoral vigente son prácticamente cotidianas. Ahora se queja de normas estrictas que en buena medida se debieron a sus exigencias como líder opositor, cuando las reformas políticas de 2007 y 2014.
El intento fallido de prolongar hasta 2024 la presidencia del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que fue considerado como ensayo de una posible ampliación de su propio mandato, fue otro factor que enfrentó al Mesías de Macuspana con su ineludible realidad: dejar la Presidencia de la República el 1 de octubre de 2024… ¿sin dejar el poder?
A pesar de que en inusual ceremonia le entregó a ella un “bastón de mando”, lo cierto es que Claudia es quien puede hacer que esa pregunta se responda de sentido afirmativo. De ello tuvimos clara evidencia hace unos días, cuando el candidato de Sheinbaum Pardo a la jefatura de Gobierno de Ciudad de México, Omar García Harfuch, fue groseramente –por decirlo suave– bajado de la postulación a pesar de haber resultado claro triunfador en la encuesta, para ceder el lugar a la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada Molina.
El destape prematuro de las “corcholatas” y el adelanto en general del proceso sucesorio de López Obrador, obligó también a la oposición a acelerar sus tiempos. Así, se forzó sin madurar la alianza entre el PAN, PRI y PRD para formar el Frente opositor, y se violentaron los procedimientos establecidos por los mismos partidos participantes en la nominación de Xóchitl, lo que raspó innecesariamente la imagen de la hoy ex senadora.
En suma, se suprimió en los hechos la etapa de la pre campaña, durante la cual debiera haberse dado la contienda interna en cada partido, y hoy estanos frente a una campaña no campaña en la que dos candidatas y un candidato no candidatos recorren el país para no hacer propuestas ni pedir el voto de los ciudadanos, pero al mismo tiempo ofrecer continuidad o cambio, según el caso, a los confundidos ciudadanos.
Todo eso y más pudieran quedar en lo meramente anecdótico. Lo preocupante de ese desmadre electoral es que auspicia infracciones de partidos y candidatos que pueden ser impugnadas. Actos adelantados de campaña, rebase del tope gastos, utilización de recursos públicos, omisiones de información sobre gastos y transparencia. De hecho, hay ya decenas de quejas presentadas ante el órgano electoral. Y algunas de ellas, ojo, podrían ser motivo de inhabilitación de candidatos y hasta de anulación de la elección. Válgame.
DE LA LIBRE-TA
BERRINCHUDO. Cuatro días le duró la dignidad al alcalde priista de Cuajimalpa, Ruvalcaba, luego de que lo dejaron vestido y alborotado con el señuelo de la candidatura por la jefatura de gobierno de CDMX. Tras anunciar su renuncia al PRI, acusar a Alito de traición, tratar de embarrar a Santiago Taboada y amenazar con que sus amigos diputados avalarían la ratificación de Ernestina Godoy como titular de la Fiscalía General de Justicia capitalina, lo cual fue un cuento chino, salió con su domingo 7: “El PRI es más que Alito”, dijo. “No me voy a ir del PRI sin dar la lucha”.
@fopnchetti