Por Jaime García Chávez |
Ha trascendido que un grupo de autonombrados “periodistas” en la ciudad de Chihuahua buscan que se cree un premio al mérito periodístico. Creo que hasta algún diputado de MORENA, como Óscar Avitia, desconocido por la ciudadanía, está impulsando el establecimiento de la presea.
Con honrosas excepciones que no viene al caso mencionar, pero que estas sí son muy conocidas, en el estado de Chihuahua hay una servidumbre escandalosa de los medios de comunicación, y el dinero público es gigantesco en materia de gastos de publicidad gubernamental y, como siempre, va a engordar las cuentas de los dueños de los Diarios de Chihuahua, El Heraldo, Televisa, Canal 44, por mencionar a los más voraces.
Dice el refrán que para que haya guisado de liebre, necesita haber liebres. Aplicado al caso, para que haya el ambicionado premio, es necesario que haya periodistas, lo cual aquí escasea.
Ya no recuerdo quién dijo que los premios no se rechazan, no se buscan, ni tampoco se presumen, pero bueno es recordar que aquí en Chihuahua, desde el 4 de enero de 2006 el Congreso del Estado decretó un premio denominado “Laurel de Oro Ignacio Rodríguez Terrazas” para otorgarse a distinguidos trabajadores de los medios en sus diversos géneros.
La historia de ese premio fue efímera, quizá porque el nombre que lo denomina puso la vara muy alta por tratarse de un joven periodista que iba creciendo fuerte en lo que algunos escritores han llamado “la profesión más hermosa del mundo”. Rodríguez Terrazas empezó en el periódico El Martillo, pasó al diarismo donde publicó reportajes, hizo periodismo radiofónico y transitó a la escena internacional con análisis y crónicas que dieron cuenta de la guerrilla centroamericana en los ochentas. A él debemos trabajos sobre Nicaragua y El Salvador, e informes que circularon a través de periódicos como Unomásuno y la revista Proceso de la época de Julio Scherer.
Ignacio Rodríguez fue asesinado en el cumplimiento de su trabajo en la capital salvadoreña, como lo registra la historia. El periodismo de aquel entonces le rindió un merecido homenaje que el Congreso de Chihuahua tomó como antecedente para crear el premio en su honor y en favor de la dignificación de la buena prensa.
Entonces el premio ya existe, lo que falta es que haya quiénes se lo merezcan con dignidad.
La única ocasión en el que dicho premio se otorgó fue en 2006 a Alejandro Gutiérrez, reportero chihuahuense de mérito, corresponsal de Proceso en España, a donde tuvo que exiliarse por las amenazas del crimen organizado. Recuerdo que fue su hija quien recibió la presea en su nombre.
Tengo para mí que los que hoy preconizan el establecimiento de un nuevo premio debieran enterarse de cómo están las cosas, visitar los archivos al menos. Pedir una investigación, periodística por supuesto, sería demasiado. Pero no soy ingenuo, sé que lo que buscan es prebendas.