El uso de plantas medicinales en México es tan antiguo como su historia misma. Actualmente, la creación de fármacos sintéticos ha opacado su funcionalidad, sin embargo, sigue siendo un elemento fundamental para la salud de las personas en nuestro país y un recurso indispensable para el avance de nuevos descubrimientos farmacológicos.
Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis constituye el referente bibliográfico sobre la recolección de plantas y sus usos medicinales más antiguo de México, el cual data de 1552. Fue escrito en náhuatl por Martín de la Cruz, un indígena xochimilca. En él documentó la descripción pictográfica y terapéutica de la medicina indígena basada en herbolaria. Posteriormente su alumno, Juan Badiano, lo tradujo al latín, y se le conoció como Códice De La Cruz Badiano. Permaneció perdido por siglos en el Vaticano y fue devuelto a México por el Papa Juan Pablo II, quien lo donó en 1990 a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
En México existen alrededor de 100 mil compuestos obtenidos de 4 mil 500 especies de plantas y solo se ha estudiado formalmente menos del diez por ciento de ellas, para demostrar su eficacia y toxicidad. Numerosos fármacos son semisintéticos o sintéticos, pero muchos otros son extraídos de plantas medicinales, que se someten a un proceso científico para separar sus principios activos de sus compuestos tóxicos, y así se modifica su estructura molecular para aumentar su eficacia. Por ello, las personas no deben automedicarse, ya que a pesar de que las plantas son de origen natural, también pueden contener potencialmente sustancias muy tóxicas.
La Farmacopea de los Estados Unidos Mexicanos (feum) de la Herbolaria es un documento expedido por la Secretaría de Salud, que contiene información monográfica sobre las plantas de las que se extraen múltiples medicamentos y remedios herbolarios que se encuentran disponibles comercialmente. Esta publicación permite estudiar y aprovechar los recursos naturales de nuestro país, así como promover el desarrollo científico de nuevos fármacos.
Son múltiples los ejemplos de medicamentos que tienen principios activos extraídos de hierbas medicinales. Algunos analgésicos potentes, como la morfina y otros análogos, con modificaciones estructurales como el tramadol y buprenorfina, que son empleados en el manejo del dolor intenso por cáncer, se obtienen de la amapola blanca o adormidera (Papaver Somniferum). Mientras que la lidocaína y la mepivacaína son anestésicos locales estructuralmente similares a la cocaína que se obtiene de la planta coca (Erythroxylon).
Del Thea sinensis se aísla la teofilina, útil en el tratamiento del asma. Mientras que del sauce blanco se obtiene el ácido acetilsalicílico (fármaco semisintético), que posee propiedades analgésicas, antipiréticas, antiinflamatorias y antiplaquetarias.
Existen unas plantas, popularmente conocidas como dedaleras (Digitalis purpurea, lanata y estrofantus gratus), de las cuales se extraen la digoxina, digitoxina y estrofantina, que se emplean para la insuficiencia cardíaca congestiva, no obstante, tienen un margen de seguridad muy pequeño por su toxicidad.
Hasta hace poco más de 20 años, más del 60 por ciento de los fármacos usados como medicamentos eran extraídos de plantas medicinales, lo anterior significa que es posible combinar la herbolaria con los avances tecnológicos para obtener fármacos más seguros, eficaces y económicos.
La herbolaria forma parte de las tradiciones médicas en nuestro país. Aún falta mucho por investigar sobre el tema, a pesar de la gran variedad y riquezas naturales con las que cuenta México; sin embargo, su conocimiento es indispensable para poder desarrollar nuevas alternativas en beneficio de nuestra población.
Publicado originalmente en UNAM Global