Por JUDITH AMADOR TELLO/Proceso
Detrás de la extraordinaria belleza, vitalidad y fuerza de las tradiciones comunitarias en todo el país, hay un menosprecio racial que las está extinguiendo. El dramaturgo sitúa su origen hace 500 años, en la división esquizofrénica de las Leyes de Indias en la Nueva España. Por ello, a través de Proceso, da a conocer una carta enviada a la futura secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, para revertir este atentado.
CdMx.—Durante los diálogos de la transición cultural El poder de la cultura, organizados por la Secretaría de Cultura vigente, el dramaturgo e investigador Miguel Sabido propuso que, en el marco de la llamada Cuarta Transformación, el próximo gobierno declare patrimonio cultural intangible de la nación las ceremonias tradicionales indígenas.
La petición considera a la “enorme cantidad de ceremonias con raíz indígena que durante cinco siglos han mantenido gran parte de la identidad del país”, detalla a Proceso el también productor escénico y propulsor de las pastorelas desde hace más de medio siglo a través de la asociación civil Teatro de México. En una carta dirigida a Alejandra Frausto, nombrada futura secretaria de Cultura, menciona unos cuantos ejemplos relevantes:
El Carnaval de Huejotzingo, Puebla; Semana Santa Yaqui de Etchojoa, Sonora; las guerras fingidas, entre ellas Los doce pares de Francia (una versión de la danza de Moros y Cristianos) de Mexicaltzingo, Estado de México, y Batalla del 5 de Mayo del Peñón de los Baños, Ciudad de México; ceremonias indígenas del Día de Muertos en Michoacán; apariciones de Guadalupe en Tochimilco, Puebla; pastorelas de Hidalgo, Guanajuato y Saltillo; y adoraciones de Reyes (al niño Dios) de Uruapan e Ixtapan de la Sal, en Michoacán y Edomex, así como ceremonias pertenecientes al teatro ritual tradicional mexicano.
—Y Semana Santa (noriróachi) y el Yúmari, de los Rarámuri, en la Sierra Tarahumara, Chihuahua, añade Oserí a esta lista–.
En realidad, es un vasto panorama que el escritor describe desde sus orígenes en su libro Teatro Sagrado: Los “coloquios” de México (Siglo XXI Editores, 2015) y que acompañaron la carta, junto con dos libros más: Rescatando pastorelas, una investigación de campo en la cual recogió cuadernos de ese género e hizo una adaptación moderna, y Miguel Sabido: defensor de la tradición, que habla de su trayectoria.
En el primero ya expresa su preocupación por el acelerado derrumbe de estas tradiciones. Y reitera en la entrevista que ha sido testigo, en sus viajes al interior de la República –en donde investiga y participa en dichas ceremonias–, de cómo se están extinguiendo por diversas razones.
Se remite históricamente a la “brutal separación” establecida por las Leyes de Indias en la Nueva España, donde se hizo la división entre la república de los indígenas y la república de españoles, lo cual “nos volvió un país esquizofrénico y seguimos siéndolo hasta la fecha, un país racista”:
“Decimos ‘un indio bajado del cerro a tamborazos’, ‘no tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre’, y ‘es muy pendejo, es un indio’. Ese racismo causa una enorme cantidad de problemas sociales.”
Propone entonces:
“Si el gobierno declarara patrimonio intangible de toda la nación esas ceremonias, estaríamos luchando en contra de la brutal formulación de las Leyes de Indias que hemos arrastrado quinientos años, esta esquizofrenia social tremenda verdaderamente.”
Ante la innegable polarización de gente que apoya incondicionalmente al presidente electo Andrés Manuel López Obrador y la que no lo hace, argumenta que el reconocimiento propuesto contribuiría a acabar con esa esquizofrenia, pues la “parte blanca, por así decirle, ‘gente de razón’, que le llaman, aceptaría que gran parte de la identidad del país reside en nuestras tradiciones indígenas”.
De lo contrario no se logrará la Cuarta Transformación, subraya, pues la división es evidente: por un lado, “el México imaginario, que es el de Polanco, en el cual las personas creen vivir en Houston”, y el México profundo, el México indígena, descrito por Guillermo Bonfil Batalla en su libro así titulado, “donde existe una enorme cantidad de intangibles culturales que deben pertenecer a todos”:
“Si el gobierno declarara patrimonio las ceremonias, las instituciones culturales de los estados tendrían la obligación de protegerlas, en lugar de agredirlas y menospreciarlas.”
