— Marie-Monique Robin es una periodista francesa, autora de varios libros sobre temas científicos y de salud, como El mundo de acuerdo a Monsanto, Nuestro veneno cotidiano (desde pesticidas a empaques…), Las cosechas del futuro, o cómo la agroecología puede alimentar al mundo; y ahora acaba de publicar un libro basado en entrevistas a 62 científicos por todos los rincones del planeta, sobre la actual pandemia y las que vendrán…
El libro se titula La fabrique des pandémies, y ella explica su inquietud en una entrevista publicada en Radio Francia Internacional. A continuación presento un apretado resumen de sus hallazgos.
“Contacté 62 científicos de los cinco continentes y me dí cuenta de que había gran cantidad de estudios, publicados en revistas prestigiosas que decían lo mismo: La principal causa de la pandemia actual, o las que ya tuvimos, como ébola, sida, zika, chicunguña y las que van a llegar, es la deforestación. Hay mecanismos que explican cómo la biodiversidad protege contra la emergencia de nuevas enfermedades infecciosas”.
“Los científicos afirman que sabían que llegaría una pandemia mundial, y que si no trabajamos para acabar con las causas –todas ecológicas y provocadas por la actividad humana– vamos a tener una epidemia de pandemias. Resulta necesaria la vacuna, pero si no tomamos medidas para prever y detener las próximas pandemias, ellas pueden ser mucho mas letales que la Covid-19”.
No se trata de nuevos virus, sino de patógenos que existen desde siempre, pero en reservas naturales, en donde unos depredadores controlan a los portadores de esos virus, les impiden reproducirse aceleradamente, y permanecen sin afectar a la población humana en su habitar biodiverso.
“Un ejemplo es la historia del virus Nipah que apareció en Malasia en 1997 y que proviene de los murciélagos. La historia comenzó en Borneo donde quemaban la selva primaria para cultivar palma de aceite, y los murciélagos tuvieron que marcharse porque habían destruido su hábitat. Son mamíferos que poseen un sistema inmunitario muy eficaz y llevan infinidad de patógenos que para el hombre pueden ser muy peligrosos. Cuando la selva no ha sido destruida no molestan a nadie, pero cuando se arrasa su hábitat empiezan los problemas: En Malasia, los murciélagos huyeron hacia la costa a las plantaciones de mangos, y ahí había granjas de cerdos que se contaminaron con sus heces, contrajeron el virus Nipah y lo pasaron a los humanos. Es lo que está sucediendo con muchos “nuevos” virus, los animales portadores de estos patógenos se desplazan y acercan a las zonas donde se concentra la población”.
“Otro ejemplo es la reserva de Celestun, en Yucatán, conocida por su gran biodiversidad, lo que significa que hay un gran potencial de patógenos, pero están en sordina y no amenazan a nadie porque el ecosistema está en equilibrio. Hay jaguares que se comen a los roedores portadores de patógenos, pero si desaparece la reserva, se terminan los jaguares y proliferan los roedores que son portadores de virus que se difunden porque los depredadores desaparecieron”.
“Los científicos dicen que cuando vives en una ciudad desde niño, donde no hay árboles ni animales ni parques, tu flora intestinal es muy pobre. Una experta, en los Estados Unidos, demostró que los niños y niñas que han nacido y crecido en granjas orgánicas, tienen una flora intestinal muy fuerte y buena para su sistema inmunitario”.
“Si queremos evitar las próximas pandemias, hay que tomar medidas para el mediano y largo plazo. Luchar contra la pérdida de biodiversidad, contra los monocultivos y la deforestación para criar reses, cultivar soya, o aceite de palma, por ejemplo. Son medidas que se tienen que adoptar a nivel internacional; pero hay otro problema: La pobreza, porque en muchas regiones de gran biodiversidad hay una presión muy fuerte debido a que la gente tiene hambre”.
La autora apunta a una tarea colosal y urgente: Rediseñar y tornar biodiverso todo el sistema mundial alimentario.