Por Jesús Chávez Marín
—[marzo, 2001]–En los años ochentas el actor y director de teatro Jesús Ramírez realizó una notable labor educativa y artística en el Tecnológico de Chihuahua, donde era profesor. El teatro del Tec llegó a ser en ese tiempo uno de los más importantes de la ciudad, con funciones de gran calidad, llenos totales de público entusiasta, donde surgieron notables actores, entre ellos la actriz Holda Ramírez, quien después realizó una carrera brillante, aunque efímera, en el cine mexicano.
Luego el maestro se fue a vivir a Tlaxcala y a la ciudad de México, donde siguió profesando su vida de hombre de teatro en muchos escenarios.
Hace un año regresó a Chihuahua, su tierra, para encontrarse que aquí el teatro casi se había extinguido: habían muerto Fernando Saavedra, Miguel Rodarte y, recientemente, Enrique Hernández Soto, quienes fueron teatristas fundamentales para la ciudad. Otros actores importantes se retiraron del oficio: Luis David Hernández, Óscar Erives, Laura Lee y Micaela Solís. Algunos se mantienen en la enseñanza del teatro en escuelas, como Mario Humberto Chávez, Rosa María Saenz y Manuel Talavera, pero su trabajo artístico ha tenido muy poca resonancia fuera de las aulas. La única oferta pública de teatro llega de fuera y es de ínfima calidad, la mayoría suelen ser remediones vulgares de Televisa.
Entonces sucedió que este domingo 18 de marzo el vigor artístico, que en Chihuahua siempre ha existido aunque a veces en estado latente, subió de nuevo a la escena: en el teatro Bellas Artes de la Universidad se reestrenó la obra Bandera negra, monólogo del abogado y dramaturgo Horacio Ruiz de la Fuente, actuada y dirigida por Jesús Ramírez, quien ya antes había puesto varias veces otras versiones escénicas de esa misma obra.
Me tocó asistir a la función de las seis de la tarde; a pesar de que esa sala de teatro es pequeña, no se llenó ni a la mitad, aunque me comentaron que la función de las ocho de la noche estuvo llena.
El talento actoral y la voz maravillosa de Ramírez fueron un espectáculo de alta calidad. La escenografía y la iluminación resueltas con talento, a pesar del presupuesto escaso que suele darse en Chihuahua para todo lo que tenga que ver con el arte y la cultura. En la producción es justo mencionar el decoroso trabajo de Holda, quien aprarece como asistente de dirección. Estoy seguro que pronto tendremos nuevas muestras del trabajo de esta Compañía de Teatro, orgullosamente chihuahuense.
Marzo 2001