Por Jesús Bastante RD/Efe
La Santa Sede, ante el espejo de la corrupción de sus estructuras
— Un cardenal defenestrado por el Papa. Una espía en el continente africano y una red diplomática paralela a la de la Santa Sede. Inversiones en palacios en la zona vip de Londres, paraísos fiscales, bolsos de Chanel o películas de Elton John. Una espiral de corrupción que afecta a los principales órganos del Vaticano.
Y, sobre todo, más de 400 millones de euros robados del dinero que los católicos entregan al Papa para ayudar a los pobres. Todo esto se juzga a partir de este martes, en el mayor macrojuicio de la historia de la Santa Sede, que sienta en el banquillo de los acusados a una decena de jerarcas de la Curia, entre ellos el cardenal Angelo Becciu, hasta hace unos meses máximo responsable de la ‘máquina de santos’ del Vaticano y que podría acabar en la cárcel, acusado, entre otras cosas, de malversación de fondos y soborno durante su etapa como número dos de la Secretaría de Estado.
El juicio, para el que se ha habilitado una inmensa sala de los Museos Vaticanos, es histórico por varias razones. La principal, porque es la primera vez que se encausa a un miembro del Colegio Cardenalicio, cuya actuación pudo resultar clave para un agujero en las arcas vaticanas que los expertos estiman en más de 400 millones de euros.
La segunda, porque independientemente de las condenas, este proceso marca un antes y un después en la apuesta por la transparencia del Papa Francisco, que ha acabado con el descontrol en las cuentas vaticanas, y está a punto de concluir la tan ansiada reforma de la Curia, que acabará con los privilegios –y las oscuridades– de los ministerios vaticanos.
Corrupción, extorsión, autoblanqueo…
Junto a Becciu también pasarán por el banquillo el bróker Gianluigi Torzi, acusado de haberse quedado con una comisión de 15 millones de euros por la compra-venta del palacio de Sloane Avenue de Londres –un 10% de la cantidad que Becciu habría aprobado sacar de los fondos del Óbolo de San Pedro, el dinero que los católicos de todo el mundo ofrecen al Papa para obras de caridad–; el ex presidente de la Autoridad de Supervisión Financiera de la Santa Sede (AIF), René Brülhart, quien debía vigilar la legalidad de las inversiones vaticanas y a quien la Fiscalía acusa de abuso de funciones, al igual que a su mano derecha, Tommaso di Ruzza; o monseñor Mauro Carlino, antiguo secretario del sustituto de la Secretaría de Estado, acusado de extorsión.
Junto a ellos, los antiguos responsables de las inversiones de la Secretaría de Estado, como Enrico Craso, procesado por malversación, corrupción, extorsión, blanqueo de capitales y autoblanqueo, estafa, abuso de funciones, falsificación de documentos públicos por un particular y falsificación de documentos privados; o Raffaele Mincione, el broker que hizo que la Secretaría de Estado suscribiera importantes acciones del fondo que poseía el palacio londinense, y que posteriormente utilizó ese dinero, presuntamente, para inversiones especulativas y blanqueo de dinero.
Nicola Squillace, abogado implicado en las negociaciones; Fabrizio Tirabassi, funcionario secretario en la Oficina Administrativa de la Secretaría de Estado que desempeñó un papel destacado en el asunto, acusado de corrupción, extorsión, malversación, estafa y abuso de funciones; y Cecilia Marogna, la amiga de Becciu, quien recibió más de medio millón de euros de la Secretaría de Estado por trabajos relacionados con supuestas negociaciones para la liberación de misioneros secuestrados, así como para la creación de una red diplomática paralela a la oficial de la Santa Sede. De ese dinero, cerca de 200.000 euros fueron utilizados para la compra de artículos de lujo en marcas como Prada, Tod’s o Chanel.
Fondos de inversión y paraísos fiscales
Según el escrito de la Fiscalía, de casi 500 folios, la parte del león del escándalo está en la compra de un complejo en el número 60 de la avenida Sloane del barrio londinense de Chelsea a través del fondo Athena Capital, al que se hicieron hasta siete ingresos de 200 millones de dólares del Óbolo. El promotor de Justicia (fiscal) vaticano estima que, solo en el palacio londinense, se han destinado unos 454 millones de euros utilizando “esquemas totalmente anormales“.
Otro fondo, el Centurion, con sede en Malta, pudo utilizar casi 71 millones de euros del Vaticano en inversiones en empresas como la juguetera Giochi Preziosi, la producción de películas como Rocketman o Men in Black, o la adquisición de un inmueble en Roma por 13 millones de euros con la excusa, falsa, de que era una inversión del hospital Bambino Gesú.
El papel de Becciu y de sus hermanos
¿Y cuál fue el papel de Becciu? La fiscalía vaticana dedica 73 páginas a analizar al cardenal italiano y los pagos que la Secretaría de Estado y la Conferencia Episcopal italiana otorgaron a varias empresas, entre ellas una cervecera, propiedad de uno de sus hermanos. Un mecanismo similar al utilizado para ayudar a amigos en las nunciaturas de Cuba o Angola, así como unas obras “escandalosas” en la Nunciatura en Egipto, facturadas a la carpintería de otro hermano de Becciu.
