Por Francisco Ortiz Pinchetti
Resulta más que entendible que después de casi 20 meses de pandemia, restricciones y encierro la luz verde en el semáforo epidemiológico sea como una señal de liberación. Uf, por fin. El problema es que esa señal puede ser equívoca y sobre todo peligrosa. Según los especialistas del tema, dar por hecho de que la emergencia acabó y en consecuencia volver a nuestras actividades y sobre todo actitudes “normales” puede ser el camino a un rebrote de dimensiones imprevisibles.
Claro que es alentador saber que según la Secretaría de Salud en la semana del 18 al 31 de octubre 20 estados de la República Mexicana están en color verde, 11 en amarillo y solamente uno en naranja. Ninguna en rojo. Suena bien, claro; pero es imprescindible no confiarnos: la emergencia sanitaria no ha terminado.
Así lo advierte entre otros el doctor Samuel Ponce de León Rosales, coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) de la UNAM y titular de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus. Aun cuando comenzó el semáforo epidemiológico verde en varias entidades del país y se registra una intensa actividad social, se reanudaron actividades culturales, deportivas y parcialmente las académicas, “es esencial mantener las medidas sanitarias para continuar con baja transmisión y mínimo riesgo”.
Insiste el especialista, sin ambages, que es necesario vacunarse, utilizar el cubrebocas, lavarse las manos, mantener la distancia social y evitar reuniones familiares y sociales, pues “la pandemia sigue”. Es claro y directo: “El escenario para las siguientes semanas, y esperemos que por lo menos dos o tres meses, es que la transmisión disminuya drásticamente; pero el mensaje es que no estamos volviendo a una situación donde esto se terminó, de ninguna manera. Tenemos que mantener precauciones, mantener cuidados. Sigue habiendo personas que se infectan, pero el escenario es mucho mejor porque tenemos una muy alta cantidad de pacientes que se han inmunizado naturalmente: enfermaron, sobrevivieron y tienen defensas”.
Ciertamente las tendencias en el número de contagios y fallecimientos han ido por fin en franco descenso en las últimas semanas. Sin embargo, este miércoles se reportaron todavía cinco mil 69 nuevos casos en el país y 424 fallecidos. El número total de casos positivos confirmados en México llega a tres millones 767 mil 758 y las defunciones oficialmente reconocidas suman 285 mil 347, cifra que en las estimaciones de diversas instancias nacionales e instituciones internacionales puede ya superar en realidad los 600 mil.
En el caso de Ciudad de México, la ambigüedad con la que las autoridades capitalinas, Claudia Scheinbaum Pardo la primera, han tratado el tema del coronavirus y sus frecuentes contradicciones con la instancia federal a cargo del tristemente célebre doctor Hugo López-Gatell, complican aún más el panorama. Otra vez, son factores más políticos que sanitarios los que determinan las decisiones.
Si desde hace tiempo veíamos escenas verdaderamente inauditas cuando en plena pandemia se atiborraban las calles y establecimientos del Centro Histórico, ahora las escenas cotidianas en diversos rumbos de la ciudad reflejan el “regreso” a una normalidad que es falsa. Los afanes del gobierno por alentar la recuperación económica, que son entendibles, caen en exhortaciones a dar rienda suelta a nuestra irresponsabilidad.
Mientras escuchamos que la jefa de Gobierno parece festinar las aglomeraciones y la concurrencia masiva a comercios, restaurantes, bares y otros establecimientos, López-Gatell vuelve a las andadas y ahora acusa de “egoístas” a quienes exigen a otros el uso del cubrebocas, instrumento de prevención valorado internacionalmente que él y su jefe siguen desdeñando de manera irresponsable.
Las decisiones y actitudes de los gobernantes, a querer o no, tienen una repercusión indudable en la población. Si en lugar de insistir en que la pandemia no ha cesado ni mucho menos y que en consecuencia hay que mantener las medidas precautorias con el debido rigor se promueve el relajamiento y la vuelta acelerada a la normalidad, el mensaje que envían las autoridades puede ser francamente criminal, sobre todo ante la temporada de frío que se aproxima y la cual suele ser favorable a la propagación del virus.
Las proliferación de reuniones amistosas y familiares, la asistencia a eventos deportivos y musicales, la afluencia masiva a centros comerciales (y ya viene el Buen Fin), pueden significar la muerte para más y más mexicanos. Así de grave. Por eso ante el semáforo verde debemos encender la alerta roja. Válgame.
POR LA LIBRE-TA
LINEA 12. Un habilidoso pero bastante burdo tinglado armaron el gobierno federal, la jefa de Gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum; el canciller Marcelo Ebrard Casaubón, la Fiscalía General de Justicia de CDMX y el empresario Carlos Slim para encubrir culpas y atenuar costos políticos por la tragedia criminal de la Línea 12 del Metro. Ahora resulta que todos se han deslindado y los únicos culpables son una decena de empleados menores… ¡y los famosos pernos!