Por Ernesto Camou Healy
Todos somos descendientes de migrantes. Migrar es un andar -arduo y esperanzado- que busca asentarse y hacer suyo un mundo pleno de posibilidades.
La primera migración partió del Sur de África, cuando aquellos primitivos homínidos desarrollaron curiosidad y afán de conocer el entorno, hacerlo suyo con su caminar en busca de frutos y presas para alimentarse.
Por miles de años fueron desplazándose hacia el Norte. Algunos tomaron rumbo al levante y habitaron ese vasto continente oriental, y luego llegaron a una América entonces anónima. Otros fueron ocupando lo que conocemos como Europa y el Norte africano.
En esos esfuerzos inventaron nuevas formas de conseguir sustento y sus cuerpos se adaptaron a climas y terrenos diferentes, y lograron adaptaciones cosméticas pero útiles en los nuevos hábitats. Todo ese movimiento fue creando diferencias dentro de una misma especie; desde la apariencia hasta los usos, costumbres y lenguajes: Se fueron formando identidades en el seno de la única especie humana, los homo.
Comenzaron los enfrentamientos y la violencia por el uso de los recursos, desde una fuente de agua hasta un coto de caza. De ahí se pasó a la sospecha sobre el recién llegado, el de distinta faz e idioma incomprensible: Se fue dividiendo la humanidad en razas y culturas a veces enfrentadas entre sí. Esas oposiciones no son naturales, sino culturalmente definidas; son construidas por la humanidad y por lo mismo, pueden modificarse.
Migrar es un esfuerzo. De algún modo es una huida de condiciones opresivas, sin esperanza y sin horizonte. No se huye sólo de una naturaleza hostil, sino de condiciones inhumanas de vida, de falta de trabajo, o jornales de explotación. Se desplaza porque hay un derecho humano que no se cumple: Tener una vida digna, un trabajo y un jornal justos.
El fenómeno de la migracion es muy complejo, con causas recientes y añejas que tienen que ver con la economía y con la voluntad de algunas potencias por explotar territorios y trabajo en regiones menos defendidas.
En nuestro caso y nuestra América, la dinámica la inició España, y en el siglo XIX la continuaron los Estados Unidos, que no dudaron en explotar, oprimir y manipular gobiernos y economías para saciar sus intereses y ambiciones. Tuvieron gobiernos cómplices que poco se preocuparon por su gente: Se llegó a una polarización y estratificación económica y social que dejó a amplios sectores de la población sin alternativas para sobrevivir con un mínimo de dignidad; por eso prefieren salir hacia el Norte.
La mayoría de los que llegan a México proviene de América Central. Esa región es uno de los pasos de la droga que viaja hacia la economía estadounidense. Eso paraliza el trabajo campesino, pone en peligro la vida y ahuyenta empleos en el paso de los narcóticos. Es una razón para buscar vida y seguridad en el Norte.
Parece complicado plantear una vía de solución. Pero si los Estados Unidos organizaron un Plan Marshall para reavivar la sociedad alemana después de la Segunda Guerra Mundial, no hay razón para pensar que un esfuerzo similar no podría realizarse en Centroamérica; quizá la sinrazón de un racismo atávico. Por eso, la iniciativa del Gobierno de López Obrador para estimular el desarrollo centroamericano parece estar en la dirección correcta.
Los que arriban a nuestras regiones son hermanos en necesidad. Vienen cansados, enfermos y con hambre. La tragedia en Chiapa de Corzo, hace dos semanas, donde falleció medio centenar de personas es un caso extremo, pero las muertes son frecuentes por toda la geografía nacional.
En algunas poblaciones se les margina, a veces se les hostiga, generan temor. En muchos lugares son ignorados, los quieren invisibles. Pero son personas. Hay que sentir con ellos, y reconstruir aquella fundamental equidad que clama por eliminar las diferencias, y apoyar al que encontramos en el camino, necesitado y hambriento. Que sin los otros no hay manera de ser persona.
Ernesto Camou Healy es doctor en Ciencias Sociales, maestro en Antropología Social y licenciado en Filosofía; investigador del CIAD, A.C. de Hermosillo.