Por Francisco Ortiz Pinchetti
La tarde del 10 de junio de 1971, Jueves de Corpus, un grupo de jóvenes se reunió con el ingeniero Heberto Castillo Martínez en la sala de juntas de un hotel ubicado en la colonia Juárez del entonces Distrito Federal. Castillo Martínez acababa de salir de la cárcel, apenas 19 días ante, el 21 de mayo, luego de dos años de prisión. El exdirigente había convocado a sus simpatizantes para plantearles su idea de formar un Comité Nacional de Auscultación y Organización que condujera a la formación de un nuevo partido político en México.
Entre los asistentes a esa junta, unos 30 tal vez, estaba yo, invitado por mi hermano José Agustín. Él se había acercado al exdirigente universitario y eminente estructuralista luego de participar en el esfuerzo democratizador del PRI que encabezó Carlos A. Madrazo en 1964-1965, muerto en un avionazo el 4 de junio de 1969 en circunstancias nunca debidamente esclarecidas.
Justo cuando Heberto delineaba su iniciativa de crear el CNAO, un muchacho desaliñado irrumpió en el salón de manera inesperada y se plantó en medio de la mesa de cuadrado hueco en la que nos encontrábamos. Estaba visiblemente alterado. Relató en unas frases del horror que sucedía en las inmediaciones de la Normal de Maestros, en el rumbo de San Cosme. “¡Están masacrando a los compañeros!”, resumió. Dijo que la manifestación estudiantil había sido atacada por un grupo paramilitar armado (lo que después de identificaría como los “Halcones”) y que estaban persiguiendo a los muchachos hasta en los hospitales, para rematarlos. Dijo que era una irresponsabilidad, una locura estar ahí reunidos en esas circunstancia, y urgió a disolver de inmediato la junta y retirarnos a nuestras casas.
“¡Vámonos!”, ordenó Castillo Martínez al tiempo que se levantaba de su asiento, cosa que enseguida seguimos todos. Y nos fuimos apresuradamente.
Aquel joven asustado que nos llevó la noticia del “halconazo” y nos previno del peligro que corríamos, era Eduardo Cervantes Díaz-Lombardo, recién egresado entonces de la UNAM, un activista que había figurado apenas como un líder menor en el movimiento de 1968, supongo que cerca de Heberto Castillo.
Es el mismo personaje que acaba de sacudir hasta las entrañas de la autollamada Cuatroté con una crítica insólita a los desvíos en que han caído muchos de sus integrantes y dirigentes, y al acusar a la cúpula del partido de traicionar el proyecto original de su movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Aunque nunca tuve mayor relación con él, salvo alguna entrevista para Proceso en los años noventa, seguí su trayectoria como militante siempre de la ahora llamada “izquierda histórica”. Participó en efecto en el CNAO y fue con Heberto fundador del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) primero y luego del Partido Mexicano Socialista (PMS); después; participó en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y finalmente en Morena, movimiento del que fue su primer dirigente estatal en el DF. De ese cargo renunció “por dignidad” en enero de 2015, citando diferencias insuperables con la dirección local. Ha vivido de su trabajo como profesor en el Instituto Politécnico Nacional y eventualmente en la UAM. Fue articulista del diario Unomasuno.
Lo he tenido siempre como un hombre de convicciones, serio, discreto y sobre todo congruente. Alguien, como muy pocos, que no asume su posición ideológica como una pose, ni como una moda, ni como una máscara, sino como una convicción sincera y una forma de vida, sin trampas.
En una intervención en la llamada “Chilanguera”, la conferencia de prensa semanal de la fracción morenista en el Congreso de CDMX, hace dos semanas, Cervantes Díaz-Lombardo denunció lo que considera una infiltración de corrupción y oportunismo que amenaza los cimientos del movimiento.
No se anduvo con rodeos. Según sus palabras, el principal peligro para el Movimiento no se encuentra en la oposición, sino en sus propias filas. “El principal enemigo de la Cuarta Transformación está dentro, no afuera”, sentenció, aludiendo a la existencia de “mucha gente que miente, que es corrupta y que no comparte los fundamentos del proyecto de transformación de México.”