En lo tocante al edificio de Londres, la fiscalía estima que Becciu pudo participar en dos de las ofertas de recompra del edificio, por importe de más de 350 millones de euros. Sí que parece probada la autorización del cardenal para la inversión de 200 millones de dólares del Óbolo de San Pedro en el fondo Athena “sin un mínimo de garantías y, sobre todo, sin ningún control para evitar que las ofrendas de los fieles pagadas para subvencionar obras de caridad se utilizaran para financiar temerarias incursiones especulativas”, según el informe de Fiscalía.
Angelo Becciu: el ocaso del hombre llamado a ser el candidato a Papa del sector italiano
— El cardenal Angelo Becciu, que en el pasado fue uno de los hombres más poderosos de la Curia y estrecho colaborador del papa Francisco, será juzgado desde hoy en el Vaticano en un proceso histórico sobre corrupción, que sienta por primera vez a un cardenal en el banquillo.
Nacido en Cerdeña (Italia) el 2 de junio de 1948, Becciu fue ordenado sacerdote el 27 de agosto de 1972. Hasta el año pasado, era uno de los hombres más influyentes del Vaticano, pero se vio salpicado por un escándalo relacionado con inversiones en un edificio de lujo en Londres con fondos de la Iglesia católica y en septiembre del 2020 el papa Francisco aceptó su renuncia.
La Santa Sede no dio entonces detalles, pero el propio Becciu comentó más tarde que no había sido voluntaria, sino que lo había hecho a petición de Francisco.
Primer cardenal juzgado en el Vaticano
Será la primera vez que un cardenal se sienta ante el tribunal del Estado Ciudad del Vaticano.
Lo hará junto con otras nueve personas acusadas de malversación de fondos, blanqueo de dinero, fraude y abuso de poder en el caso que investiga la irregular inversión de unos 350 millones de euros en un edificio de Londres.
Como novedad, el juicio se regirá por las nuevas normas emitidas por el papa el pasado 30 de abril en un “motu proprio” (documento pontificio) que asigna a la Justicia ordinaria del Vaticano los eventuales juicios penales a cardenales y obispos, hasta ahora competencia del Tribunal Supremo.
Becciu siempre ha defendido su inocencia y ha dicho que lo único que ha hecho es dedicar su vida a la Iglesia, y que este juicio servirá para comprobar las falsas acusaciones en su contra.
“Soy víctima de una maquinación deliberada en mi contra, y esperaba desde hace tiempo conocer los cargos que se me imputan, para poder desmentirlos rápidamente y demostrar al mundo mi absoluta inocencia”, dijo el 3 de julio, después de que el Vaticano anunciara la fecha del juicio.
En 1984, ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede y posteriormente trabajó en las Representaciones Pontificias en República Centroafricana, Sudán, Nueva Zelanda, Liberia, Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos.
El 15 de octubre de 2001, el ahora san Juan Pablo II le nombró nuncio apostólico en Angola, elevándolo al mismo tiempo a la sede titular de Roselle, con la dignidad de arzobispo; y un mes después, fue nombrado nuncio apostólico en Santo Tomé y Príncipe. Ese año, en diciembre, recibió la consagración episcopal.
Uno de los hombres más potentes de la Curia
En julio de 2009, el papa emérito Benedicto XVI le nombró nuncio apostólico en Cuba hasta 2011, cuando pasó a ser suplente de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado.
Su carácter afable y de buen trato le permitieron hacerse con un espacio destacado dentro del Vaticano y en junio de ese mismo año fue nombrado consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Durante el pontificado de Francisco se convirtió en un hombre de su confianza y en febrero de 2017 fue elegido delegado especial ante la Soberana Orden Militar de Malta, después de que el gran maestro de esta institución, Matthew Festing, de 67 años, dejara su cargo tras protagonizar tensiones con el pontífice argentino.
La seguridad que tenía Francisco en Becciu era tal que le nombró único portavoz en lo que afectara a las relaciones entre esta Sede Apostólica y la Orden y le delegó todos los poderes necesarios para decidir las eventuales cuestiones que pudieran surgir.
En mayo de 2018, Jorge Bergoglio le designó prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos hasta septiembre de 2020, cuando Francisco aceptó su renuncia.
“Graves indicios” de corrupción
El escándalo que ahora se juzga estalló en 2019, cuando la prensa italiana publicó que algunos funcionarios vaticanos habían sido suspendidos de empleo tras detectarse “graves indicios” de corrupción en un caso de inversiones inmobiliarias.
Las investigaciones revelaron que la compra de un edificio en Londres había contado con fondos del Óbolo de San Pedro, institución que recoge donaciones de católicos para financiar obras caritativas de los papas y su actividad, y que Becciu era responsable de esas operaciones.
Becciu renunció a su cargo como prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y a sus derechos como cardenal, lo que le permitió conservar el título, pero no podrá participar en un futuro cónclave.
En paralelo a la investigación del inmueble en Londres, el pasado año una investigación del semanario “L’Espresso” afirmó que Becciu también habría enviado fondos de la Conferencia Episcopal Italiana y una vez del Óbolo de San Pedro a favor de una cooperativa perteneciente a su hermano Tonino.