Los siete salmos de Paul Simon

Por Pablo Espinosa | La Jornada

El nuevo álbum de Paul Simon busca instalarnos en el espacio del sueño. Estamos frente a un acto de música pura: una sola pieza de 33 minutos dividida en siete salmos; se titula Seven Psalms y es la obra maestra del poeta Paul Simon, lograda a los 82 años de edad a manera de despedida, pues al terminar de grabar el disco se dio cuenta de que dejó de percibir sonidos en su oído izquierdo; él dice que los médicos no encuentran la causa, pero es sabido que perder el oído es uno de los síntomas poscovid, lo cual remata la decisión tomada hace cinco años: dejar de presentarse en vivo. Es una bella, bellísima despedida.

¿Qué es un acto de música pura? Aquel donde ocurre la magia. En palabras de Paul Simon: es un viaje, una caminata, una jornada, una línea ondulante en el horizonte que, si la alcanzas, ocurre lo mágico.

La música de este disco es sumamente hermosa, sencilla y contundente como los dibujos de Da Vinci, los frescos de Botticelli, los ángeles de Fra Angelico. Una simple guitarra acústica y pinceladas de un violonchelo, una flauta, un violín, una tiorba, percusiones acuáticas, campanas tibetanas. Todo es bello y es mágico, como un sueño.

Un acto de música pura es aquel donde no hay lucimientos, circo, espectacularidad, solamente música. No hay riffs, no hay cantinelas, no hay estribillos, solamente lo que dicta el corazón.

Es uno de los discos más hermosos jamás logrados, un acto poético, una epifanía.

Guitarra acústica y voz, solamente. Paul Simon cantila, encandila, ulula, pendula, eleva la voz, susurra, hace alarde de musicalidad, se ubica en el lugar que le corresponde: uno de los más grandes melodistas de la historia de la música y un gran, gran poeta.

Por el título se pensaría en música religiosa. Por el contrario, es una inda-gación, un debate interno, “una discusión conmigo mismo acerca de creer o no creer”, en palabras del músico.

Toma el título de los himnos atribuidos al rey David y toma el término “ingeniero” para referirse a Dios en su “ingeniería”: la creación divina.

Es un acto de música pura porque lo gobierna la prosodia, que es la madre de toda poesía que lleva música. El mero texto por sí solo es una obra maestra. Cantado adquiere dimen-siones metafísicas.

La intención del autor es situarnos “en el espacio del sueño, y si eso es lo que queremos, es menester dejar de lado todo juicio”.

Un acto de música pura es un sueño grabado en un disco.

Paul Simon lo explica así: “El 15 de enero de 2019 tuve un sueño donde me fue dicho: ‘estás trabajando en una pieza que se llama Siete salmos’. Fue un sueño muy profundo e intenso, que continuó durante muchas semanas, en las que me levantaba entre tres y media y cinco de la mañana a escribir lo que me fue dictado”.

Eso lo narra Simon en un video donde lo vemos durante las jornadas de grabación del disco, atento a todo detalle, analizando sus sueños y compartiéndolos con colegas como Wynton Marsalis, otro sabio, quien exclama: “Es una música muy bella que me dicta al oído suavemente. Es un acto de simbolismo, una actitud frente a la vida, frente a nuestra condición de mortalidad; todo fluye de manera natural, como el fluir de la vida, y lo entendemos todo cuando, al escuchar esta suave música en nuestros oídos, nos damos cuenta de que un amanecer es idéntico a un ocaso”.

Reseñar este disco, luego de escucharlo durante días y noches hasta dejarlo flotando en nuestra mente, es el fluir de un río, el fluir de la poesía que escribió Paul Simon y canta como himnos, como salmos:

Como me enseñó mi querido amigo José Emilio Pacheco, coloco a continuación peldaños de la escalinata monumental que construyó este simple mortal, Paul Simon, en su divina ingeniería, porque, me decía José Emilio: “recuerda, mi querido Pablo en poesía no hay traducción, hay versión”.

“He estado reflexionando –inicia así Simon su disco Seven Psalms– acerca de la gran migración: anochece y en medio de la noche se apartan del rebaño y en mi mente continúan su caminata nocturna: hierba hiriente, rocas como fauces.