Sus señalamientos, que básicamente reiteró el lunes pasado en una entrevista con Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela en la emisión de “Los Periodistas” de SinEmbargo, han apuntado directamente a la actual dirigencia y a figuras clave del partido. Fue particularmente incisivo con el exlíder nacional, Mario Delgado Carrillo, a quien acusó –sin nombrarlo– de ser responsable del “desmantelamiento de la organización partidista”, calificando la situación de “una vergüenza.”
Las críticas de Cervantes Díaz-Lombardo no se limitan a la falta de organización, sino que abordan la desviación ideológica y la hipocresía que, a su juicio, se han apoderado de algunos miembros. Con una clara referencia a la retórica de austeridad del partido, contrastó el discurso público con el estilo de vida de algunos líderes. “Se les llenaba la boca diciendo que querían una verdadera austeridad, pero los vemos con un apetito insaciable por las candidaturas y los cargos,” y añadió, en un tono de amarga decepción: “los vemos con su gusto por los mejores restaurantes, los hoteles cinco estrellas, la clase premier en los aviones.”
Para Cervantes, esta regresión ha sido causada por una “fuerte presencia de la ideología y la cultura política del viejo régimen” que ha permeado a Morena, alejando a sus miembros del proyecto original de Andrés Manuel. Aunque su lealtad al expresidente no ha sido puesta en duda, ha advertido que, si no se corrige el rumbo, el partido corre el riesgo de perder alcaldías y la confianza de sus bases en futuras elecciones.
Recordó que 11 de los 24 gobernadores de Morena son expriistas. Y que el partido fue derrotado el año pasado en 10 de las 24 capitales donde gobierna. Alertó sobre el riesgo de perder alcaldías en la Ciudad de México en 2027, especialmente en Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Iztacalco y Xochimilco. “Si no actuamos críticamente, vamos a seguir teniendo perfiles inadecuados en las candidaturas (…) y las derrotas se van a multiplicar. ¿Quiénes ponen esas candidatas y candidatos? Los lidercillos regionales, los diputados locales, los jefecillos municipales”, aseguró rotundo.
“Hay que redoblar los esfuerzos en el sentido de reforzar la identidad, la austeridad y la honestidad pero resulta que les encantan los buenos restaurantes, la primera clase en los aviones y los hoteles de cinco estrellas, la hija en Disneylandia y el hijo más grande en una universidad de Europa…”, dijo. “Recuperar historia, recuperar programa de Gobierno, recuperar utopía y recuperar honestidad y verdad, esos dos términos son esenciales para recuperar credibilidad”.
Lo cierto, dijo también, “es que dentro de Morena están predominando métodos y una cultura política muy siniestra de acarreo, de clientelismo, de voto por consigna, etcétera. Mencionarlo, ser crítico frente a lo que está pasando adentro parecería un sacrilegio, todo debe ser color de rosa, bonito. Yo no estoy de acuerdo con ese sentido de la unidad que se maneja en Morena”. También aseguró que al interior del partido no se acepta la crítica y se silencia a todo aquel que quiere alzar la voz para criticar prácticas que van en contra de los valores del movimiento.
Por supuesto que las críticas de Cervantes generaron incomodidad en varios cuadros morenistas. Lejos de la autocrítica, la dirigencia local, encabezada por Héctor Díaz-Polanco, el Secretario de Gobierno César Cravioto y la coordinadora del Grupo Parlamentario, Xóchitl Bravo, se deslindaron de sus declaraciones. “Hizo un conjunto de declaraciones y enjuiciamiento de la situación del partido a escala nacional que son, por supuesto, opiniones personales”, evadió Díaz-Polanco.
A su vez, Cravioto dijo: “Está fuerte el movimiento y además la oposición no tiene brújula, entonces, no le demos demasiada importancia a las declaraciones de ayer (de Cervantes), que además no son ni de un dirigente del movimiento del partido”.
Como consecuencia directa de sus declaraciones críticas, Cervantes Díaz-Lombardo fue separado de su cargo como responsable del Programa de Formación Política del CEE capitalino, según informó él mismo, “por decisión de este órgano y del Presidente del mismo”. Lo sancionaron por congruente. Válgame.
@fopinchetti

