Camou: ¿Día de la Raza?

Por Ernesto Camou Healy

Hoy se celebra, en nuestro País, la fiesta de la Nación Pluricultural, instaurada por Andrés Manuel López Obrador en el año 2020. Con ese decreto se cambió el nombre Día de la Raza, establecido por José Vasconcelos, para conmemorar lo que él llamaba “la raza iberoamericana” producto del “mestizaje y sincretismo cultural” que ocurrió tras el “descubrimiento” de América por Cristobal Colón en 1492.

De niños nos enseñaban que la llegada de los europeos había sido una conquista que trajo muchas cosas positivas para los habitantes originarios, y que se formó una raza que denominaron “iberoamericana”, a la cual Vasconcelos adjudicó una serie de rasgos positivos, pero poco fundamentados en la ciencia, y muy inclinados a “reconocer” las maravillas de la antigüedad prehispánica mientras relegaban, incluso desdeñaban, a las sociedades indígenas de su tiempo.

Las grandes exploraciones a partir del siglo XVI mostraron que había muchas formas diversas de ser humanos, distintos de los que privaban en el viejo continente y a los que se les reconocía como “otros”, con sus usos y costumbres distintos y un tanto inferiores a la cultura dominante en esas naciones cristianas y feudales, herederas incautas de la Grecia y la Roma antiguas, más como espejismo que como faro que guiara el desarrollo de aquellas sociedades que se dedicaron a destruir y explotar a esos otros a los que no entendían, y tampoco respetaban.

Ese fue el crisol de la raza iberoamericana que Vasconcelos exaltaba, pero al mismo tiempo él y muchos otros, excluían y pretendían ignorar a los pueblos indígenas distribuidos por todo México en condiciones de pobreza y sujeción.

El concepto de “raza” fue tomando forma cuando los científicos de aquel renacimiento decidieron catalogar a la humanidad a partir de su conformación somática. Linneo, un naturalista sueco clasificó, en 1707, a los seres humanos en cuatro “tipos” (no usó el concepto Raza): “Americano: colorado, colérico, de piel morena, labios gruesos, nariz grande, contento de su suerte, amante de la libertad. El Europeo: blanco, musculoso, cabellos claros, inconstante, inventivo, cubierto totalmente con ropas, gobernado por leyes. Asiático: amarillo, melancólico, estricto, cabello negro, fastuoso, vestido con largas túnicas, gobernado por la opinión. Africano: negro, con cabellos crespos, nariz ancha, astuto, perezoso, gobernado por voluntades arbitrarias.”

El término raza sí fue utilizado después por el alemán Frederich Blumenbach a fines del siglo XVIII, que dividió a los humanos en cinco razas: “mongólico o amarillo, americano o rojo (indígenas americanos), caucásico o blanco, malayo o pardo (sudeste de Asia) y etíope o negro.” Él no afirmó explicítamente la superioridad de alguna raza, pero sus descripciones contienen elementos que menoscaban la valía de unas frente a otras, en particular la que llamó caucásica, a la que se adhieren, incluso oficialmente, muchos norteamericanos, que siguen utilizando dicho concepto en sus documentos oficiales.

En muchos países se ha sustituído la fiesta de la raza, por la conmemoración a los pueblos originarios, a la “resistencia indígena, negra y popular”, “del diálogo intercultural”, aunque en algunos permanece Día de la raza y, en España, de la hispanidad. Los Estados Unidos ignoran a sus etnias y sólo festejan el día de Cristobal Colón.

Ahora ya se reconocen las diversas culturas, y se las quiere aceptar y valorar; pero todavía falta un trecho: parafraseando a Orwell podemos decir que si bien todas las culturas son iguales, hay unas más iguales que otras…

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