El ralámuli defensor del bosque Julián Carrillo fue asesinado cerca de su casa en Coloradas de la Virgen cuando intentaba tomar señal para poder hablar por el teléfono satelital proporcionado por el Gobierno Federal como medida de protección.
Por Raúl F. Pérez Lira | Raíchali
La familia de Julián Carrillo, otros miembros de la comunidad de Coloradas de la Virgen y organizaciones de la sociedad civil se reunieron este 24 de octubre para rendir homenaje al defensor del bosque, asesinado en 2018 por sicarios cercanos a su hogar en las montañas de la Sierra Tarahumara.
Julián era comisario de bienes comunales de Coloradas de la Virgen. Tuvo ese cargo por más tiempo de lo que acostumbraba la comunidad, ya que la violencia y las amenazas de parte de los caciques locales no permitían que tuvieran cuorum legal para que la asamblea nombrara otra persona responsable.
Desde el 2014, Julián y otras personas defensoras de su territorio fueron incorporadas al Mecanismo de Protección para Defensores y Periodistas de la Secretaría de Gobernación con “riesgo extraordinario”. Para protegerse, el gobierno federal le dio un teléfono satelital. Sin embargo, para usarlo tenía que salir de su casa y subir un cerro donde este alcanzara señal.
Con ese teléfono, narró cómo escuchó disparos y llantos cerca de la casa de su hijo Víctor, a quien asesinaron. Los sicarios pronto también acabaron con la vida de dos de sus sobrinos y de su yerno, pero aún así Julián se negó a abandonar sus tierras. Al contrario, siguió en reuniones y planeando nuevas acciones para defender el bosque de Coloradas de la Virgen y su comunidad.
Julián fue asesinado el 24 de octubre de 2018 por cuatro sicarios. Estaba acompañado de su nieto de seis años, quien huyó y sobrevivió el ataque. Ambos subían el cerro para avisar por su teléfono satelital que estaban siendo espiados desde hacía tres días.
A partir de su asesinato, decenas de habitantes de Coloradas de la Virgen, incluidos su familia y otros líderes comunitarios, han tenido que abandonar su territorio para refugiarse en otros pueblos, rancherías y ciudades del estado ante amenazas de los caciques locales.
Después de la ceremonia de este martes 24 de octubre frente al Palacio de Gobierno, en la cual familiares y seres queridos de Julián Carrillo encendieron velas en su memoria, el grupo se dirigió hacia el Congreso del Estado, donde la diputada presidenta del legislativo, la morenista Adriana Terrazas, facilitó el uso de la Sala Belisario Domínguez para continuar el homenaje.
Ahí, ante la presencia de autoridades, la asociación civil Alianza Sierra Madre, la cual brinda acompañamiento legal a la familia de Julián y a su comunidad, proyectó un documental sobre la lucha de las mujeres de Coloradas de la Virgen.
Al terminar el documental, el periodista Carlos Andrés y la lingüista Sewá Morales leyeron un texto sobre Julián preparado por la documentalista Teresa Camou Guerrero, en base a entrevistas realizadas a su esposa y compañeros de lucha, de los cuales incluimos algunos fragmentos a continuación.
“Vivíamos muy a gusto en el barranco, ahí hay naranjas, toronjas, zapote, limas. Sembrábamos chile y tomate, había mucho que comer. Teníamos mucha agua. En el aguaje hay muchos árboles de limón. Pescábamos en el río, y en el arroyo se lavaba la ropa. Se caminaba muy a gusto. A Julián le gustaba subir a la sierra a Coloradas, a las juntas, le gustaba platicar con la gente. Le gustaban las fiestas, el Yúmare. Le gustaba comer tortilla de maíz, tomar Yorique. No me gusta vivir acá, está muy caliente. Allá se camina junto con los pinos, muy a gusto. Aquí en la ciudad no se camina bien”
“A Julián le preocupaba que nos cuidáramos, él decía, andamos en la lucha, si a mí me pasa algo tú tienes que seguir y, si a ti te pasa algo yo voy a seguir. Se ha batallado mucho este problema, ya está muy enredado no hemos avanzado, en vez de ir para adelante vamos para atrás. Se está poniendo muy feo. Como ahorita están agarrando mucho dinero los que se llevan la madera, está más peligroso para uno. Como no hay nadie que los pare ellos se están sirviendo con la cuchara grande, como dicen. ¿Y cómo los paramos si son sicarios, son un grupo, son muchos que donde quiera están? Si Julián nos mirara ahorita nos diría que hay que defender todos juntos, uno solo no hace nada, hay que hacer un grupito de varias comunidades, así es mejor”
“Veo a Julián llegar a la oficina acompañado de otros defensores y ocasionalmente de alguno de sus pequeños hijos (hoy todos mayores). Era como si deseara que desde pequeños aprendieran de lo que su papá hacía cuando viajaba a Chihuahua. La violencia ha estado presente desde hace muchas décadas en Coloradas de la Virgen, esto hizo que las instituciones de gobierno dejaran de tener presencia en la comunidad, situación que le preocupaba mucho, decía que los chiquitos (niñas y niños) iban a crecer como la mayoría de la gente “sin saber nada”, por eso “el cacique” hace lo que quiere en la comunidad. Hace varios años llegó acompañado de su compañero de lucha más cercano con una solicitud a las autoridades de salud, solicitaban que su personal acudiera a la ranchería de Bajichi, pues en menos de un año habían fallecido 12 niños y niñas. La solicitud nunca fue atendida”.
La comunidad indígena ralámuli de Coloradas de la Virgen lleva más de cinco décadas en resistencia ante caciques y grupos armados locales con intereses forestales, mineros y agrícolas que poco a poco se han apoderado del territorio. Desde la década de 1970, se han incrementado los niveles de violencia, los asesinatos, las amenazas y el desplazamiento forzado.
Dos de los asesinos de Julián fueron condenados en 2021 y, debido a su lucha por defender el bosque y el territorio, en el juicio se estableció que toda la comunidad había sido víctima de este crimen. A pesar de esta sentencia, su familia y compañeros de lucha no han podido regresar a Coloradas de la Virgen.