¡Que llueva…!

Por Ernesto Camou Healy

— Estamos en la tercera semana del 2021. No está de más expresar aquello que consideramos significativo que suceda en los siguientes doce meses. Es una tradición que con demasiada frecuencia permanece incumplida, o se logra sólo parcialmente, pero sirve para poner una meta, con frecuencia con tintes utópicos, que al menos formula un poco nuestras ilusiones o preocupaciones, y anuncia con cierta timidez eso que queremos llegar a ser en el breve plazo de un año.

Si bien muchos de los así llamados deseos con frecuencia no dependen de nuestra voluntad, resulta bueno enumerarlos, pues suelen enunciar nuestra particular visión del mundo y de la comunidad en que vivimos, y lo que es menester transformar. En esta disposición me dispongo y propongo mi particular anhelo para nuestra vida en este complicado año que inicia.

Para empezar, espero que tengamos muy buenos aguaceros. Después del 2020, que ha sido uno de los periodos más áridos que en mi vida he experimentado, ya está de Dios que nos conceda una buena sucesión de chaparrones que compensen la extrema sequía que hemos sufrido: En mi casa sólo llovió tres veces en todo el año pasado; y no es que desee un clima tropical, estamos en el desierto, pero sí que se nos conceda un respiro meteorológico que reverdezca el campo, vuelvan conejos y liebres, que las reses dejen de dar lástima y puedan pastar, y nos invadan de nuevo gorriones, palomas, codornices y chureas…

No estaría de más solicitar que el Gobierno de México persevere en su intento de gobernar para todos, primero los pobres, y que logre hacer alguna mella sustancial en el hábito y la práctica de la corrupción. Que la administración vaya logrando desenmarañar los añejos nudos de complicidades y corruptelas que han privado en nuestra vida política desde hace décadas, quizá siglos, y se puedan instaurar formas de trabajo orientadas a cumplir con el mandato que se recibió del electorado. Ojalá también se instaure la práctica de volver con ojos críticos hacia su propio actuar y se evalúen a sí mismos con honestidad y pundonor.

Espero que como sociedad vayamos entrando en razón con respecto a la pandemia que nos asola: Que aprendamos a cuidarnos y a proteger a los otros; que la diligencia sanitaria vaya siendo la norma, y que las vacunas creen una cierta inmunidad social. Que en pocos meses la tensión vaya cediendo y podamos salir con confianza a las calles, teatros y plazas, a convivir y festejarnos sin temor a contagios; y que tomemos conciencia de que la salud es un estado de armonía que se sustenta en buena y sana alimentación, un régimen de vida activo, tranquilo y amable, mucho amor, sanas relaciones de amistad y compañerismo y evitar caer en angustias y competencias vanas.

El Covid nos ha aislado y sólo permitido modos de comunicación fríos y sospechosos: Que dejemos el “zoom” para muy poco y hablemos cara a cara con los amigos y los hermanos; que digamos “te quiero” viendo a los ojos en vez de a una pantalla; que nos demos besos y abrazos en vez de chocar los codos con precaución; que comamos y bebamos alrededor de la misma mesa; que las sobremesas sean largas, fascinantes y divertidas; que nos alegremos de ver a los vecinos sin temor, que podamos pararnos en las banquetas para comentar el clima y la vida con los conocidos y sonreír sin miedo a las mujeres que se crucen en el camino.

Espero asombrarme con los atardeceres del desierto abrazado por quienes quiero, regocijarme con los jugueteos de un cachorro y compartir con mis amigos un concierto al aire libre. Salir a caminar al campo con muy amable compañía; ver los amaneceres sentado bajo un mezquite con mi compañera y camaradas, con una taza de café fragante y una tortilla con queso y frijoles.

Deseo poder sonreír con todos, abrazarnos y compartir esperanza y cariño…


CV: Ernesto Camou Healy es doctor en Ciencias Sociales, maestro en Antropología Social y licenciado en Filosofía; investigador del CIAD, A.C. de Hermosillo.

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