El hombre que enfrentó al papa: la historia detrás de la carta de Viganò

Por Por JASON HOROWITZ /New York Times

ROMA — A las 9:30 del 22 de agosto, el arzobispo Carlo Maria Viganò se presentó en el apartamento en Roma de un reportero conservador del Vaticano con un sencillo alzacuellos, una gorra de béisbol de las montañas Rocallosas y una historia polémica que contar.

Viganò, quien fue nuncio apostólico del Vaticano en Estados Unidos, pasó la mañana en el comedor del reportero trabajando hombro con hombro en una carta de siete mil palabras que exigía la renuncia del papa Francisco, al acusarlo de encubrimiento de abuso sexual y de dar consuelo a una “corriente homosexual” en el Vaticano.

El periodista, Marco Tosatti, afirmó que suavizó el discurso. El enardecido arzobispo no aportó pruebas, dijo, pero sí el estilo, al condenar a las redes homosexuales dentro de la Iglesia que actúan “con la fuerza de los tentáculos de un pulpo” para “estrangular a víctimas inocentes y vocaciones sacerdotales”.

“La poesía es toda suya”, dijo Tosatti.

Cuando terminaron la carta, Viganò emprendió su marcha y apagó su celular. Sin revelar su destino, porque estaba “preocupado por su seguridad”, dijo Tosatti, el arzobispo simplemente “desapareció”.

La carta, publicada el 26 de agosto, ha cuestionado el papado de Francisco y ha cimbrado a la Iglesia católica romana hasta la médula. El papa ha dicho que no se dignará a responder la carta, pero las acusaciones han desencadenado una guerra civil ideológica, con la acostumbrada puñalada traicionera del Vaticano que da paso a un combate abierto.

Pero en el centro de los choques ideológicos, con los conservadores levantándose en armas en contra de la visión de Francisco de una Iglesia más incluyente, Viganò (quien ha sido acusado de entorpecer una investigación sobre conductas sexuales inapropiadas en Minnesota) también parece estar resolviendo viejas rencillas.

Como embajador papal, o nuncio, en Estados Unidos, Viganò se alió con los guerreros culturales conservadores y utilizó su capacidad de nombrar nuevos arzobispos para colocar conservadores devotos en San Francisco, Denver y Baltimore. Sin embargo, después de la elección del papa Francisco, sus esfuerzos fueron frenados.

Luego, en 2015, se enemistó con Francisco. La decisión de Viganò de invitar a una crítica acérrima de los derechos de las personas homosexuales a saludar al papa en Washington durante una visita a los Estados Unidos desafió de manera directa el mensaje incluyente de Francisco y desencadenó una controversia que casi opacó el viaje.

Juan Carlos Cruz, un sobreviviente de abuso eclesiástico con quien el papa Francisco ha conversado en detalle, afirmó que el papa le comentó hace poco que Viganò estuvo a punto de sabotear la visita al invitar a la crítica Kim Davis, una funcionaria de Kentucky que se convirtió en una famosa defensora de la causa conservadora al negarse a otorgar licencias matrimoniales a parejas del mismo sexo.

“Yo no sabía quién era esa mujer; él la hizo escabullirse para que me saludara y, por supuesto, hicieron todo un alarde publicitario al respecto”, dijo el papa Francisco, de acuerdo con Cruz.

Según recuerda Cruz, el papa dijo: “Yo me horroricé y despedí al nuncio”.

Ahora, tres años después, Viganò parece estar devolviendo el favor.

Famoso por su ambición y poca paciencia, Viganò ha chocado con las autoridades superiores que impidieron su ascenso en la Iglesia y ha tenido una participación clave en la mayoría de los escándalos relacionados con el Vaticano en fechas recientes.

Aunque Viganò, quien alguna vez fue criticado por tradicionalistas de la Iglesia debido a su pragmatismo excesivo, se ha alineado con un grupo reducido pero influyente de tradicionalistas eclesiásticos que han pasado años buscando cómo detener a Francisco, muchos de sus críticos creen que sus rencores personales son su motivación.

Después de que un líder religioso lo trasladó del Vaticano a Estados Unidos, y frustró así sus esperanzas de recibir el capelo escarlata de cardenal, los memorandos privados de Viganò de 2011 (muchos de ellos poco halagadores con respecto al líder responsable de su salida de Roma) se filtraron y esparcieron por todo el mundo.