“Dios es mi ingeniero, es la tierra donde transito; Dios es un rostro que flota en el ambiente, el camino en que me deslizo y me resbalo. Es un cometa de cristal, una noche estrellada, una luna de plata. Es suavizar el filo del umbral que parte en dos la luz del día y se convierte en noche que ahora ya cambió, rosa nocturna, voces tribales, ancianas, y jóvenes celebraciones.

“Es la historia de mi familia pero cantada, es el río que fluye eternamente. Dios es un jardín virgen. Dios es el jardinero. Dios es un manjar para el más pobre de los pobres. Una puerta que se abre para todo extraño.

“Sigue Simon: Lágrimas y flores que seca el pasar del tiempo, recuerdos que nos abandonan, melodías y ritmos que suenan cuando sopla gélidamente el viento. Las semillas que recogemos de los guantes del jardinero nos dan vida eterna porque nada muere por causa del demasiado amor.”

Sigue Simon en sus salmos. Duro: “Dios es el virus del covid, es el océa-no en crecida. Dios es una espada terrible en su velocidad. Es una verdad sencilla que sobrevive”.

El nuevo disco de Paul Simon se escucha y se lee de una sentada y está concebido como una obra unitaria cuyas siete secciones se suceden una a la siguiente mediante breves interludios o en el conocido sistema técnico de las sinfonías: attaca.

Cambiamos al siguiente movimiento de esta bella sinfonía titulada Seven Psalms:

“El amor es un trenzado. Algún día, y no es que descrea, estará tejido con caracoles, finos peines hechos de jade, para adornarlo y ungirlo. Debo decir que viví una vida de lamentos placenteros hasta que llegó el momento decisivo y me partió en pedazos cual ramita bajo vendaval de invierno y escuché mi nombre y en ese tiempo de oraciones y de espera donde duda y razón imperan, un jurado se sentó a deliberar y dijo todo está perdido, o todo está en su sitio.

“Hogar, casa, sol de mi peldaño desencadena mis encuentros y ahora soy niño otra vez, enlazado en tu amor, en tu luz, en la cálida sombra del verano cuando el jardín cobija una rosa y una espina y una vez tomada la decisión y todo es dejar atrás, todo curado de lo que fue una espina porque el amor es una trama.”

Transcurre el disco de Paul Simon, Seven Psalms. Ahora vemos, escuchamos a dos vacas conversar filosas, filósofas, sonrientes, tan escépticas, burlonas.

Sigue Simon en su dramaturgia:

“Yo, el último de la fila, solamente espero que las puertas no se cierren antes de que obtenga tu perdón.

“Hiende tu mano en las aguas celestiales, que son la imaginación de Dios, son toda la abundancia de la vida condensada en una gota. Pero yo, yo tengo mis razones para ser escéptico. En todo caso, nuestro corazón late dos billones de veces, enarbolamos una bandera en el desfile póstumo y una luz ligera aligera el dolor. Dos billones de veces late nuestro corazón y pum. ¿O es que todo entonces, cuando pum, todo vuelve a recomenzar? Hiende tu mano en las aguas celestiales, que son la imaginación de Dios”.

Por su belleza, dejo de hacer versiones de la poesía de Paul Simon y cito textual ahora:

A change of mood / a summer storm erased the sunny sky /

y narra ahora Simon otra historia que soñó: después de que esa tormenta de verano borró el sol del cielo, él y su esposa dieron un aventón a una pareja que les hizo señas en la carretera: una metáfora del momento trágico de las historias de refugiados y migrantes que vive la humanidad.

El sexto salmo del disco: El arpa sagrada de David:

The ringing strings / the thought that God turns music into bliss / the moon appeared as amber in the mist // The Lord is a puff of smoke / That disappears when the winds blow / The Lord is my personal joke / My reflection in the window // The Lord is the music I hear /Deep in the valley, elusive.

El séptimo salmo es la despedida, pero se llama Wait: no estoy listo aún, apenas emparejo mis aperos y escucho a lo lejos mis cantos fantasmales y los lamentos de mis penas. Lo sé, la vida es un meteoro y el cielo es hermoso, casi como mi casa; alistémonos, es hora de partir, quiero creer en un sueño en el que trascendemos, quiero creer en que todo es una transición y todo acaba pero recomienza.

Life is a meteor / let your eyes roam / heaven is beautiful / It’s almost like home / children, get ready / It’s time to come home. Amen

Twitter: @PabloEspinosaB

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