Por Ernesto Camou Healy
El presidente López Obrador dedicó un buen tanto de la “mañanera” del pasado jueves 27 de julio, a exponer lo que él considera un logro importante de su Gobierno: Una reducción pequeña pero significativa en la brecha económica entre los mexicanos más pudientes y los más empobrecidos.
Con base en los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos de los Hogares realizada en 2022 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el Ejecutivo destacó que la diferencia de ingresos entre los más ricos y los más pobres se ha reducido en seis puntos en lo que va de su Gobierno.
El mandatario se mostró optimista y apuntó a varios indicadores que, según él, muestran que su Gobierno y el País, van por el rumbo correcto. Seguramente habrá críticos que afirmen que las cifras fueron manipuladas. Resulta complicada tal acusación, pues el Inegi es un organismo que ha sido consistente en sus investigaciones y metodología y no suele plegarse a las veleidades políticas de los funcionarios en turno. Por otra parte, al citar dicho documento ya publicado, el Ejecutivo sabe que sus adversarios podrán recurrir a la misma publicación y mostrar sus dislates, si los hubo, con lo cual quedaría en entredicho y quizás en ridículo.
Cuando AMLO llegó a la presidencia aseguró tener algunas prioridades para mejorar la suerte de la población más desposeída, que constituía casi dos terceras parte de los mexicanos. Es oportuno destacar que, si bien pobres siempre ha habido, fue durante los gobiernos llamados neoliberales, desde el sexenio de Miguel de la Madrid con Salinas como su secretario de Programación y Presupuesto, hasta el Gobierno de Peña Nieto, 36 años en total, en los cuales se cargó el peso de una ilusoria recuperación a la población más pobre, cuando con el pretexto de combatir la inflación se castigaron, año con año, los ingresos de los trabajadores al fijar el salario mínimo siempre por debajo del índice de inflación, con lo cual se aseguraba una mano de obra barata y cada vez más deprimida.
Tal dinámica depredadora fue la causa de que en México tengamos arriba del 60% de los compatriotas viviendo en pobreza y casi una tercera parte de ellos en pobreza extrema, es decir, que tienen dificultades para conseguir el mínimo necesario para que la familia subsista.
De ahí la prioridad de esta administración; de ahí también el énfasis en incrementar las percepciones de las familias situadas en los estratos de menores ingresos. López Obrador expuso que durante los primeros cuatro años de su Gobierno ha aumentado el bienestar de las personas, en particular de los más desamparados. Para las familias situadas en el fondo de la escala, el ingreso por su actividad laboral se incrementó en 29%, entre 2018 y 2022; el renglón de salarios para este conjunto más empobrecido aumentó un 41% en términos reales.
El Ejecutivo afirmó que “la brecha de ingresos entre los más ricos y los más pobres disminuyó. En 2016 los más ricos ganaban 21 veces más que los pobres, en 2022 se redujo a 15 veces más”. El Presidente agregó que los más pobres hoy ganan 20.4% más que en 2016.
López Obrador resaltó que por programas del bienestar los adultos mayores incrementaron su ingreso trimestral de 20,322 pesos a 23,738 pesos. Entre la población indígena se pasó de un ingreso trimestral de 16,905 pesos a 18,428 pesos, es decir, 9% más. Y en el campo, los más pobres, aumentaron sus ingresos 20%.
Es un adelanto, al parecer. Falta mucho, no se debe olvidar que es un logro en cuatro años, y que el problema que se pretende solucionar tiene ya, al menos, 36 años. Habrá quienes las descalifiquen, que digan que son mera propaganda, pero estas afirmaciones deben sustentarse en datos comprobables, o investigaciones serias que permitan el escrutinio de métodos y los soporten. Así, poco a poco, iremos reconstruyendo el País.
Ernesto Camou Healy es doctor en Ciencias Sociales, maestro en Antropología Social y licenciado en Filosofía; investigador del CIAD, A.C. de Hermosillo.