Ortiz-Pinchetti: La Línea

Por Francisco Ortiz Pinchetti

Es cada día más claro que, como su maestro, Claudia Sheinbaum Pardo apuesta a la polarización de la sociedad mexicana como estrategia política. En sus primeros 45 días de la Presidencia de la República no ha tenido un solo gesto, un ademán, una palabra que incite a la apertura, el diálogo y menos la reconciliación que urge a la Nación.

Ya desde su toma de posesión, el pasado 1 de octubre, la Mandataria había dado muestras de intolerancia al no hacer referencia alguna  y ni siquiera mirar a la oposición parlamentaria presente en el acto protocolario de la transmisión del mando ante el Congreso de la Unión.

Su único acto que pudiera ser considerado hasta ahora de relativa apertura fue sin embargo obligada por la interesada urgencia de afrontar un nada promisorio panorama económico hacia el futuro inmediato.  Su diálogo con la cúpula empresarial de nuestro país tuvo claramente ese objetivo de contrarrestar el mensaje negativo que envió a los inversionistas nacionales y extranjeros la imposición de la reforma judicial que de hecho anuló la independencia de ese poder del Estado mexicano y la amenaza de un repunte de la inflación que ponga de nuevo en peligro la estabilidad financiera nacional.

Como resultados tangibles de ese dialogo de mutuos intereses están a la vista hasta ahora el anuncio hecho por el secretario  de Hacienda de tomar medidas drásticas para abatir el déficit público, por un lado, y la decisión de excluir al narcomenudeo y a la defraudación fiscal –esta última a petición concreta del empresariado–  de la lista de delitos graves que se incorporarán a la temible prisión preventiva oficiosa con la reforma al artículo 19 de la Constitución, cuyo dictamen fue ya aprobado por la Cámara de Diputados.

En el tema del déficit, el titular al de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O, declaró que en 2025 habrá una “significativa” reducción del déficit público, que para 2024 alcanzará el 5.9 por ciento como proporción del producto interno bruto (PIB), y confió en que eso aminore las preocupaciones de los inversionistas sobre la situación fiscal de México.

En el de la exclusión de la defraudación fiscal de entre los delitos graves, el líder de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal Ávila,  dijo que el tema “ha sido discutido”  en la mayoría de Morena y que tienen “procesos de consulta y de debate intensos”, porque la defraudación fiscal, así se interpreta y se describe en cualquier diccionario jurídico, es aquel uso de maquinación, engaño o manipulación para dejar de cumplir con sus obligaciones fiscales cualquier ciudadano contribuyente. Sin embargo, aclaró enseguida,  “nosotros creemos que en este momento necesitamos unidad nacional (sic). He hablado, y varios de nosotros hemos hablado, con los sectores económicos del país, y hoy Morena (y sus aliados)  actúa con responsabilidad”.

Lo cierto es que en ambos casos la decisión está tomada y que fue en función de una indispensable buena relación con el sector privado, con el que por cierto se renovó también el pacto para mantener un control de precios sobre la canasta básica para evitar nuevas presiones inflacionarias.

En todos los demás asuntos de interés nacional, la cerrazón presidencial ha sido tan rotunda como en el pasado inmediato, lo que no es ningún buen augurio. En el remedo  de las “mañaneras” de López Obrador, la única diferencia hasta ahora es la evidente incapacidad de la Mandataria por evadir con suficiente cinismo los escasos cuestionamientos críticos a las acciones u omisiones del gobierno actual.: Se le nota perturbada y hasta infantil. Y mientras su maestro tenía la habilidad de descalificar al emisor en lugar de responder a informaciones o cuestionamientos adversos,  ella simplemente los niega. “Eso no es cierto”, dice no más. “Es mentira”, responde  a los reporteros que esperan de ella una réplica sustentada en datos concretos y verificables.

Esto ha sido evidente en temas como la crisis de violencia en Sinaloa, las ejecuciones masivas en Guerrero o Querétaro y en las críticas de opositores. O apenas hace dos días, en los graves señalamientos sobre el fracaso de la estrategia de López Obrador en materia de seguridad y la falsedad de las informaciones oficiales sobre el tema, hechas por el embajador norteamericano Ken Salazar  (respaldadas por cierto por  el Departamento de Estado). En lugar de refutar las severas críticas del diplomático, la Presidenta trató de descalificarlo tildándolo de contradictorio y de  que lo mismo dice una cosa que dice otra.

Por lo demás, en las primeras 10 semanas del nuevo gobierno no ha habido un asomo siquiera de autocrítica y menos una signo que aliente el debate constructivo, el diálogo, la prominencia de los intereses nacionales sobre las mezquindades partidistas o de grupo.

Lo más preocupante de todo esto es que, por lo visto hasta ahora, esa actitud parece no tener su origen en convicciones propias –aunque conozcamos sus antecedentes como militante radical e intolerante— sino que también obedece al acatamiento sin chistar de La Línea: una directriz dictada  por quien según ella estaría hoy tranquilamente retirado en su refugio de Palenque dedicado a escribir un libro “y así seguir contribuyendo a la transformación de este país…” Válgame.

DE LA LIBRE-TA

DE CUERPO ENTERO. La reelección de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la CNDH y la forma como ocurrió, son la más fiel descripción de la naturaleza cabal de la autollamada Cuatroté (autoritarismo, manipulación, mediocridad, abyección… y soberbia) que hoy continúa con la destrucción sistemática de las instituciones de este país.

@fopinchetti

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