Ninguneo
Sabido, creador de las telenovelas históricas, recuerda que cuando Consuelo Sáizar presidió el desaparecido Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, fue a proponerle que en lugar de la guerra contra el narcotráfico se hiciera una guerra cultural en las siete ciudades de la frontera, organizando pastorelas en escuelas, sindicatos y demás, para reforzar el tejido social. Su respuesta fue: “Miguel, si te salen tan bien obras como Falsa crónica de Juana la loca, para qué te metes con esas cosas de indios, de pastorelas”.
De raíz indígena, lamenta que las autoridades culturales, en general, cuando no desprecian, ven de lado esas “maravillosas ceremonias” que dan a México su identidad. Y por eso decidió dirigirse a Frausto.
Y además porque le dolió ver durante la pasada ceremonia de El Grito que Angélica Rivera, esposa de Enrique Peña Nieto –“me resisto a llamarla primera dama”–, llevara “un vestido de reina, con cola, bordado con joyas, en lugar de ponerse un discreto vestido y un rebozo mexicano, ¿qué le costaba?
“Esa imagen de Rivera es la del México colonizado, el México imaginario que cree que estamos en Europa, en Nueva York o en una pasarela de París. ¡Y no! Estamos en un país lleno de carencias, polarizado y dividido, hay una cantidad de quejas en las redes sociales, que si el aeropuerto, que si no.”
No es la primera vez que se propone tal declaratoria. Se ha planteado inclusive que a la Ley sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos se añada un artículo como se hizo para el caso del patrimonio paleontológico. Igual se ha pensado una ley específica para lo intangible. Sin embargo, la vastedad de las tradiciones y la ausencia de un catálogo al respecto, se han esgrimido como argumentos en contra, que Sabido refuta:
“¿Sabe cómo se llama eso? Pretextos. No hay ninguna razón para que el estado de Zacatecas no declare patrimonio intangible la Morisma, por ejemplo. Claro que el enlistado es amplísimo, son cientos de ceremonias, pero se están extinguiendo y con ello se está extinguiendo una parte fundamental de México.”
–-Muchas ceremonias se realizan en territorios codiciados por grandes empresas. ¿Influirá que son obstáculo para los megaproyectos?
–-¡Claro! ¡Por supuesto! Para los indígenas son lugares sagrados. Para los desarrolladores –léase ambiciosos sin madre– generalmente son lugares donde pueden levantar sus porquerías de condominios. Hay muchos intereses creados al respecto.
Al recordar que lleva más de cincuenta años “gritando, pidiendo, haciendo investigación de campo, escribiendo libros” para evitar su desaparición, pide apoyo:
“Yo lo veo porque sí voy a los pueblos, me visto de fariseo, y bailo en el Carnaval de Huejotzingo, y sí me emborracho con los indígenas mayo durante la Semana Santa, voy ahí adentro de las ceremonias y veo cómo cada día están más y más paupérrimas, más diluidas, porque los institutos de cultura de los estados no les hacen el más mínimo caso. Si fueran patrimonio intangible cultural de toda la nación, tendrían la obligación de preservarlos.”
Menciona como una excepción al Instituto Municipal de Cultura de Saltillo, Coahuila, que recuperó su ceremonia de los matlachines para lo cual él colaboró de manera gratuita con sus autoridades y rescatar la pastorela del ejido Palma Gorda, “un espectáculo maravilloso, ahora estoy trabajando con ellos en la Levantada del Niño”.
Entonces piensa que si cada municipio (2457 en total, según https://cuentame.inegi.org.mx) tuviera la orden del Congreso de ofrecerles una plataforma, sonido, permitirles hacer la ceremonia en la plaza central, ello contribuiría a su preservación.
Se le pregunta finalmente si en el nuevo acuerdo entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) tendría que buscarse también la protección de las expresiones populares:
“¡Claro! Pregunte a los yaquis. Les vale madre que haya una frontera y que Donald Trump vaya a levantar un muro. Su territorio está en Sonora y en Arizona, van y vienen y son las mismas ceremonias. Y en Estados Unidos hay la misma discriminación, es el país discriminatorio por excelencia… La falta de respeto se da en todos los países colonizadores.
“El gran mal de la humanidad fue la colonización, y gran parte de lo que pasa en México es el efecto de trescientos años de colonización, pero nadie lo estudia, nadie se va a meter a los pueblos indios, nadie levanta la voz. Por eso ando tocando de puerta en puerta. Nunca he trabajado en el gobierno ni quiero empleo, ni ser asesor de nada; quiero que el gobierno cumpla su obligación de preservar el patrimonio intangible de la nación.”
Este reportaje se publicó el 4 de noviembre de 2018 en la edición 2192 de la revista Proceso.