Cuento: El SAT

Por Jesús Chávez Marín

No me rindió la mañana, muchos pendientes. Llevé a los muchachos a la escuela en Uber, porque la troca se descompuso. Le hice la lucha y creo que la dejé peor, al último la tuve que dejar en el taller. Y luego, Alicia que llegó de Namiquipa con un montón de requerimientos de Hacienda, yo no sé por qué le hice caso a Óscar de que no diera de baja la pasturería cuando nos vinimos para acá, todas las declaraciones se quedaron hechas un reborujo, uf, y ya ni junté los papeles, ni comprobantes, ni facturas. Lo bueno es que acá nos ha ido bien, en la maquiladora gano más que los ingenieros, aunque me pongo unas pelas del cabrón manejando desde Arizona hasta Yucatán; el tráiler tiene todo y es último modelo, pero a la larga se pone dura la cosa, uy, ya me alburié yo solo.

 

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