Los simpatizantes de Viganò, quienes no respondieron a nuestra solicitud de hacer comentarios, se enfurecen ante la idea de que su carta que exige la renuncia del papa Francisco represente la furia de una persona descontenta. Ellos describen a Viganò como un hombre ejemplar y atónito ante lo que considera la destrucción de la Iglesia que ama.

Tosatti afirmó que el arzobispo le ha explicado que, como obispo, se sentía sumamente responsable de la Iglesia y que, a sus 77 años, quería limpiar su conciencia para cuando le llegara la hora. Pero comentó que el arzobispo también estaba furioso por el reciente artículo de la prensa italiana que muestra solidaridad con el papa Francisco y critica a su predecesor, el papa Benedicto XVI, así que creyó necesario contratacar.

Viganò conoce muy bien las luchas internas en el Vaticano. En 1998, se convirtió en funcionario central en la poderosa secretaría de Estado del Vaticano. En la carta, escribe que entre sus responsabilidades estaba vigilar a los embajadores en todo el mundo, pero también “analizar casos delicados, incluyendo los relacionados con los cardenales y obispos”.

Viganò afirma que fue entonces cuando se enteró de los abusos cometidos por el cardenal Theodore E. McCarrick, líder católico estadounidense; de acuerdo con Viganò, el papa Francisco estuvo enterado sobre la historia de McCarrick desde hace años y la encubrió.

En 2009, el entonces obispo Viganò fue trasladado a la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, un puesto con menor influencia en las políticas del Vaticano, pero con cierto poder sobre parte de sus ingresos.

Famoso por ser sobrio, convirtió el déficit de Ciudad del Vaticano en un superávit. No obstante, su rígido estilo administrativo desencadenó quejas y comenzaron a llegar al Vaticano correos electrónicos anónimos acusándolo de promover la carrera de su sobrino inapropiadamente. Su estilo y rigor al investigar contratos del Vaticano también molestó a algunos líderes, incluyendo al secretario de Estado Tarcisio Bertone, y un reportaje anónimo en el diario italiano Il Giornale aseguró que tenía algunos proyectos para los servicios de seguridad del Vaticano.

El cardenal Bertone, según escribe Viganò en la carta, se mostraba “notoriamente a favor de promover a las personas homosexuales”, y por eso lo desterró a Estados Unidos.

Viganò mantuvo su posición como nuncio apostólico en Estados Unidos después de la elección de Francisco, pero en la carta publicada el domingo, afirmó que McCarrick “orquestó” la selección de obispos cegado ante la ideología homosexual, a la que culpa de la crisis de abusos sexuales.

Sin embargo, Viganò también ha sido acusado de encubrir el mal comportamiento. De acuerdo con documentos publicados como parte de una investigación criminal en la arquidiócesis de Saint Paul-Minneapolis, Viganò ordenó a los obispos en abril de 2014 anular una investigación relacionada con acusaciones de que el arzobispo John Nienstedt estaba involucrado en conductas sexuales inapropiadas con hombres y seminaristas adultos.

Viganò, anticipándose a las críticas, dio a Tosatti una declaración donde negó dicha información.

Después de enfurecer a Francisco durante el episodio con Kim Davis, se le solicitó a Viganò presentarse en Roma para ofrecer una explicación; ahí, como indicio de sus planes para volver, se rehusó a entregar su departamento en la Ciudad del Vaticano. Los reportajes de esta semana en la prensa italiana confirman que, después de destituir a Viganò de su cargo, el papa Francisco también lo echó de su departamento en el Vaticano.

Hace aproximadamente un mes, Tosatti afirmó haber recibido una llamada del arzobispo, pidiéndole una entrevista en un lugar discreto. Viganò le contó su historia al reportero, pero afirmó no estar listo para darla a conocer.

No obstante, cuando se difundieron las noticias de décadas de abuso clerical en Pensilvania, Tosatti presionó al arzobispo para que contara su historia. El 22 de agosto regresó, y esta vez lo hizo mediante una declaración por escrito.

Tosatti comentó que no vio documentos ni otras pruebas y, al cabo de tres horas, terminaron la entrevista.

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