La reforma imposible

Por Francisco Ortiz Pinchetti

Derrotada en la Cámara de Diputados por la oposición, que no permitió que el partido del Presidente y sus aliados alcanzaran la mayoría calificada, la Reforma Electoral de Andrés Manuel está definitivamente muerta. Sus afanes por revivirla a través de la modificación de más de 400 artículos de seis leyes secundarias tienen más de revancha, provocación y falacia que de un recurso alternativo para lograr cambios en materia electoral.

El propio López Obrador debe tener bien claro que la “reforma” que aparenta promover por conducto de su llamado Plan “B”, es una misión imposible. El primer, inmediato escollo que enfrentará la minuta enviada por la Cámara de Diputados al Senado está precisamente ahí, en la Cámara Alta.

La declaración del coordinador de la bancada de Morena, Ricardo Monreal Ávila, de que el documento en cuestión y la iniciativa toda serán objeto de un análisis serio y detenido, sin apresuramientos ni fast track, es ya un primer indicio de que el tema encontrará obstáculos que no tuvo en absoluto en la actitud abyecta y servil de los diputados, que la aprobaron en unas horas sin siquiera conocerla.

Paradójicamente y no, el tema está hoy en gran medida en manos del “senador rebelde”, luego de que el zacatecano abiertamente aceptó la posibilidad de unirse a la Alianza Opositora ante los comicios presidenciales de 2024, aunque cuidando de no hacer explícita una ruptura definitiva con el Presidente. Monreal Ávila tiene en su alforja los votos suficientes de correligionarios –y partidarios—suyos para definir la votación sobre las reformas electorales secundarias de AMLO en el Senado. Es una onza de oro, que puede cambiar por una negociación favorable para él con el Señor… u ofrecerla a cuenta de una candidatura a los partidos opositores.

Por lo pronto, el coordinador morenista tiene la posibilidad de posponer la discusión del dictamen respectivo en el plano, hasta el año próximo. El actual periodo de sesiones del Congreso termina este 15 de diciembre, dentro de escasos seis días. Un análisis “serio y detenido” del documento presidencial de 307 cuartillas seguramente llevaría más tiempo, además del requerido para la discusión y posible aprobación del dictamen respectivo.

La verdad, sin embargo, es que tampoco con la aprobación de la minuta en el Senado de la República el dichoso Plan “B” podrá prosperar a la postre. Son tantas y tan obvias las contradicciones y abiertas violaciones a la Constitución que contiene, que la impugnación opositora seguramente prosperaría en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Y eso también lo sabe el Presidente.

De hecho, el tabasqueño está repitiendo el cartabón que siguió en el caso de la reforma eléctrica, que una vez rechazada su iniciativa de reforma constitucional, y luego de acusar de “traidores a la patria” a los legisladores de oposición por no aprobarla, la cambalachó por una serie de cambios a leyes segundarias, aprobados por supuesto por su mayoría simple… e impugnados ante la SCJN.

En el caso de su Plan “B” electoral, la premura verdaderamente vergonzosa con la que apuró su aprobación en la madrugada del miércoles pasado tuvo un objetivo adicional, que en parte se alcanzó: mitigar el golpe mediático que significada la derrota de su Reforma Electoral Constitucional en la Cámara Baja. Aunque los noticiarios de la noche del martes presentaron de manera destacada ese hecho negativo para el Mandatario, varios periódicos matutinos alcanzaron a dar cuenta también de la aprobación de las leyes segundarias, con lo que el golpe se mediatizó parcialmente.

Por lo demás, es claro que se trata de una nueva provocación, coherente con la estrategia presidencial de confrontación y polarización entre los mexicanos. Ante “El INE no se toca”, endereza otra vez sus baterías contra esa institución, sin importar para nada la veracidad de sus argumentos, y logra enardecer de nuevo a sus adversarios, como él llama da todos los que no piensan como él y acatan sus mandamientos.

Parte Andrés Manuel de una falacia para según él fundamentar toda su iniciativa de reformas a leyes secundarias. Dice que el INE es ejemplo de uno de los legados más nocivos de los gobiernos neoliberales, como fue la existencia de instituciones ‘descentralizadas’ y ‘autónomas’ que sirvieron para otorgar cuotas a grupos de interés de la ‘sociedad civil’, intelectuales orgánicos, cooptados y convertidos en satélites de las cúpulas partidistas.

Y se lanza a mentir, de frente: “En vez de garantizar elecciones libres, confiables, democráticas, auténticas, ha convertido a una élite académica en garante de abusos en el uso de gasto público y cómplice protectora de conductas electorales fraudulentas e ilegales, lo que ha retrasado el tránsito político de México a la democracia…”.

Todo lo cual a mi modesto entender demuestra que la Reforma Electoral de Andrés Manuel está más muerta que las aspiraciones de la selección nacional en Qatar. Válgame.

 DE LA LIBRE-TA

GARROTAZO. Un fuerte golpe a la credibilidad de Marcelo Ebrard Casaubón, uno de sus corcholatas, propinó el Presidente al desmentir a su propio canciller en su afirmación de que el depuesto y detenido expresidente peruano Pedro Castillo Terrones no había solicitado asilo político a México. Andrés Manuel en cambio afirmó desde el púlpito de Palacio Nacional que el propio Castillo, su amigo, le llamó personalmente para pedirle de manera urgente asilo en la embajada de México en Lima y que él de inmediato se lo comunicó a Ebrard Casaubón para que ordenara que le abrieran las puertas de nuestra sede diplomática de la municipalidad limeña de San Isidro. ¿O fue sin querer queriendo?

Twitter @fopinchetti

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