Por Lilia Cisneros Luján
—Le pedí autorización a mi amigo, alto funcionario de uno de los tantos organismos ciudadanos que nos hemos dado los mexicanos, para utilizar su frase; y es que muchos de los que están en tal condición –-haber sido electos para periodos que deben cumplirse a la mitad o el fin del próximo sexenio–- no saben si les obligarán a laborar acotados, les bajarán sus emolumentos aprobados con anterioridad o simplemente les buscarán cualquier pretexto –no me gusta como mueve los ojos o como viste o como habla etc. para que el nuevo Senado los “juzgue” y los lance de patitas en la calle.
Pero no son los únicos, muchos mexicanos que tomaron cursos y diplomados en sus procesos de profesionalización y así obtuvieron ascensos o puestos determinados, también viven en la incertidumbre, luego de leer o escuchar calificativos acerca de: gobierno de facto que toma decisiones, desbaratar, predisposición autoritaria, aparato clientelar, concesiones dominantes, calificaciones a la baja etc. y con diversos matices cada uno se pregunta ¿busco nuevo empleo? ¿Me contratarán ahora que ya soy de la tercera edad? ¿Seré parte de una lista negra por haber sido empleado en el sexenio que termina? ¿para cuanto me alcanza si me liquidan?
Pero hay otros que ni siquiera tendrán oportunidad de administrar nada, por ejemplo los miles de trabajadores de las empresas que laboran en el ya cancelado –de facto- nuevo aeropuerto de la ciudad de México, los especialistas en materias específicas, que por diversas razones estaban empleados por honorarios en muchas oficinas del gobierno o en las empresas que dan servicios a las dependencias gubernamentales ¿Quiénes defenderán a los despedidos? ¿serán los llamados sindicatos charros? ¿entrarán al reto las coaliciones “democráticas”? Quién defenderá mejor y más ordenadamente ¿la Coordinadora o el SNTE? Hay pendientes como el de Luz y Fuerza del Centro que incluso fueron “orientados” para votar a favor de ya saben quien, ¿les restituirán sus empleos? ¿Serán acogidos por el sindicato de CFE o por su grupo original que se ha mantenido en la lucha? ¿Les permitirán a los ex empleados de Luz y fuerza constituirse en empresa alterna a CFE, con opción de vender energía a particulares domésticos, ahora que hay libre comercio?
No se si la CTM ha hecho algún pronunciamiento al respecto; tampoco he escuchado a la CNC decir que buscará la manera de apoyar a los que dejaron sus tierras sin sembrar por las contrataciones que hicieron las empresas licitadas para el NAIM; mucho menos conozco si la CNOP tendrá algo que ofrecer a los profesionistas o grupos diversos que por estar afiliados debieran tener cuando menos una plática de orientación acerca de lo que viene, sólo para administrar con mas eficacia la incertidumbre. ¿Será que prefieren verse bonitos? Quizá esperan a los nuevos líderes para que les digan por donde se puede ser una oposición más efectiva ¿Y si ellos mismos no tienen ni idea del futuro?
Los fans del ex líder del PRI en Tabasco –hayan votado o no por él el pasado julio- administrarán otro tipo de incertidumbre, esa que depende del amigo que llegue, del tipo de personalidad de este amigo –sobre todo que no sea de los que, subidos apenas en lo alto de un tabique se empiezan a creer superiores al común de la gente- de que la oferta sea razonablemente remunerada, que no implique cambiar de casa, escuelas o barrio y sobre todo de ¿que tan difícil será la continuidad de la carrera profesional o la calidad de vida?
No quiero pensar que cada uno de los planteamientos que se me han ocurrido vayan a ser materia de una consulta ahora que están listos para hacer este tipo de ejercicio como trajes a la medida; pero si desearía tener respuestas o cuando menos aproximaciones de respuesta a esta y tantas otras formas de incertidumbre que agobian a cuando menos 80 millones de votantes mexicanos.
De cuestiones como el deslizamiento del peso frente al dólar, de la inquietud de saber en donde están físicamente nuestras reservas, de los mecanismos para que estas no se esfumen, de la imposibilidad de viajar en el país como una herramienta educativa para hijos y nietos, es más conveniente no pensar para no caer en la locura. La clase media que esto hizo durante su desempeño pasado, tiene el recurso del relato, la fotografía y quizá algunos de los recuerdos de mejores tiempos, que reposan en las vitrinas del hogar.
La única certeza es, como dijo Sócrates, que no sabemos nada; nos asalta la perplejidad acerca del rumbo que seguiremos los mexicanos; se nos dificulta entender los alcances de un cambio de régimen que habrán de decidir ¿las minorías? Tenemos muchas dudas acerca de la posición que seguiremos teniendo en el ámbito internacional ¿Habrá suficientes inversiones para mantener empleos? ¿Se contará con bastantes recursos para afrontar calamidades ambientales? ¿Nuestros estudiantes de excelencia seguirán formándose aquí o engrosarán el ejército de mentes brillantes que emigran al extranjero? ¿El poder judicial, continuará su independencia o será forzado a adecuarse a los tiempos por venir? ¿Nos beneficiará enterarnos de la identidad de cada uno de los señalados como corruptos? ¿Con esa misma enjundia se perseguirá a los asesinos de comunicadores?
Y los cuestionamientos que limitan la confianza se multiplican ¿La estupidez será causa de revocación del mandato a miembros del gabinete? ¿Qué dificultades se enfrentarán para planear, realizar pronósticos de futuro o permitir el ejercicio de la sensibilidad política? La baja de precios en la luz, la gasolina, el gas, los insumos de la canasta básica empezarán a beneficiar al pueblo desde el 1 de diciembre, o ¿debemos esperar cuando menos 3 años?
Mientras todo eso pueda irse resolviendo, ricos, clases medias, pobres y muy pobres no tenemos más posibilidad que administrar la incertidumbre.