G. Ángeles: Soñar

Por Guadalupe Ángeles

El temor de tener un accidente. Y en el sueño provoco un accidente, de la manera más simple, empujando un vehículo en el que iban dos grandes personas, grandes de tamaño. Habíamos pactado la noche anterior juntarnos para hacer algo importante, lavar unas sábanas, era mi propósito, sólo eso, la elección de las palabras como máscara, como enjuiciamiento o descripción llana, por la necesidad de soltarse, porque teclear ayuda más que escribir o ¿era al revés? el asunto es que fluya… bueno, lo que necesito hacer es éso… ponerlo por escrito: empujo el vehículo con el pie y va a dar a media calle, vienen otros vehículos y bien podrían lastimar a los que quedaron dentro, así que corro hacia la pequeña camioneta y la abro como si fuera una caja, saco el cuerpo de elefante que está dentro, es de estambre y está inflamado (ya sé que el estambre no se inflama a menos que se esté incendiando) y del interior del extraigo un par de figuras, al parecer felinos enormes, eso hay ahí, como si el elefante estuviera embarazado … entonces sé que los he salvado, pero también sé que fue un accidente de juguete, ¿cómo podría, con un solo pie, desviar la trayectoria de una camioneta conducida por personas vivas? ¿lavar la ropa es algo importante? a las preguntas que se atraviesan aquí no debería hacerles caso, pero es tan sorprendente el sueño que me levanto y lo escribo, éso es lo importante, mi inconsciente está haciendo su trabajo y quizá lo que dice es que yo tengo la edad suficiente para saber que he creado un accidente para saber que puedo remediarlo, que no es cosa del otro mundo, que lo puedo hacer, tal como lo estoy haciendo ahora, dejando que mis manos escriban las palabras en el teclado, porque tengo edad suficiente para dejar que el cerebro se conecte con mis manos y pueda escribir directo desde el cerebro, las ideas que están ahí, deben salir y no por un deber abstracto, sino porque lo he decidido yo, quizá con el propósito más profundo, quizá porque sí es vocación venir a escribir las palabras y las ideas ya se irán estructurando y porque mi infancia tal vez no fue idílica, pero fue, y si mi hija, hoy de cuarenta y dos años, necesita tener juguetes y jugar con el perro que yo nunca le di y hoy por fin ha encontrado, me da por pensar, como siempre en contra mía, que le negué a ella su infancia y si ella hace muñecos de estambre y yo provoco el accidente de la muerte de dos de ellos, también puedo correr y salvarlos, sacarlos del cuerpo del elefante de estambre y comprender que hay muertes provocadas que pueden ser reversibles, porque si seguimos en este mundo ambas es para curarnos mutuamente, porque mi deber de devolverle la infancia que le quité puede ser posible de alguna manera, es posible que ésto es lo que me está diciendo el sueño, que yo sí puedo ser escritora y que puedo sanarla a ella y sanarme a mí, porque quizá es el camino que necesitamos recorrer ahora que estamos vivas y sí es importante lavar las sábanas y sí es importante salvar juguetes de la muerte y sí, hay accidentes que se provocan pero accidentalmente, porque no sabía que iban a morir estos felinos, porque sí es verdad que ella puede tener las mascotas que no conoció en su infancia y aunque hay un censor leyendo detrás de mí ahora (Virginia Woolf lo llama “el ángel del hogar”) diciéndome que mi hija sí tuvo mascotas y fueron gatos, un par de conejos y sobre todo yo, una especie de niña extraña a la que tenía que cuidar, éso sería lo que tendría que reprocharme ahora, pero no es necesario tal vez, ella me ha perdonado, y por eso tiene un perro y lo abraza y por eso yo tengo este espejo de palabras y este inconsciente que hace la película de los felinos rescatados, como aquel que lastimó a su perro para poder cuidarlo, así he hecho yo con la escritora que tengo dentro, he tratado de dejarla morir por el puro miedo de que no sea suficiente, me he olvidado de lo que vino a recordarme este libro que leí en un par de días, que sólo hay que saltar de la cama y dejar salir el cuento, grancias Ray Bradbury, la lista de palabras de donde surjan las ideas, la idea de una infancia vivida como cada quien puede hacerlo, la madre que fui, la hija que soy, la hermana, todas ellas tienen sus historias y quieren contarlas, es sólo permitirles ser paridas y si salen del cuerpo de un elefante de estambre no importa, los juguetes son importantes, pueden decir lo que no nos atrevemos, incluso hice un par de ellos en la escuela, marionetas de atuendo brillante para meter las manos en ellas y decir lo que yo no puedo, así la escritura, así los sueños, así el Zen trabaja, así hay que entenderlo, dentro del sueño está la verdad que necesita ser dicha, durmiendo puedo conseguir esa libertad que de otro modo, sería difícil decírmela. Interesante máquina de significados el ser humano. ¿Ciencia ficción? tal vez. (Escrito luego de leer “Zen en el arte de escribir” de Ray Bradbury).

 

About Author

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *