Por Ernesto Camou Healy
El papa Francisco envió un videomensaje con motivo del IV Encuentro Mundial de los Movimientos Populares. Es un documento extraordinario. A continuación, algunas de sus reflexiones:
“Queridos Poetas Sociales… Así me gusta llamarlos porque ustedes crean esperanza allí donde sólo aparece descarte y exclusión. Gracias porque su dedicación es un anuncio de esperanza, me recuerda que no estamos condenados a construir un futuro basado en la exclusión y la desigualdad o la indiferencia. Eso ustedes lo anuncian muy bien, y saben que retornar a lo anterior sería suicida, y también ecocida y genocida”.
“Todos hemos sufrido el dolor del encierro, pero a ustedes les tocó la peor parte: En los barrios que carecen de infraestructura básica es difícil quedarse en casa, por no contar con lo necesario para el cuidado y protección, y porque la casa es el barrio. Los migrantes, los indocumentados, los trabajadores sin ingresos fijos se vieron impedidos de realizar sus tareas agravando su ya lacerante pobreza. Este tercio sufriente de humanidad no reviste interés para los medios y los formadores de opinión, no aparece”.
“No podemos olvidar la crisis alimentaria. Pese a los avances tecnológicos, millones de personas fueron privadas de alimentos, aunque estén disponibles. Este año, 20 millones de personas más han caído a niveles extremos de inseguridad alimentaria, la indigencia se multiplicó. Los números del hambre son horrorosos, y es posible que las muertes por causas vinculadas al hambre superaran a las del Covid. Pero eso no es noticia”.
“Ustedes son parte fundamental de esa humanidad que lucha por la vida frente a un sistema de muerte. Jesús dijo que la salvación estaba en cuidar de los hambrientos, los enfermos, los presos, los extranjeros, en reconocerlo en la humanidad sufriente. Por eso digo: ‘Felices los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados’; ‘felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios’.”
“Experimentamos resistencias a los cambios necesarios, resistencias que van más allá de nuestras fuerzas. La doctrina social de la Iglesia las llama ‘estructuras de pecado’, que no podemos ignorar. El cambio personal es necesario, pero es imprescindible ajustar nuestros modelos socioeconómicos para que tengan rostro humano”.
“Y paso a pedir en nombre de Dios:
A los grandes laboratorios, que liberen las patentes y permitan que cada ser humano tenga acceso a las vacunas; a los grupos financieros internacionales que permitan a los países pobres garantizar las necesidades básicas de su gente y condonen esas deudas contraídas contra los intereses de esos pueblos”.
“Quiero pedir a las grandes corporaciones que dejen de destruir los bosques, humedales y montañas, dejen de contaminar los ríos y los mares, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos, que dejen de imponer estructuras de producción y distribución que inflan los precios y terminan quedándose con el pan del hambriento”.
“Quiero pedir a los fabricantes de armas que cesen de fomentar la violencia y la guerra. Quiero pedir a los gigantes de la tecnología que dejen los discursos de odio, las fake news, las teorías conspirativas, la manipulación política”.
“Quiero pedir en nombre de Dios a los medios de comunicación que terminen con la lógica de la postverdad, la desinformación, la difamación y esa fascinación por el escándalo y lo sucio; que busquen contribuir a la fraternidad y a la empatía con los más vulnerados”.
“A los gobiernos, a los políticos quiero pedirles que representen a sus pueblos y trabajen por el bien común. Y cuidarse de escuchar solamente a las elites económicas tantas veces portavoces de ideologías que eluden los verdaderos dilemas de la humanidad. Sean servidores de los pueblos que claman por tierra, techo, trabajo y una vida buena”.
“Quiero pedir a los líderes religiosos no usar el nombre de Dios para fomentar guerras ni golpes de Estado. Luchemos junto a los humildes para que el desarrollo humano integral sea una realidad. “