La Pastoral Indígena de la Diócesis de la Tarahumara emitió un documento llamado “Querida Sierra Tarahumara”, que llama a una profunda reflexión sobre el papel de la sociedad para defender el bosque y detener las consecuencias de una devastación constante.
Por Jaime Armendáriz / Raíchali
“Los que vivimos en la Sierra no podemos solamente bajar la mirada y callar ante la destrucción del bosque, la emigración, la marginalidad, etcétera. ¡Es un grito de la conciencia humana que no se puede evitar! El seguir igual será siempre peor, como encaminarse a un precipicio de muerte”.
Así se presenta “Querida Sierra Tarahumara”, un documento creado por la Diócesis de la Tarahumara para reflexionar sobre la devastación que se vive en el bosque de Chihuahua y sus consecuencias, pero también para cuestionar el papel que debe jugar la sociedad en general.
El texto, firmado por Gabriel Parga Terrazas, Vicario Episcopal de la Pastoral Indígena, está basado en un documento llamado “Querida Amazonía”, generado por el Papa Francisco. En éste se busca obtener una propuesta del cuidado de la naturaleza. “Hay una realidad de cambio climático que envuelve nuestro mundo, de la cual no podemos escapar.
“La Sierra Tarahumara está reflejada en este documento pontificio y por lo tanto se trata de algo muy significativo para cada uno de nosotros. No es cuestión de enemigos, de denuncias amargas o riesgosas, se trata de ser verdaderamente humanos al hacernos corresponsables del derecho de vivir de todos”, subraya el presbítero.
Esta no es la primera vez que desde la Diócesis de la Tarahumara se plantean esas necesidades o se denuncian inconformidades, problemas o la destrucción de la zona serrana. Por lo menos hay registro periodístico que desde principios del siglo, a inicios de los años dos mil, han expuesto públicamente las preocupaciones desde las comunidades.
En ese trayecto de tiempo, han exhibido las omisiones de las autoridades ante la tala ilegal del bosque, la escalada de la violencia como consecuencia de una serie de factores, así como la migración de las personas por la falta de oportunidades y de garantía para mantenerse en sus lugares de origen.
“Desde que la iglesia despertó del sueño mágico de su credo, a la firmeza de la verdad de Jesús de Nazaret, con su hermoso tono de respeto, dignidad y ternura, los agentes de pastoral de Tarahumara hemos hecho voz resonante de lo que acontece en su interior”, reflexiona Parga.
Entre uno de los puntos a reflexionar desde “Querida Sierra Tarahumara” se encuentra la insistencia a que los pueblos originarios se encuentren entre sí, y que las personas faciliten ese diálogo.
“Hay que tener presente que ellos son los principales interlocutores, no son uno más en el grupo, son de quienes hemos de aprender y a quienes debemos de escuchar por un deber de justicia… Esto significa reconocerlos, valorarlos como ‘otr‘” con su sensibilidad, con sus opciones más últimas, con su manera de vivir y de trabajar”, precisa el documento.
Advierte de igual forma del impacto que ha tenido el cambio climático y la falta de recursos a los habitantes de las comunidades, jóvenes en su mayoría, para irse a vivir a las orillas de las ciudades, en situación de marginalidad, en un ambiente que impide valirar la riqueza de las culturas serranas por verse atrapados por el alcohol, adicciones, la búsqueda del dinero y el placer pasajero.
En este sentido invita a esa juventud a amar su identidad original, sin olvidar las historias, la sabiduría cultural que permite colectividad.
En el texto, el párroco Parga habla también del riesgo que representa la tala irracional del bosque. “Su destrucción impide la recuperación necesaria, pues al cortar los pinos la tierra queda expuesta al sol y la erosión, resultando cada vez más árido el territorio e imposibilitado de recuperarse porque es rocoso en declive y así, el desierto se irá extendiendo cada vez más”.
En este sentido lanza una crítica a los intereses económicos de empresarios y políticos locales que, acompañados en varias ocasiones por el crimen organizado, han hecho de la sierra un botín propio, sin que las autoridades hagan acciones contundentes para evitarlo.
A la iglesia, tal y como lo hace el Papa Francisco en “Querida Amazonía”, le pide caminar con los pueblos originarios, en este caso los de la Sierra Tarahumara, y ser una iglesia “con rostro rarámuri, Ódame, O’oba, Warihó que busca crecer en una cultura de encuentro hacia una diferente armonía…”
Al final del documento, Parga lanza las siguientes preguntas para que cada persona haga conciencia:
¿Cómo es nuestra relación (si la hay) con los indígenas en nuestra ciudad o pueblo?
¿Cómo debería ser después de leer y comprender algo más de los pueblos originarios de la Sierra Tarahumara y/o de México?
¿Qué pensamos de las sequías que se han ido acrecentando cada año?
¿Realmente afecta la tala del bosque de la Sierra Tarahumara en nuestro clima y lluvia? ¿Por qué?
¿Qué acciones puedo hacer para cuidar nuestra “casa común”, donde vivo como familia, como sector o barrio?
¿Podríamos reunirnos los vecinos o compañeros de colonia, sector o huerto para hacer acciones comunes que nos ayuden al cuidado de la “casa común”?
¿Podríamos tener un conocimiento más a fondo de las culturas indígenas de nuestro Estado? ¿Cómo?
¿Qué acciones podemos implementar para apoyar a los indígenas que llegan a donde vivimos, de modo que tengan un reconocimiento digno de su grandeza?
¿Cómo serían las relaciones entre nosotros si vislumbramos lo sagrado de todo lo que tiene vida?
¿Podrías compartir este material con algún otro amigo al que le puede interesar o ayudar?
Aquí puedes consultar el documento completo:
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