19 de septiembre, día de la protección civil: poco aprendimos de la lección

De aquel terremoto de 1985 a la fecha, se han registrado384 sismos fuertes, pero aún no estamos preparados para reaccionar a tiempo.

Por Alejandro Salmón A. / ahoramismo

Este jueves 19 de septiembre se celebra en todo el país el “Día Nacional de la Protección Civil”, en conmemoración del sismo que golpeó a la Ciudad de México en esa fecha, pero del año 1985, el cual dejó cientos, tal vez miles de víctimas mortales, destrucción de edificios y miles de damnificados.

A casi 40 años de aquel suceso, existen graves rezagos en materia de protección civil, falta de capacitación y certificación al personal asignado a esas funciones, y miles de municipios que no cuentan con el manual más elemental para prever el riesgo de un desastre natural.

Tal parece que el tiempo pasó volando y la memoria de aquel jueves 19 de septiembre a las 7 de la mañana con 17 minutos, cuando una parte del sureste mexicano y la capital del país comenzaron a sacudirse por un sismo que alcanzó los 8.1 grados en la escala de Richter, ha quedado borrada.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), solo 649 municipios de los 2,475 que hay en el país tenían un atlas de riesgos ya desarrollado y puesto en práctica.

Lo peor del caso es que estados como Yucatán, Guerrero y Oaxaca, donde suelen presentarse eventos devastadores a causa de huracanes o temblores de tierra, son los más rezagados en ese aspecto, con menos del 30% de los municipios contando con ese manual.

Mientras tanto, una cuarta parte de las 32 entidades federativas (7 en total) no cuentan con un Plan o Programa de Protección Civil.

Entre esas entidades faltantes están Baja California Sur y Sinaloa, ubicadas en la costa del Pacífico, donde suelen recibir el impacto de huracanes, mientras que otras cinco lo tienen “en proceso”.

Entre ellas están Yucatán y Campeche, en el sureste mexicano, igualmente castigado durante la temporada de huracanes, o Chihuahua, que tiene climas tan extremos que lo mismo sufre inundaciones devastadoras que sequías severas.

Completan la lista de los pendientes: Baja California, en la costa del Pacífico; Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes y Guanajuato, en el centro del país.

Foto: Terremoto de 1985 en la ciudad de México

 

  • “Siento que la tierra se mueve”: Cientos de sismos fuertes en 40 años

Desde aquel fatídico 19 de septiembre de 1985, se han registrado 384 sismos fuertes en el país, de acuerdo con información del Servicio Sismológico Nacional de la UNAM.

Ese tipo de sismos se clasifica a partir de que el movimiento registre 5 grados en la escala de Richter o más.

De ese total, 237 han tenido una intensidad de entre 5.5 y 5.9; 124, de 6 a 6.9; 20, de 7 a 7.7, mientras que tres de ellos han superado la barrera de los 8 grados.

Aunque el de 1985 es recordado como el temblor más fuerte, en los registros del SSN existe uno aún mayor, ocurrido el 7 de septiembre de 2017 a 140 km al suroeste de Pijijiapan, Chiapas, el cual alcanzó los 8.2 grados en la escala de Richter.

Un dato curioso, que resulta aterrador para muchas personas, es que justo un 19 de septiembre, pero de 2017, es decir, 32 años después de aquel que marcó la vida de las y los capitalinos, se registró otro fuerte movimiento telúrico.

Fue a las 13:14 horas con 39 segundos cuando la gente, que recién había regresado a sus oficinas, salones de clase y centros de trabajo después de participar en el simulacro conmemorativo que se realiza cada 19 de septiembre, sintió un temblor que alcanzó los 7.1 grados.

Ese mismo día, pero a las 2 de la mañana con 53 minutos y 10 segundos, el SSN registró otro temblor, este de 5.1 grados, en la región cercana al municipio de Tonalá, Chiapas.

La extraña coincidencia dio lugar a una especie de histeria colectiva que asociaba al mes de septiembre, y al día 19 en particular, con un desastre natural.

Sin embargo, ninguna institución científica seria ha confirmado que justo en esa época del año se presenten temblores por regla.

Foto: Huracán Gilberto, de 1988

  • Lo que el viento destruyó

Por si la tierra y sus movimientos no dieran suficientes sustos ni causaran destrozos y pérdidas de vida aterradoras, el agua y el viento también se combinan para azotar el territorio mexicano y sacudir a la población que habita en los estados costeros.

Apenas tres años después del terremoto de 1985, Gilberto, uno de los huracanes más fuertes que ha llegado a las costas mexicanas desde que se llevan registros, azotó casi todo el litoral del Golfo de México.

Su fuerza fue tan grande que no solo causó destrozos y muertes en los estados costeros del Golfo, como Tamaulipas o Veracruz, sino también en Nuevo León y, más específicamente, en la ciudad de Monterrey, situada tierra adentro.

Fue tan intenso y feroz el paso de Gilberto que en Cuba lo bautizaron como “El Huracán Asesino”.

Más recientemente, en 2023, un extraño fenómeno meteorológico se formó en la costa del Pacífico, justo frente a la bahía de Acapulco, uno de los principales centros turísticos del país.

Fue el huracán Otis, que pasó de categoría 1 a 5 en cuestión de horas aquel 25 de octubre de 2023.

Según cifras oficiales, murieron 50 personas y los daños ascendieron a 35,468 millones de pesos. Sin embargo, otras cifras no oficiales refieren 350 decesos ocasionados por ese meteoro.

Entre aquel 1988 de Gilberto y el 2023 de Otis, otros huracanes también azotaron las costas de México y, algunos de ellos, países caribeños vecinos.

Paulina, en 1997, en el Pacífico; Emily, en 2005, en el Caribe; Wilma, ese mismo año y en una ubicación similar, y Dean, en 2007, también en la zona caribeña, son algunos de los huracanes más fuertes que han golpeado las costas mexicanas.

Foto: Coordinación Estatal de Protección Civil de Chihuahua

  • ¿Estamos preparados?

Si la pregunta es si, después de todos esos desastres, hemos aprendido alguna lección, las cifras oficiales nos indican que no.

Según el INEGI, hasta 2022, solo el 19.6 % del personal de las unidades estatales de protección civil y el 25.7 % de las unidades municipales contaban con alguna certificación en esa materia.

Peor aún: en 11 entidades del país, las unidades estatales de protección civil no tenían personal certificado.

La Ley General de Protección Civil (LGPC) establece, en su artículo 19, que los gobiernos estatales y municipales deben elaborar y mantener actualizados sus programas de protección civil.

En esos planes deben contemplarse estrategias y políticas a mediano plazo, debidamente alineadas al Programa Nacional de Protección Civil.

Bonita ley, pero, a la luz de los datos del INEGI, es letra muerta

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