Siete Filos: Entre la resistencia cultural y la amenaza de la modernidad

Por Universidad Autónoma Metropolitana

En un árido desierto a orillas del Mar de Cortés, una cultura originaria de México lucha por preservar su identidad ante la embestida de la modernidad. La película Siete Filos (Xiica Cmotomanoj), dirigida por el cineasta Antonio Coello, ofrece una mirada profunda y conmovedora a la vida de la comunidad indígena seri, que aún resiste el avance de la globalización.

Este largometraje, presentado en la Casa de la Primera Imprenta de América de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) dentro del ciclo Encrucijadas indígenas, es una obra de etnoficción que se adentra en las tradiciones, el entorno y los desafíos contemporáneos de este pueblo.

La cinta documenta los rituales y cantos ancestrales de los seris, además expone las duras realidades que enfrentan: la introducción de la tecnología, el internet, la comida ultraprocesada y, de manera alarmante, el consumo desmedido de refresco de cola y la creciente adicción al cristal.

Siete Filos es el primer largometraje filmado en lengua seri y cuenta con la colaboración del director y  un grupo de mujeres de la comunidad, cuya historia se centra en la feminidad dentro de esta cultura, con un enfoque especial a la “fiesta de pubertad”, ceremonias que celebran la llegada de la menarquía y simbolizan la transición de las niñas a la adultez.

El filme sigue a la menor de una familia de cuatro mujeres, quien experimenta este rito de paso mientras su madre y su abuela hacen todo lo posible por brindarle una ceremonia digna y tradicional. Sin embargo, su hermana mayor, marcada por un sentimiento de abandono y atrapada en una fuerte adicción al cristal, se convierte en un ser nocturno que deambula sin rumbo, encarnando el contraste entre la tradición y la descomposición social causada por las drogas.

La identidad seri se refleja en sus pinturas faciales, su vestimenta y sus rituales, pero es en los cantos donde se resguarda su patrimonio inmaterial más valioso, con melodías de sanación, de lluvia, de nacimiento, funerarios, rituales e históricos, así como expresiones de gratitud y alegría.

Sin embargo, la modernidad ha traído consigo una dualidad que se manifiesta en la música. Mientras los cantos tradicionales persisten, la más joven encuentra refugio en el rock, una vía de escape ante un mundo que no siempre comprende.

En este sentido, la banda seri Hamac Caziim cobra una relevancia especial dentro de la película, cuando su vocalista expresa con crudeza la realidad de su pueblo: “En el pasado nos intentaron matar con armas de fuego y no pudieron. Ahora nos están matando con drogas, y sí están pudiendo”.

Ubicada en la costa de Sonora y cercana a la frontera con Estados Unidos, la comunidad seri enfrenta una geografía que la convierte en un territorio de contrastes. Lo que alguna vez fue un pueblo de pescadores y cazadores, con un modo de vida autosuficiente, ahora se encuentra atrapado en un contexto donde la modernidad no trajo los beneficios prometidos.

La contaminación de sus ríos, el grave problema de la basura, agravado por los desechos que el municipio de Hermosillo deposita en su territorio, y la invasión de la comida chatarra han cambiado de forma radical su forma de vida, pero sin duda la mayor devastación es el narcotráfico, pues la cercanía con rutas de tráfico, ha convertido al cristal en una epidemia dentro de la comunidad, que afecta a personas de todas las edades, desde niños de 13 ó 14 años hasta adultos mayores de 60.

El rodaje de Siete Filos comenzó en 2015 y representa la ópera prima de Antonio Coello, quien no se limitó a ser un simple observador. Para él, el cine es una herramienta de agitación cultural, un medio para generar procesos de creación colectiva y visibilizar realidades silenciadas.

“Mi trabajo va más allá de ser un observador participante. Me vuelvo un agitador cultural que busca provocar procesos de creación colectiva. Para este proyecto hice equipo con mujeres para contar una historia sobre la menstruación, la pubertad, la transmisión de conocimiento, la memoria, el patrimonio inmaterial y también sobre el ambiente tóxico que la modernidad lleva a lugares marginales. Quise retratar los estragos que puede dejar, incluso en sabidurías tan antiguas”.

Valentina Torres, una de las mujeres seri involucradas en la realización de la cinta, recordó cómo los adultos mayores lloraban al verse reflejados en la pantalla, en su propio idioma, abordando problemáticas internas que rara vez se exponen en los medios tradicionales.

Pero lo más conmovedor, según Torres, fue la reacción de los niños y las niñas presentes en la función. Con una madurez sorprendente, reflexionaron sobre el mensaje del filme y sobre la relevancia de mantener viva su lengua y sus tradiciones:

“Es muy importante lo que estamos viendo. Captamos el mensaje. Cuando seamos grandes y estemos en la universidad, no debemos dejar de hablar nuestro idioma. Si más adelante no lo hacemos, decepcionaremos a nuestros padres y abuelos”, comentó.

Siete Filos no es solo una película, es un testimonio de resistencia, que muestra cómo una cultura milenaria enfrenta un mundo que, en su intento de modernizar, también amenaza con borrar su esencia, volviéndose un llamado urgente a la reflexión sobre los efectos de la globalización en las comunidades indígenas y sobre la responsabilidad de las sociedades modernas en su preservación.

Publicado originalmente en la UAM

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