Por Jesús Chávez Marín
A finales de los años setentas aparecieron en la editorial Siglo XXI, en pequeños tomos, varios libros de Mario Benedetti que tuvieron una gran distribución. Lo pusieron de moda. Sus libros de cuentos eran una mezcla de dramatismo político y amor libre y “tierno”, gente joven que era torturada en oscuras mazmorras por militares bien maniáticos; mujeres que luchaban hombro con hombro junto a sus amantes y todavía se daban tiempo para consolarlos con palabras maternales y cariño verdad.
Se asomaba en esas páginas la realidad atroz de las dictaduras militares latinoamericanas que en los sesentas y setentas gobernaba grandes regiones, y de alguna manera se reflejaban también en las páginas idealistas y un tanto ingenuas de Benedetti los oscuros procedimientos policiacos que en México protagonizaban las Brigadas Blancas de Nassar Haro y otros por el estilo.
Mario Benedetti nació en Uruguay en 1920. En 1949 publicó Esta mañana, su primer libro de cuentos, y un año después su primera novela Quién de nosotros. Con su novela La tregua logró trascendencia internacional. Desde 1973, por razones políticas, vivió 12 años en el exilio en Argentina, Perú, Cuba y España.
Su vasta obra literaria abarca todos los géneros. Entre sus títulos destacan: en novela Gracias por el fuego y Primavera con una esquina rota; en ensayo El escritor latinoamericano y la revolución posible; en cuento Con o sin nostalgia y en poesía Poemas de la oficina. De sus 70 libros publicados, lo mejor es su novela El cumpleaños de Juan Ángel.
Una obra abundante e irregular, de donde seguramente la tradición literaria habrá de rescatar sus mejores páginas. Sin duda llegó a ser un escritor de fama y fortuna, de culto entre los cursis y los amantes de la propaganda política de izquierda. Un ejemplo de su trivialización masiva son correos electrónicos que reproducen sus poemas “con mensaje” y las canciones sentimentales que musicalizaron algunos de sus versos, como aquella insoportable de “si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos”.
Su biógrafo Mario Paoletti, al comentar la obra de otro autor, expresa con claridad la característica esencial de la obra de Benedetti como poeta menor: “En la plaza San Martín se le reveló (a M. B.) la poesía bajo la forma de un tomito de Austral, la Antología de Baldomero, uno de esos grandes poetas menores que existen en todas las literaturas y cuya misión consiste, de tiempo en tiempo, en devolverle a la poesía lo que tiene de oficio feliz. En aquella época dominada por las modas de la escritura críptica y hermética, verdaderos callejones sin salida, Mario acogerá entusiasmado este espejo que ofrece el poeta Baldomero”.
Oficio feliz, sin duda, fue para Mario Benedetti su escritura. Por eso escribió muchas páginas disfrutables de narrativa, aunque sus poemas siempre fueron edulcorados, sordos y sin la menor sabiduría, de un machismo iluso y casi ridículo: “porque la noche pasa y digo amor, porque eres linda desde el pie hasta el alma, pequeña y dulce, porque eres mía”.
En fin, cada quien es libre de elegir al escritor que le dé la gana para leerlo con gusto. Muchos eligieron a Benedetti y lo leyeron placer y con respeto. Algunos otros, tenemos qué agradecerle por haber sido, sin duda, un agradable autor para nuestra lejana juventud. Quizá muchos lo seguirán leyendo algunos años más hasta que se desvanezca en el olvido.
Sin embargo quedará el vigor y la buena prosa experimental de su excelente novela El cumpleaños de Juan Ángel, la cual sin duda resistirá con firmeza el corrosivo y polvoriento peso de los años que sepultan en una fosa común infinita a tantos y tantos escritores que como Benedetti estuvieron tan de moda por un tiempo.
La crítica moderna considera El cumpleaños de Juan Ángel (1971) como un texto poético narrativo de alta calidad; en este fragmento de esa novela escrita sin puntuación ni mayúsculas como se puso de moda escribir en los años setentas, podremos apreciar su encanto y dramatismo:
este viernes intacto se abre en una habitación a ciegas este veintiséis de agosto a las siete y cincuenta yo osvaldo puente empiezo por ser un niño de miedo enterizo y ojos cerrados y sobre todo de pies fríos que sueña cuestabajo con dos tucanes dos tucanes hermosos y balanceándose de esos que solo vienen en los almanaques seguiré algunas horas siendo niño ante todo una estricta composición de lugar no todas las mañanas se cumplen ocho agostos y ahora vendrá la madre o sea mamá con su sonrisa quieta sus delgados brazos color flamenco a decir a volar a romper el champán sobre el barco del año seguiré algunas horas pero los postigos están cerrados el día externo se limita a líneas perfectas verticales luminosas pequeñas concesiones que hace la sombra poco menos que vencida la oscuridad que ya no puede más la pobre quiere decir entonces que a esta altura tengo los ojos otra vez receptivos que el miedo compacto empieza a desfibrarse que los tucanes quedaron allá arriba y yo estoy aquí abajo con los pies fríos buen día dice la madre o sea mamá con su sonrisa quieta su color de flamenco y además cosa nueva con las piernas muy juntas y el largo cabello que se dobla en los hombros cuidado que me estoy despertando yo compatriota de ocho años comienzo a joderme desde infante a consolarme como si vivir mereciera consuelo sé que estoy lleno de parientes de primos segundos padres equidistantes grandes trinchantes y roperos y cómodas sillas con abuelos monopatines hermanita etcétera tengo en la mano un naipesueño no está mal pero sobre todo no está bien debo acostumbrarme de una vez por todas al vacío y así mismo a la desbordante plenitud cuidado mundo gente cosas cuidadito que me estoy despertando los hermosos tucanes se balancean aún pero en su inminente desequilibrio ya no me miran con su ojo lateral y admonitorio yo compatriota de ocho años traigo una serie completa de intenciones que incluyen las celestiales y las aviesas un estuche de intenciones que todavía no he abierto porque entiéndanme apenas tengo ocho años y eso significa caramelos de menta bocones de colores en maraña gaudeamus varios de dulce de leche y maestras de guardapolvo blanco de las que estoy condenado a enamorarme nada más para no defraudar a freud un baúl de propósitos que aún desconozco pero que están seguramente en mí como la pupila el bazo la vejiga justamente me estoy despertando y tengo tantas ganas de orinar como cualquier día que no sea mi cumpleaños hola digo con la voz de ayer corregida por el moho de hoy que los cumplas muy feliz dice mamá flamenco poniendo en la sonrisa toda su elegancia que no es mucha por qué será que el cariño se rodea de fosforescencias inútiles sin embargo hay que admitir que estos besos me hacen justicia tiernos y discontinuos besos con gusto a tanjarina en cierto modo me siento como un precoz profesional de la dicha
Mayo 2010.