Por Jesús Chávez Marín
—Hay un antídoto maravilloso contra la depresión y la muerte del cerebro: el hecho artístico. Más cercanamente, el teatro. Arte comunitario, tejido a mano, edificado con cuerpos vivos, vivido al tiempo y semejante al sueño, como le canta Tavira emocionado. Una sociedad (inimaginable) donde no hubiera teatro sería un redil de ovejas mansas, neuróticas y prisioneras, sin ningún hálito de libertad ni alegría.
La ciudad de Chihuahua vive intensamente el teatro. Sus actores, sus actrices son bien estimados por la comunidad y existe un público que llena las butacas, que aplaude con pasión y cariño. El Teatro de los Héroes se llena también para ver a los actores famosos de México aunque traigan los blandos remediones del show business de la tele.
Durante el mes de junio la Asociación de Teatristas Chihuahuenses, que preside Oscar Erives y reúne a toda la gente de teatro de esta ciudad, presentó su Muestra Estatal 1991, con 13 puestas en escena de los diversos grupos de aquí y de Ciudad Juárez, donde oficiaron 96 actores y se estrenaron varias piezas de dramaturgos locales. De entre ellas habría de elegirse al grupo que represente a Chihuahua en la Muestra Nacional de este año.
Nómina
Las obras fueron (en el riguroso orden que reflejó el control de calidad de la presentecrónica):
Traición, de Harold Pinter, dirigida por Mario Humberto Chávez.
Novenario, de Manuel Talavera, dirigida por él mismo.
Rosa de dos aromas, de Carballido, por Ernesto Ochoa.
Dios en disputa, de Edelberto Galindo, dirigida por él mismo.
La zorra y las uvas, de Figueiredo, porernesto Ochoa.
Su alteza serenísima, de Fuentes Mares, por Enrique Hernández Soto.
Los justos, de Camus, dirigida por Luis David Hernández.
Debiera haber obispas, de Solana, por RodolfoRodoberti.
La muerte alegre, dirigida por Ana Laura de Santiago.
Las preciosas ridículas, de Moliere, por Ignacio Medrano.
La orgía, de Buenaventura, bajo la dirección de José Luis Acosta.
Mínimo quiere saber, de Ballesté, por Luis Saavedra.
Amores que matan, de Fernando Chávez Amaya, dirigida por él mismo.
Originalmente estaban programadas 5 obras más, pero hubo grupos que no cumplieron su compromiso con la Muestra, los dirigidos por Jorge González, Ochoa, Octavio Trías, René Cardona y Rodarte, quienes se habían inscrito para presentar, respectivamente, El Jardín de las delicias, Voces en el umbral, Sierra de cenizas, La razón de Elvira y Jugarreta.
Agosto 1991