Segundo Informe, a distancia

Por Francisco Ortiz Pinchetti

— No se requiere ser pitoniso para imaginar lo que será el próximo martes el Segundo Informe de Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

De hecho, en las dos últimas semanas él mismo ha delineado el estilo y el contenido que tendrá su mensaje a la Nación sobre, como manda la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, “el estado general de la administración pública del país”. Tanto en sus homilías desde el púlpito de Palacio Nacional como en los spots promocionales de su inminente comparecencia ante la Historia, ha dejado entrever lo que ese evento será.

Me atrevo a vaticinar que Andrés Manuel centrará su mensaje en dos temas principales: los ataques de que es víctima por parte de los conservadores neoliberales y sus voceros, y la corrupción ya erradicada de la cúspide del Gobierno a partir de la denuncia de hechos presentada por el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin y el video fantasma que nadie subió a las redes.

Sobre el primer tema, subrayará que ningún Presidente de la República desde Francisco I. Madero para acá ha sido tan atacado (no criticado, conste) como él. Que ello se debe a que sus adversarios están desquiciados y desesperados porque ahora sí se acabó la corrupción. Que se han ahorrado 20 mil millones de pesos que antes se regalaban a los medios de comunicación, articulistas, columnistas, dueños, editores, conductores  y reporteros, corruptos todos.

Asegurará que “está documentado” que los periodistas reciben entre un millón y 500 mil pesos por las críticas a su gobierno  y probablemente bromeará con que pedirá a los periodistas y medios 50 mil pesos por cada ataque en su contra. “Ahora que se vayan preparando porque estoy buscando la manera de que cooperen porque el atacarme es para ellos una empresa lucrativa…”

En cuanto al caso Lozoya, dará por hecho –por supuesto— que las afirmaciones de su testigo consentido son un hecho y festinará el que se haya por fin conocido toda la verdad sobre la corrupción de los ex presidentes Calderón y Peña Nieto y sus funcionarios cercanos, los senadores del PAN hoy gobernadores, los diputados del PRI y el PRD, los dirigentes de todos los partidos menos el suyo y en suma toda la clase política mexicana “de antes”, a la que él por supuesto nunca perteneció.

Y recurrirá, naturalmente, al ardid de la consulta ciudadana para decidir la suerte de sus antecesores… ¡a mano alzada!

A pesar de que Lozoya Austin no sólo no ha pisado la cárcel ni ha dado la cara, sino que tampoco ha aportado prueba alguna de sus dichos, el tabasqueño  festinará que ya destapó, transparentó y liquidó la corrupción que prevaleció en el gobierno mexicano durante los funestos sexenios del neoliberalismo.

No responderá directamente, por supuesto, al escándalo provocado por el video en que se ve a su hermano Pío recibiendo en 2015 sobres con  dinero de un personero del gobernador de Chiapas en ese entonces, y actual funcionario federal, ni a la violación cometida por Morena a la ley electoral al no reportar ingresos millonarios para su estructuración y sus campañas. El tema quedará si acaso incluido –y diluido–  en el apartado de “ataques” de sus adversarios desesperados y vengativos.

En referencia de la pandemia de la COVID-19, dirá que sus efectos han sido tristes y dolorosos, pero que ya vamos de salida, bendito sea Dios, sin hacer mención por supuesto a los que para ese día serán posiblemente 64 mil muertos oficiales y cerca de 600 mil contagiados confirmados.

En cambio, hará caravana con vacuna ajena, como dijo alguien, al afirmar que “vamos a producir” en México el antídoto y  millones de dosis va a estar al alcance de todos de manera gratuita, claro, sin alusión a que su fabricación, en caso de que se pruebe su eficacia, va a ser realizada en realidad por la dupla integrada por la Universidad de Oxford y los laboratorios AstraZeneca, con el respaldo financiero del empresario Carlos Slim Helú en calidad de aval.

Habrá por supuesto menciones triunfalistas sobre el avance de los proyectos prioritarios de la administración, como el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. No hará en cambio mención del alud de cuestionamientos hídricos, ecológicos, financieros, legales y hasta arqueológicos  de tales ocurrencias. Ni de los quebrantos financieros de Pemex y la drástica caída de la producción de crudo a niveles de hace 41 años, cuando que una de las metas prioritarias del Gobierno, ha reiterado tercamente, es la recuperación de la producción petrolera.

Acerca de la pérdida de empleos por efecto de la pandemia, agravada por la falta de apoyos gubernamentales a las empresas, el Presidente se olvidará de la promesas que hizo en mayo pasado de crear dos millones de empleos adicionales en este año y hará mención de  que en este mes de agosto se han recuperado ya 60 mil plazas formales… del más de un millón perdidas en la pandemia. Tal vez reconozca ahora que la recuperación de empleos “nos llevará tiempo”.

Conoceremos “otros datos” en lugar de los pronósticos negativos de las calificadoras  internacionales sobre el decrecimiento de la economía nacional, –que ya venía en picada antes de la pandemia– y la catastrófica caída del Producto Interno Bruto del país de 18.7  por ciento en el segundo trimestre del año, la peor caída desde que se tiene registro.

También hará seguramente caravana con remesa ajena, al presumir el incremento en el envío de divisas multimillonarias hechas por nuestros paisanos en el exterior a México, como si eso fuera mérito del Gobierno de la auto nombrada Cuarta Transformación. Y asimismo hará mención de la recuperación del precio del crudo mexicano y el peso, como si eso no dependiera de circunstancias internacionales.

Y sin duda, además de las menciones obligadas a los héroes patrios que antecedieron al actual, volverá a mencionarse el tema del avión presidencial y su rifa no rifa, como ejemplo-muestra-evidencia del dispendio faraónico de los gobiernos neoliberales, mientras el pueblo moría de hambre.

Hoy, dirá, primero los pobres.

En descargo del señor Presidente, habrá que aceptar que no tiene mucho que informar sobre resultados de su gestión y que por lo tanto es natural que le saque la vuelta a la obligación constitucional de presentar ante el Congreso del estado que guarda la administración pública. De lo que podemos estar seguros es de que este Segundo Informe será a distancia… de la realidad. Válgame.

@fopinchett

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