García-Chávez: El súbito triunfalismo morenista en Chihuahua

Por Jaime García Chávez

MORENA estima que tiene vientos favorables para hacerse de la gubernatura de Chihuahua en 2027. Si consideramos que en la historia hay procesos de larga duración, como lo afirma Fernand Braudel en su teoría del longue durée, podría tener razones, porque lo que se advierte es la onda expansiva de la hegemonía lopezobradorista que perturba al país.

Pero bien miradas las cosas, la elección futura no será un día de campo, ni mucho menos un hecho de mero trámite para propiciar la transferencia del poder a la autollamada Cuarta Transformación.

Abonan a esta idea los múltiples intereses que se entrecruzan en un estado fronterizo con Estados Unidos y de gran sentido anticentralista. De aquí podríamos calcular que las palabras de Luisa María Alcalde se desbordan en optimismo, imperdonable si tenemos en cuenta las raíces que la unen a esta tierra norteña.

La reciente visita de Andy López Beltrán, a querer y no, le ha de haber revelado que MORENA como partido en Chihuahua no tiene una estructura sólida que no dependa del presupuesto o del aparato administrativo de la federación y de su faccioso manejo. Como en los viejos tiempos del PRI, donde no hay partido entra el acarreo, el acordeonismo, los servidores de la nación, y si me apuran un poco, el médico en su casa, prácticas deleznables hoy “purificadas», de tal manera que la disputa no será contra un partido político propiamente, sino con un brazo del propio Estado, lo que demuestra que no estamos en presencia de una confrontación democrática.

De esta apreciación se desprendería que el optimismo tiene un asidero y que, además, la expansión política que está en marcha, arrojaría que todo el país, sin excepciones, quede bajo una sola visión de poder, no obstante que México no cabe en un solo partido, algo que la historia y la diversidad, se ha encargado de demostrar.

La disputa por el poder sería igual que en el viejo PRI. La pugna es al interior mientras se despeja el dedazo; lo demás es tarea gubernamental y de Estado. Si esto es cierto, estaríamos reducidos a un determinismo incontrastable, y bajo esta óptica se alimenta el triunfalismo –la longue durée– y la más artera negación de la ciudadanía, propio de los totalitarismos: una sola verdad, un solo partido.

Pero hagamos, a efecto de este modesto análisis, un repaso de los aspirantes a la candidatura que ya, sin pudor alguno, se autodestapan y se mueven en cualquier escenario posible como si estuvieran en un proceso legal y abierto.

En primer lugar encontramos a Cruz Pérez Cuéllar, panista de origen, corrupto político, duartista sin sonrojos, y, bajita la voz entre los morenistas, a quien con gusto la gobernadora María Eugenia Campos Galván le entregaría el poder a cambio de su propia impunidad. No es de descartarse esa hipótesis, más si examinamos el empoderamiento del alcalde juarense, que ante el riesgo de no obtener la candidatura, chantajearía con desertar y llevarse a sus activos a otro lado. Le sobrarían opciones, si nos atenemos al utilitarismo barato que permea la política de todos los partidos. Si esto sucediera, obvio es que MORENA perdería la elección.

Luego está Andrea Chávez, senadora, para quien no hay escenarios favorables. En el Senado de la república, por investigación que hizo esta columna, no la soportan por su soberbia a flor de piel, y porque además no está con aportaciones puntuales y fuertes en el debate parlamentario, con todas las limitaciones que el mismo adolece. Empieza a ganar fama de golpeadora, algo así como la Lilly Téllez de MORENA, aparte de que no tiene experiencia en la administración pública, y eso, a no dudar, es importante. Ante una negativa, es de las personas que simple y llanamente se disciplinaría, como ocurría en PRI, en espera de tiempos mejores.

El resto de los aspirantes son, hoy por hoy, relleno para la candidatura principal, o andamiaje para lograr otros espacios de poder. No examino las posibles pretensiones de Luisa María Alcalde, que en lo local algunos la ven en la intención de postularse, pero no es nacida en Chihuahua ni tiene residencia acá. En ese mismo supuesto estaría la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel. Obvio que ambas serán factor en el proceso venidero.

Otro factor que no contabilizo aquí, pero que luego abordaré, es que en la entidad estamos a las puertas de una crisis política, ciertamente en ausencia de un proyecto ciudadano que creo correcto se empiece a construir de inmediato, porque no me resigno a que sólo desde el poder se tomen las decisiones de un estado que aspira al autogobierno, y porque, como se apunta en la novela Moby Dick: “Mientras usted no conozca al leviatán, será un provinciano sentimental en el reino de la verdad”.

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