Una tregua

Por Ernesto Camou Healy
—Faltan escasas semanas para las elecciones y se está intensificando un ambiente de encono y visceralidad, absolutamente opuesto a lo que debería ser un clima de cordura y prudencia que permita optar por quienes dirigirán el país, de manera inteligente y asentada en la voluntad, esa humana capacidad de amar que debe informar siempre todo proceso reflexivo.

En estos meses agitados se ha constatado que quienes conducen algunas campañas han enfocado sus esfuerzos a que el voto individual se asiente en un batidillo un tanto melodramático de miedos, angustias, odio y encono contra otros aspirantes y quienes lo apoyan, al grado que están logrando una polarización social y una brecha entre los mexicanos que será complicado allanar en el futuro inmediato.

Preocupa que buena parte de los temas que se manejan, abierta o soterradamente, se orienten a provocar temor y angustia entre quienes depositarán sus papeletas en las urnas. Los rumores, decires y fantasías que se manejan sobre tal o cual candidato suponen que la mayor parte de los mexicanos se mueve por miedo, que somos apocados, timoratos y cobardes: demuestran un muy bajo concepto del país y sus habitantes.

Pensar que el elegido, quien quiera que sea, tendrá un poder omnímodo que le permitirá decidir sobre vidas y haciendas, sobre patrimonios y heredades resulta un tanto ingenuo: una de las cosas que los mexicanos hemos venido logrando en las últimas décadas, de modo trastabillante sin duda pero cada vez con más solidez, son instituciones que funcionan, a veces a pesar del ejecutivo en la cúspide. Quien resulte electo tendrá una capacidad de decisión limitada por las leyes y las legislaturas, por la acción política de los partidos, por la presión de lo que antes llamaban “fuerzas vivas”, los movimientos sociales, las cámaras empresariales, las iglesias y los medios de comunicación, y la ciudadanía vigilante: tendrá una presidencia acotada.

Si repasamos quienes han ocupado la silla presidencial en el último medio siglo se puede constatar que México ha sido fuerte y resiliente para perseverar en un cierto orden social y político, a veces medio bronco sin duda, pero que funciona a pesar de los equipos que han intentado gobernar.

Hemos tenido presidentes y camarillas fantasiosos y frívolos; algunos poco inclinados a la honradez, o a sujetar las manos de sus colaboradores; gastalones y veleidosos; presumidos y vanos; retraídos y reservados. No han faltado los que creen estar a la derecha de Dios, echados para adelante sin demasiado fundamento. Algunos ha habido sabelotodos, que no se equivocan y menos corrigen; otros desinformados y zafios; unos elegantes y sin sustancia; otros presumen de letrados y ha habido quienes no conocen la o por lo redondo…

Pero el país ha funcionado, a pesar de gobernantes que no parecían tenerlas todas consigo, ni intelectual, ni psicológicamente; otros hemos tenido que a veces funcionan adecuadamente, intentan gobernar con alguna eficacia y se pueden contar algunos logros en su historial. Así se han planteado cambios, escalones hacia una consolidación, en el gobierno y la democracia, que nos hace un país distinto del que teníamos hace dos generaciones.

Falta mucho, y en los últimos años mandatarios que nos deberían atemorizar no han impedido el crecimiento del narcotráfico, la corrupción y el robo descarado en muchos estados; han propiciado una guerra sin fin y sin plan coherente y una distribución del producto nacional que tiene a la mitad de la población en pobreza y un segmento medio casi sin esperanzas.

Pero México sigue adelante y buena parte de los electores no parece conmovida por las maniobras para instigar la angustia, se muestra decidida a acudir a las urnas y ejercer su derecho a elegir. No somos, nunca hemos sido, un país de cobardes. Lo que ahora necesitamos es una tregua para pensar con rectitud y decidir con responsabilidad; y tener confianza en el futuro y en el país…

About Author

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *