Por Mamo Busingamá (Gilberto Izquierdo Chaparro)
— La madre está pariendo. Pronto llegará nueva energía y otra forma de pensar a la Tierra. Como cualquier mujer cuando pare un hijo, siente mucho sufrimiento. La enfermedad que ha tocado a los humanos es ese sufrimiento. Hay mucho dolor y quizá todavía aumente. Pero al final, cuando pase, porque todo pasa, habrá una nueva vida.
El cómo será depende de nosotros. La madre Tierra siempre nos habla. No es solo ahora que, de repente, se ha puesto a hablar. No. Ella por años nos ha dicho que está enferma, pero nos hemos hecho los de los oídos sordos. La cuestión es que nos apegamos a una idea de que ella es distinta a nosotros, pero la realidad es que somos un componente más. Junto con el agua, la tierra, los minerales, el aire y los astros somos un solo ser. Ninguno tiene un lugar privilegiado sobre el otro. Así que cuando enfermamos el agua, nos enfermamos a nosotros mismos.
La madre es quien nos alimenta, quien nos permite beber, respirar y gracias a la que podemos construir nuestro techo. Pero, ¿qué hemos hecho con estas otras partes de nuestro ser? Las hemos enfermado. Hemos mercantilizado la tierra con la minería y le hemos puesto un precio al agua. Hemos vivido demasiado tiempo enfocándonos solo en nosotros como humanos. Declaramos los derechos humanos, pero nos olvidamos de los derechos del resto de la Tierra. Ahora es el momento de que pensemos si ese sistema va a salvarnos la vida.
Los gobiernos y las personas están tomando medidas. Nos han enviado protocolos sanitarios que debemos seguir. Incluso aquí en la Sierra estamos cuidando esa parte física. Pero no podemos pensar que esto se va a resolver solo con medidas de control físico. Para darle forma a esa nueva vida que está pariendo la Tierra tenemos que escuchar a la naturaleza y transformarnos.
La madre Tierra nos mandó a pensar un rato. Nos ha enviado a la casa de la reflexión. En la Sierra, esta equivale a lo que en otras sociedades llaman cárcel. Cuando alguien comete un delito lo mandamos a repensar el tema en soledad. Esto no es un regaño, ni un encierro, como sí lo es la cárcel, es solo un espacio de introspección. Luego de un tiempo, al salir, la persona tiene que entregar un mensaje con la ruta que seguirá para subsanar sus acciones. El problema no lo arreglan las autoridades, ni los mamos, el problema lo arregla quien lo creó.
Mientras la madre está pariendo, nosotros estamos en esa casa de la reflexión. Es nuestro momento de pensar en una propuesta de cambio porque la forma como hemos vivido hasta ahora no ha hecho más que enfermarnos. Así que estamos en ese momento de silencio, en donde cada persona, cada familia, cada cultivo y cada gobierno ha sido enviado por la madre a pensar para cambiar sus ideas, su sistema de gobernabilidad y de comercio. Hoy, nos estamos dando cuenta de que el dinero no vale nada si no hay alimento, si no hay agua y si no hay salud.
Todos debemos reflexionar. Incluso nosotros en la Sierra que vivimos del trueque hemos olvidado algunos conocimientos como el uso de las plantas medicinales. Así que es tiempo de transformarnos para darle la bienvenida a esa nueva vida. Necesitamos hacer un cambio profundo.
Quizá muchas personas estén pensando que van a volver a la misma normalidad. Pero eso no va a pasar. Algunos tal vez regresen a sus trabajos, a sus rutinas, pero muchos no lo harán. Y se siente miedo. Y se experimenta el dolor de la muerte. Pero ese sufrimiento solo nos puede llevar a la vida. En el nuevo mundo el egoísmo debe desaparecer. Todos tenemos que cooperar y dialogar. Las autoridades no pueden seguir gobernando solas, las decisiones se tienen que coordinar con los pueblos. No más diálogos de unos pocos. Tenemos que llegar sí o sí al reencuentro.
Esta enfermedad solo afecta a los humanos. De ahí tiene que partir nuestra reflexión, la madre nos ha enviado a pensar solo a nosotros. Nosotros hicimos el mal, pero nosotros mismos podemos encontrar el camino hacia la cura. Los componentes materiales e inmateriales de la madre se están alineando en una delicada armonía, desde los océanos, pasando por la Tierra hasta llegar al universo y dar nueva vida. Quizá aún no comprendamos ese proceso. Por eso debemos escuchar a cada componente de la Tierra y cooperar con ellos.