La Senda sin ti
Por Gabriela Gil Veloz |
Kwira ba…
gracias por su compañía y amistad, espero hacer este
año la travesía del 348 aniversario de la misión, y poder
luego la del 349 y llegar a la del 350 aniversario…
viviremos para contarlo..!
gracias a Dios por la vida que nos da…
Reydecel Calderón, 2 de enero de 2023.
Con este mensaje a la senda empezó Rey el año. Ninguno sabíamos lo que nos esperaba. Después de las quimios y las radios del final del año 2022, comenzaba un nuevo proceso: las inmunoterapias, que de a poco le dejaron estragos en el cuerpo con los efectos secundarios. Tos, flemas, temblores, tristeza. Siguieron los planes, aunque notó que sus pulmones no estaban listos para caminar. Cambió el plan, él iría como equipo de apoyo, manejaría la troca a la que le puso llantas nuevas para andar en Santa Ana, San Borja, Tepórachi, Boréachi, Carichí.
El oxígeno cada vez llenaba menos sus pulmones, conectado a tanques. Marco iba y venía para rellenarlos. Un día de octubre dejó de necesitar los tanques de oxígeno. Y la troca dejó de necesitar las llantas nuevas para ir de apoyo a la senda. Erika, Toño, Manolo, Reyna, Carlos, vinieron al funeral.
Estaba segura que este año no podría ir el primer día por mi nuevo trabajo, pero también estaba segura que los alcanzaría en días posteriores. El profe Marcelino nos esperaría fuera del Walmart de Cuauhtémoc.
Una noche antes con la inseguridad de viajar y moverme, por la tristeza, por el cansancio, por el duelo de no tenerlo; vino a visitarme en sueños. Estaba en una quinta, una casa enorme de madera, con ventanales, esa quinta era Rey y explotaba en girasoles silvestres como los que hay en la ruta del encino.
Llegamos al punto acordado con el profe Marcelino, un pájaro feliz nos dio la bienvenida con sus trinos “te estoy escuchando Rey”. Cruzamos la calle donde se estacionó el profe con su troca cargada de cobijas, comida, plásticos, estufa de leña y todo lo necesario para la caminata. Salimos por Cusihuiriachi y tomamos el rumbo a Carichí.
Tita se quedó en Carichí con la hermana Érika. Rigoberto, su hijo Arturo, el profe y yo emprendimos camino al Tablero, donde los caminantes de la senda llegarían a descansar. Después de dos horas de camino en el bosque llegamos, como si estuviéramos sincronizados.
Juntamos leños para la fogata, calentamos los tamales que hicieron Tere y Chenda. Las mujeres cocinaron temblorosos y Andrés nos llevó queso recién hecho, de sus vacas. Acomodaron los grandes plásticos para dormir, temprano arreció la lluvia, nos juntamos todos debajo del mismo techo amplio. Varios estaban completamente mojados. Siguieron las historias y las leyendas de Carichí en la fogata.
Calentamos los tamales que hicieron Tere y Chenda
Esa noche Carlos y el profe Marcelino me pidieron leer un texto sobre Rey a la llegada a Carichí y además decir unas palabras. En esos días todo era llanto, no estoy segura de poder hablar, les dije. Me abrazaron, ellas, ellos, me contaron historias con él en medio del bosque, del frío. Me dieron un lugar en su casa de campaña, me cobijaron y Reyna me dijo que la podía abrazar para que no tuviéramos frío.
– Checo, le gustaba mucho el cuchillo que le regalaste el año pasado, que tú mismo le hiciste — le dije.
– ¡Sí! Hasta se metió con él a la iglesia — respondió con orgullo.
Amaneció, entre los pinos, entre la humedad y las cobijas. Echaron lumbre para las quesadillas del desayuno, repartieron carne seca de venado para el camino, recogimos nuestros tendidos. Carlos nos convocó al silencio en un círculo antes de comenzar el último día de caminata. Nos echamos a andar encabezados por Rigoberto, entre los altos pinos del ejido, mirábamos verde, subidas, bajadas. Las plantas de nuestros pies recorrían la paz del bosque, a ratos parábamos, tomábamos fotos, nos asombramos de las vistas, de las grandes piedras de los arroyos en pendiente, de las grandes piedras arriba del monte.
Carlos nos convocó al silencio en un círculo antes de comenzar el último día de caminata.
– Él te quería — me dijo Chava en el camino.
Este año las jovencitas del internado de segundo y tercer grado de secundaria encabezadas por la hermana Érika nos esperaron cerca de la Piedra Pinta. En la entrada del potrero de Luis Ortega. Nos recibieron con porras, algunas de ellas tenían letras que juntas formaban las frase “La senda misionera 2023” con la imagen de Yermo y Parres, a quien dedicamos este año la caminata y con una fotografía de Rey. Nos compartieron jugo y un pan, gozosos caminamos juntos, las niñas y los caminantes hacia Carichí, nos quedaba la mitad del camino de esa jornada.
Cruzamos un potrero, subimos y bajamos un cerro y pronto llegamos a Carichí. Ahí nos esperaban el mismo maestro de ceremonias, Cristy del DIF y un sacerdote franciscano. También encontramos a Joaquín, que este año de nuevo se adentró a buscarnos en el bosque sin hallarnos. Algunos compartimos la palabra del camino, de la senda, del grupo. De nuevo cerramos con una misa y un reconfortante chile colorado en casa de las siervas. Nos abrazamos y nos deseamos buen camino. Las hermanas Granados nos llevaron a casa.
Toño, Chava, Tere y varios más aseguraban que sentían su presencia en el camino. Unos sentían que venía detrás de nosotros; otros, sentíamos su presencia en los chuyakos, en el amanecer, en esos pinos y encinos de sus ancestros carichienses. Este sendero 348 Rey lo realizó y realizará el 349 y el 350, a través de nosotros, que lo caminamos con él y lo seguiremos caminando. Y tal vez, viviremos para contarlo.