San Patricio y don José…

Por Ernesto Camou Healy

El pasado jueves 17 de marzo fue el día de San Patricio, patrono de Irlanda y de muchísimos descendientes de naturales de aquella Verde Erín. Mi abuelo, José Santiago Healy Brennan, fue uno de ellos. Sus padres salieron de Irlanda a fines del siglo XIX, llegaron a Nueva York y se dirigieron al Sur, a Texas, y de ahí a Monterrey, donde instalaron una escuela de inglés. Ambos eran maestros y tenían una cierta experiencia docente en Kilkenny, su último lugar de residencia.

En la capital de Nuevo León nació mi abuelo. Muy pronto la familia se trasladó a la Ciudad de México al antiguo barrio de Santo Domingo. En ese medio fue creciendo, asistió a la escuela, aprendió las primeras letras y tuvo que dejar la primaria inconclusa. Su hermano Patricio había conseguido trabajo como reportero en un diario local; Pepe intentó lo mismo y siendo adolescente aún, desempeñó diversos oficios en otro periódico hasta que consiguió ser reportero.

En esas lides andaba cuando inició la Revolución. Conoció a varios militares del entorno de don Venustiano Carranza y trabó amistad con ellos. En una ocasión un general le dijo: “Healy, deberías unirte a nosotros, con tu oficio puedes ser muy útil a la causa”, y el abuelo hizo maleta y se alistó en el Ejército constitucionalista. Su primera campaña fue en Veracruz y cuando estaba ya en el tren pasó otro joven reportero, Carlos Genda, gran amigo, y se asombró. “Me les uní, respondió, y tú deberías hacer lo mismo”. Los dos jóvenes revolucionarios iniciaron una correría que a su tiempo los llevó a Sonora…

Ahí se hizo amigo de don Adolfo de la Huerta y fue uno de los hombres de confianza en Sonora del Presidente. Cuando fue inevitable lo acompañó al exilio en un tren hacia lo frontera. Contaba que iba con ellos otro amigo y partidario del ex mandatario, Emilio “El Indio” Fernández, que se iba a Chicago, a buscarse la vida. Eventualmente llegó a Los Ángeles y ahí descubrió el cine…

Mis abuelos se casaron en Nogales, Arizona, pues él no podía volver a México, y vivieron unos años en Los Ángeles, donde ejerció el periodismo. Con el tiempo volvieron a Sonora, compró EL IMPARCIAL a don José Abraham Mendívil y dedicó su vida al periódico y al Estado. Se sentía profundamente sonorense y agradecido con esta tierra. Decía que eso del calor inclemente era una calumnia: Que la temperatura debía tomarse en el rincón donde se echaba el perro de la casa…

Cada año festejaba sus raíces irlandesas el 17 de marzo. Se ponía corbata verde y algún trébol en la solapa, y recibía a la familia y amigos para una copa de vino o jerez en su casa del Centenario. Ahí nos platicaba sobre San Patricio, de quien se decía que había expulsado de la isla a todas las serpientes y que había usado un trébol para explicar a aquellos nativos la doctrina de la Santísima Trinidad.

Se sentía particularmente orgulloso del Batallón San Patricio, formado sobre todo por irlandeses, que era parte del Ejército norteamericano en la guerra de intervención contra México y que, en 1846, se pasaron al bando mexicano en repudio a los malos tratos y la sinrazón del ataque a nuestro País. A ellos les tocó defender la plaza de Monterrey y luego participaron en varias acciones de guerra protegiendo a su nueva patria. En la batalla de Churubusco, en 1847, defendieron el convento con valentía, pero se quedaron sin municiones y tuvieron que entregar la plaza. Los estadounidenses fueron particularmente crueles con ellos: Los marcaron con una “D” en la cara y los sentenciaron a trabajos forzados; muchos fueron ahorcados en San Jacinto, en el barrio de San Ángel, o en Chapultepec.

Mi abuelo murió en 1968. Supo ser intensamente sonorense y mexicano, orgulloso siempre de su herencia irlandesa. No fue mala mezcolanza…

Ernesto Camou Healy es doctor en Ciencias Sociales, maestro en Antropología Social y licenciado en Filosofía; investigador del CIAD, A.C. de Hermosillo.

About Author

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *