Por Víctor M. Quintana S.
Los avances democráticos y culturales logrados por décadas de lucha de la ciudadanía chihuahuense están siendo desmantelados por la minoría más grande en el Congreso del Estado: la del PAN y sus apéndices. (Luego del golpe de “Alito” no puede decirse otra cosa del PRI):
Mientras las mareas rosas, muy disminuidas, por cierto, se rasgan las vestiduras y organizan manifestaciones contra la supuesta “sobrerrepresentación” de MORENA y sus aliados, en Chihuahua los sumisos y muchas veces ignorantes legisladores gobiernistas entran en pánico ante la inminencia de una alternancia en 2027 y se prestan a ser instrumentos de venganzas políticas y retrocesos ciudadanos.
Dejemos para los párrafos finales las cortinas de humo echadas por el PAN y sus apéndices y concentrémonos en las dos maniobras sustanciales:
La primera es el aumentar número de magistrados de tres a cinco en el Tribunal Superior de Justicia Administrativa. Esto, con el fin de asegurar una mayoría que asegure la inhabilitación a contrarreloj del exgobernador Javier Corral. No valió ningún argumento, que se cumpla la austeridad en la 4T al cabo aquí en Chihuahua tenemos dinero a más poder para contratar cuates y crearles puestos a ellos y a sus compinches sonorenses. El chiste es tener un Tribunal de Justicia Administrativa, dispuesto a administrar la injusticia como se le marque desde arriba. Y ahí va, obediente, sumisa la bancada blanquiazul, la tricolor y alguna o algún diputado más con la comanda de Aldama y Vicente Guerrero.
La reforma se aprobó por mayoritazo y de las dos ternas, una de hombres y una de mujeres, saldrán las nuevas magistraturas, sin importar perfiles, exámenes o alegatos del morenismo.
La segunda maniobra es para que no se le vaya a ocurrir a alguien que ame la democracia directa no creer en las encuestas pagadas y promover la revocación de mandato de la gobernadora. Para eso fue llamado el líder (¿?) de la facción retardataria del PAN a que presente una iniciativa de reforma que haga prácticamente imposible que la ciudadanía promueva una iniciativa de revocación de mandato.
En su ignorancia, el jefe blanquiazul, no considera que la institución de las figuras de la democracia directa como son el referéndum, el plebiscito, la revocación del mandato y la iniciativa popular, fueron arrancadas al Congreso por la movilización ciudadana desde hace más de treinta años. En la legislatura 2007-2010 sus compañeros de partido y un servidor, tuvimos que enfrentar el sabotaje del PRI para dictaminar la iniciativa de Ley de Participación Ciudadana. No fue hasta 2018, cuando se logró aprobar, luego de una movilización intensa promovida por organizaciones como la Red por la Participación Ciudadana y Plan Estratégico de Juárez. Por cierto, en buena parte por eso la compañera Paquita Jiménez, dirigente de la primera, no sólo obtuvo el Premio a la Participación Ciudadana promovido por el Instituto Estatal Electoral, sino que, desde su fallecimiento en 2020, la presea lleva su nombre. Esto lo quieren desaparecer de un dedazo los legisladores panistas, porque ignoran que la participación ciudadana es un derecho humano y el que se haga más difícil hacerlos efectivos, como aumentar el número de firmas para la revocación del mandato, es una violación clara a la progresividad de los derechos humanos.
“Al diablo con las instituciones si no se conforman a nuestros intereses”, dirán ellos y ellas. El miedo anda en Suburban.
Esto es lo sustancial del retroceso democrático que promueve el PAN. Y nomás para no dejar de mencionarlos, dos asuntos más:
El primero, un diputado panista, ante el mandato de la Corte que se legisle en Chihuahua sobre Violencia Vicaria, organiza un foro para oponerse a dicha ley. Para documentar su antifeminismo manda traer desde Yucatán a la madre de un marido golpeador y suegra de una mujer violentada que lo único que busca es recuperar a sus hijos. El legislador tendrá mucha cultura vaquera, pero en perspectiva de género anda muy perdido.
Y, por último, siendo que ya se inscribió en el catálogo nacional de pueblos originarios al pueblo Ndée, mal llamado apache, y que los estados de Coahuila y Sonora, ya lo reconocieron, la facción panista sigue oponiéndose a hacerlo. ¿Será tal vez porque no quieren hacer quedar mal a sus antepasados que les dijeron que los habían exterminado?
El síntoma más claro de la grave crisis del PAN y sus cómplices es que ya se les olvidó caminar hacia adelante, (pro-gressio, etimológicamente) y lo único que aciertan hoy es dar brincos para atrás. Aunque atropellen a la ciudadanía.